El triángulo de El Chapo
Columna JFM

El triángulo de El Chapo

20-10-2015 Hace ya muchos años, poco después de la primera fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, mientras hacía una investigación sobre unos bienes incautados a El Mayo Zambada en Sinaloa, le pedía a elementos de la Policía Federal que iban a hacer un recorrido por la zona que me llevaran al Triángulo Dorado, esa zona donde se juntan Sinaloa, Durango y Chihuahua y que constituye el principal productor de amapola y mariguana del país.

Entramos en helicóptero al Triángulo, y a simple vista, desde el aire, se podían distinguir los sembradíos de mariguana y amapola. Cada uno de ellos tenía junto, una suerte de pequeño campamento donde había un par de personas. Me decían, entonces, que todos ellos estaban armados y comunicados por radios y cualquier avance de fuerzas de seguridad se iba monitoreando e informando a los jefes de la zona. Luego de unos minutos, el oficial a cargo del operativo me dijo que teníamos que regresar. Yo no me había dado cuenta, pero ya nos habían hecho algunos disparos, más de advertencia que intentando hacer daño. Regresamos.

En el camino, saliendo ya del Triángulo Dorado, rumbo a Culiacán, íbamos sobrevolando uno de los numerosos ríos que bajan de la Sierra Madre hacia la costa sinaloense y allí, a unos kilómetros de la ciudad, junto al río, sin ningún disimulo, nos topamos con sembradíos de hectáreas y hectáreas de mariguana de la mejor calidad. Bajamos, recorrimos el terreno y el oficial que me acompañaba me decía, con evidente desazón, que no podía ser, que esa misma zona del río había sido, supuestamente recorrida días atrás y que los inspectores dijeron que no había novedad alguna, en otras palabras que no había plantíos que erradicar.

Han pasado los años, pero no hay demasiados cambios. El Triángulo Dorado sigue siendo un bastión de la droga difícil de doblegar porque el terreno no lo permite, o no da facilidades sin emplear un número altísimo de elementos y/o una violencia descarnada contra las comunidades ahí asentadas, que forman parte de ese negocio. Como no se puede hacer ninguna de las dos cosas, como se viene haciendo desde la primera fuga de El Chapo, hay que introducir fuerzas de élite que den un golpe selectivo, directo. Con El Chapo lo intentaron varias veces el sexenio pasado, una vez se les llegó a ir dejando hasta el desayuno caliente en la mesa. Ahora parece haber sucedido algo similar. Quizás la única diferencia es que entonces la operación la hicieron unidades de élite del Ejército y según se informó en esta ocasión fueron de la Marina. (ver al respecto la columna de Bibiana Belsasso en La Razón del lunes El rey del escapismo).

Para esas operaciones es imprescindible la inteligencia, la humana, difícil de ubicar en la zona y en las inmediaciones de un personaje como El Chapo y la electrónica que por más previsiones que se tomen, tarde o temprano termina dando pistas importantes, porque nadie, ni Osama Bin Laden en su momento, puede tener un aislamiento absoluto. Menos con la colaboración de la inteligencia estadunidense.

Soy de los que creen que más tarde o más temprano una persecución de ese tipo tiene que dar frutos. Pueden ser meses o años. Pero el factor tiempo marca la trascendencia política de la fuga. El presidente Calderón tuvo muchos avances en la lucha contra el narcotráfico, pero el no haber podido capturar a El Chapo dejó la percepción de que no había sido suficiente. La captura de Guzmán Loera por la administración Peña fue clave para fortalecer el llamado Mexican Moment que iba de la mano con las reformas estructurales. Desde hace trece meses, golpes se han sucedido en forma casi sistemática y aquel momento mexicano fue casi demolido piedra por piedra. Se puede reconstruir, pero es mucho más difícil cambiar las percepciones que modificar las realidades. Pero hay capítulos que deben cerrarse: la recaptura de El Chapo es uno de ellos, pero tan importante como esto es tener una narrativa concreta, contundente de cómo y por qué se dio su fuga, con los responsables claramente identificados. Sin ello persiste y persistirán la desconfianza y la elaboración de las más absurdas, pero para algunos verosímiles teorías del complot.

 

VERACRUZ ¿CAMBIA DE RUMBO?

Algo ha pasado en Veracruz porque en las dos últimas semanas se han dado varias decisiones que parecen encaminar una estrategia hacia las elecciones que no se tenía en forma concertada entre el gobierno federal y el local. Primero, acusaciones en todos los niveles contra Miguel Ángel Yunes y sus hijos, que todo indica que tendrán efectos legales. Inmediatamente después, la rapidísima designación como cónsul en Barcelona del exgobernador Fidel Herrera. Y este domingo, Manlio Fabio Beltrones le tomará protesta como presidente del Partido Revolucionario Institucional al diputado Alberto Silva, para encaminar la sucesión local, donde el propio Silva es aspirante.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil