Ser independiente no garantiza nada
Columna JFM

Ser independiente no garantiza nada

29-09-2015 Las crisis son, dicen, una oportunidad, pero, también, pueden hacer surgir de ellas algunas de las formas políticas más oscuras de las sociedades. Esas formas se pueden expresar con un lenguaje de izquierda o derecha, pero no dejan de ser, como dijo Fernando Savater respecto a quienes buscan independizar Cataluña de España, “un esnobismo exhibicionista, bastante indecoroso”.

Todo esto viene a cuento por la suma de fracasos que se han contabilizado en los últimos meses en salidas que intentaron ser novedosas ante las crisis en Europa y en otros países y que terminan o muy mal para esas sociedades o forjando figuras demasiado controvertidas. Podemos ir desde los fracasos notables del chavismo de Maduro en Venezuela, hasta el deterioro de esa corriente en toda América latina. Desde un mandatario griego, Alexis Tsipras, joven, radical, que gana las elecciones sin mayoría propia, pero con la bandera de decir no al pago de la deuda de su país y a las instituciones financieras internacionales, y termina, primero, aliándose para formar gobierno con un partido nacionalista y otro pronazi; después convocando a un referéndum para rechazar el plan de ajuste europeo al que termina aceptando más tarde, aunque en el referéndum ganó el rechazo al ajuste. Eso dividió a su partido Syriza y hubo que convocar a nuevas elecciones: Tsiprasvolvió a ganar aunque sin mayoría propia y tuvo que volver a aliarse con el partido ultranacionalista para formar gobierno y aplicar el ajuste a su economía que unos meses antes se había comprometido a rechazar.

Hay casos notables de esa ligereza en Gran Bretaña, donde el Partido Laborista eligió como líder a Jeremy Corbyn, un legislador, desde 1983, del ala muy izquierdista de su partido (dice que en el Congreso británico ha votado 400 veces en contra de su propio partido) y casado en terceras nupcias por cierto con una mujer mexicana, Laura Álvarez. Sus críticos y rivales dicen que sus posturas son “viejas soluciones para viejos problemas”. Su propuesta política en una campaña interna en la que comenzó sólo como una posición testimonial y terminó ganando con 60 por ciento de los votos, incluyó, entre otros puntos, nacionalizar el servicio ferroviario y las principales compañías energéticas, abandonar el programa de submarinos nucleares y los gastos de defensa y retirar al país de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Corbyn es un “euroescéptico”, miembro de Amnistía Internacional, la Campaña de Solidaridad con los Palestinos, la Campaña por el Desarme Nuclear y la Coalición contra la Guerra. Sus adversarios conservadores están felices con que sea la opción de los laboristas, pero no sería la primera vez que un programa que en América Latina calificaríamos de populista, gana una elección.

En Francia lo que crece y se muestra como opción es el Frente Nacional: ultraderechista, con un populismo nacionalista que busca sacar a su país de la Unión Europea a la que responsabiliza de todos sus males. En Estados Unidos tienen al inefable Donald Trump o al Tea Party. La lista podría continuar.

Por alguna razón pensé en todos estos movimientos tan desafortunados a derecha e izquierda cuando leía sobre la propuesta de un grupo de intelectuales, políticos, escritores, muchos de ellos buenos amigos, en busca de un candidato independiente para el 2018. La opción puede ser buena, depende de cómo y con quién se la cobije, y requiere de un andamiaje partidario que le dé a quien hipotéticamente llegue a gobernador apoyo parlamentario. Pero no es, ni remotamente, una panacea, tampoco una alternativa a los partidos políticos.

El caso de Jaime Rodríguez El Bronco, ha levantado muchas expectativas. Ha tenido tanto intuiciones y movimientos muy inteligentes como declaraciones muy desafortunadas (“a Los Zetas los derroté con el Facebook”). Su campaña fue espectacular, pero habrá que verlo gobernando. Es un independiente con casi cuatro décadas de militancia priista (en su momento muy cercano a Roberto Madrazo) y su candidatura fue impulsada por grupos de poder local poderosos y con muchos recursos.

Manuel Clouthier también ganó siendo independiente. Políticamente tiene muy poco que ver con El Bronco, en su tierra su apellido tiene peso y en el mejor sentido de la palabra, prosapia. No se apoyó en partido alguno para lograr ser diputado aunque tiene buenos apoyos empresariales y políticos. En Guadalajara, Enrique Alfaro ganó la ciudad y casi todo el estado, apoyándose en Movimiento Ciudadano (y con muchos votos panistas), pero el suyo es un liderazgo absolutamente personal. En muchos sentidos puede ser considerado el más independiente de todos los independientes. Aunque allí está también Miguel Ángel Mancera, que sigue siendo un hombre sin partido gobernando la ciudad más importante del país. Y todos: JaimeRodríguezManuel ClouthierEnrique Alfaro y Miguel
Ángel
 Mancera tienen muy poco que ver entre sí salvo el ser considerados más o menos independientes. La pregunta no es saber si son independientes, sino si tienen un proyecto viable para el país.

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