16-11-2015 Una mala causa será defendida siempre con malos medios y por hombres malos.
Thomas Paine
Los atentados de París son ataques contra una civilización, contra la gente, contra los espacios de libertad que han construido nuestras sociedades. Lo que buscan es coartar las libertades que son el principal enemigo de un grupo como el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) y que quiere hacer retroceder a la humanidad al siglo once o más atrás.
El gran enemigo de Estado Islámico no es un sistema político o una religión en particular: lo son todas las que no se identifiquen con ellos mismos, sus enemigos son países, religiones, sectas, otros grupos terroristas como Hezbollá, Al Qaeda o Hamas. Sus enemigos son las mujeres, los gays, el individualismo, la sola posibilidad de ser diferentes, los intelectuales, porque se consideran los únicos portadores de la verdad y la quieren imponer haciendo retroceder a la humanidad diez siglos.
Sus verdaderos enemigos son Occidente y la libertad, la igualdad, la fraternidad, aquellos valores surgidos de la revolución francesa que van de la mano con la democracia, la tolerancia, la aceptación del otro. Por eso no son enemigos de un país o de un sistema: son enemigos de una civilización y por ese hecho no admiten más salida que su propia destrucción. La civilización no pudo convivir con el nazismo, hoy no puede convivir con el Estado Islámico.
Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.
Edmund Burke
¿Cómo responderá Occidente ante el Estado Islámico?. Habrá respuestas inmediatas, como las que pueden surgir de la reunión de G20, donde participa México, y que inició ayer en Turquía, uno de los países que ha sido objetivo, también de los ataques de ISIS. Puede haberlas una vez que los países participantes en la conferencia sobre Siria se pongan de acuerdo en el punto que ha hecho imposible, hasta ahora, una verdadera acción conjunta contra ese grupo criminal que creció precisamente al amparo de la intervención en Irak y el conflicto sirio: el futuro del régimen de Al Asad.
Más allá de eso, habría que esperar que no se conculcaran libertades esenciales en Occidente, pero sí se tomarán medidas de excepción y no sería descabellado pensar que se fortalecerán las opciones más a la derecha del escenario político. La crisis de los refugiados se acrecentará: el rechazo de los países europeos por recibir refugiados provenientes de las zonas de Medio Oriente crecerá por el rencor que generan este tipo de acciones terroristas, porque profundizan las diferencias culturales y por evidente razones de seguridad. Existe información de que en los contingentes de refugiados viajan infiltrados terroristas de ISIS como forma de asentarse legalmente en Europa. Los ataques del viernes son como la pieza que faltaba en este rompecabezas para la condena social de los refugiados y los millones de musulmanes que viven en Europa (más de cuatro millones en Francia) que no tienen nada que ver con ISIS o el terrorismo pero que en su enorme mayoría no se han integrado socialmente a sus nuevos países.
Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien.
Víctor Hugo
Francia consideró, como después del 11S hizo Estados Unidos, un acto de guerra los atentados realizados, hace 14 años por Al Qaeda y ahora por el Estado Islámico. Pero se trata de guerras de nuevo tipo, con enemigos que no son realmente un Estado sino un movimiento armado que se disemina por países, regiones, y que tiene como objetivo a la población civil. Si el 11S en Nueva York y Washington, Al Qaeda tenía como objetivo a símbolos de poder tan evidentes como las Torres Gemelas y el Pentágono, los ataques del viernes en París tuvieron como objetivo directo a la gente, a sus espacios de libertad y diversión: un estadio de futbol donde, si hubieran podido ingresar los tres terroristas que murieron en la entrada hubieran causado un daño enorme; restaurantes, bares, salas de concierto. El ataque es contra la gente, la libertad, la diversión, la cultura. La guerra contra ISIS requiere estrecha coordinación porque se trata de una amenaza global que demanda estrategias globales para ser erradicada, pero también se debe impedir que en esa batalla perdamos la esencia de lo que se ha construido, o por lo menos se intenta construir, en Occidente, que es un régimen de libertades y democracia, una cultura de tolerancia y aceptación, una sociedad que puede tener muchas opciones religiosas, pero que es laica e igualitaria, como su educación, para hombres y mujeres que tienen decisión sobre sus vidas, sus cuerpos, su preferencia sexual. Hay en el ataque a París un ataque a lo mejor que nos ha dado Francia: es un ataque a la revolución francesa, a la Ilustración, a la carta de los derechos del hombre, a buena parte de lo que ha construido Occidente.