03-12-2015 Son tres mujeres diferentes, muy diferentes, con carreras políticas que poco han tenido que ver entre sí, que se formaron en partidos, fuerzas sociales y ámbitos, incluso geográficos, muy distintos y tampoco tienen coincidencias ideológicas muy de fondo. Pero comparten, primero, una convicción sobre su rol en la sociedad y sobre la igualdad de género que las acerca en forma notable. Y tienen una experiencia que también las identifica: las tres fueron candidatas presidenciales, en distintas épocas y ante distintos adversarios, dos buscando mantener el registro para los partidos o coaliciones que encabezaron y la tercera buscando, con posibilidades, la presidencia de la república.
Son Patricia Mercado, Cecilia Soto y Josefina Vázquez Mota. Cecilia fue candidata por el PT (en el que nunca militó) en 1994, hoy es diputada por el PRD, luego de haber sido embajadora en Brasil; Patricia fue candidata por Alternativa Socialdemócrata en el 2006, hoy es la secretaria de gobierno de Miguel Angel Mancera en el GDF; Josefina fue la candidata presidencial del PAN en el 2012, luego de haber sido secretaria de desarrollo social, de educación y diputada federal, hoy ha regresado a la dirigencia de su partido. Uno podría haber votado por las tres en cada uno de esos comicios.
Resulta que las tres (inevitable, dirán algunos… son mujeres) fueron acusadas de restar votos y les pidieron de una u otra forma que declinaran su candidatura, lo que nunca le pedirían, por lo menos no de la misma forma, a un hombre. A Cecilia, vía Joel Ortega, le pidió Cuauhtémoc Cárdenas, unas horas antes de la elección, que declinara en su favor a cambio de nada. A Patricia, la gente de López Obrador la acusó de haberle quitado los votos necesarios para ganar en el 2006, pero el candidato del PRD nunca le pidió aliarse e incluso desechó, dijo que no estaba de acuerdo, con la agenda de género, feminista y política que esgrimía. A Josefina el ex presidente Fox le escribió un par de semanas antes de la elección, en la única comunicación que tuvo con ella durante toda la campaña para decirle que, con la pena, él apoyaba al candidato Peña Nieto y que votaría por el PRI.
Las tres fueron reunidas y entrevistadas por nuestra amiga Katia D’Artigues, para el libro Una lección para todas (Grijalbo, 2015). Las tres hablan de sus campañas y comparten experiencias, que pueden servir para una mujer candidata a un puesto de elección pero también para cualquiera, hombre o mujer, que simplemente esté interesado en saber cómo funciona la política, los partidos y las campañas electorales desde dentro, contadas en primera persona.
Katia sintetiza al final del libro las “nuevas reglas” que van desde asumir que son las jefas de sus campañas, no la mamá de sus colaboradores, hasta no victimizarse por cuestiones de género: no siempre les pasan las cosas por ser mujeres. Deben buscar, como cualquier hombre que esté en campaña, un coach, un mentor, y enfrentar la misoginia que seguro va a estar presente sin necesariamente asumirlo como algo personal. Pero hay puntos que son más de fondo: no deben alejarse de los equipos que las llevaron a esa posición (tanto Josefina como Patricia son muy enfáticas en ese tema); deben contar con una red de apoyo real, cercana, personal, para asumir la campaña, y al mismo tiempo que deben exigir respeto a la vida privada, deben asumir que la misma será revisada como nunca antes, y para eso hay que tener sesiones de “la verdad” con parejas e hijos para que nada las sorprenda.
Quizás lo más notable del libro es que se habla de las campañas, aunque no personalizan críticas o situaciones, pero sobre todo son sus historias de vida. Son tres mujeres en muchos sentidos notables, con historias que trascienden y que permiten ahondar desde vivencias cercanas a la guerrilla hasta de vida empresarial, desde agendas feministas hasta de una izquierda radical, desde la relación con hombres y mujeres que no creen en ellas hasta los que intentan manipularlas o en algunos casos apoyarlas sinceramente. La vida de Patricia, Cecilia y Josefina se cruza con buena parte de la historia política contemporánea del país, contada por tres mujeres que fueron y, eso es lo más importante, son hoy parte de esa misma historia. Patricia como virtual segunda de a bordo del GDF; Cecilia como diputada externa del PRD; Josefina regresando a la política activa con la decisión de jugar un papel en su partido y también en el 2018 (¿no lo jugará también Patricia, no tiene un plan para entonces Cecilia?).
De más está decir que el libro es francamente bueno. Pero sobre todo me gustó el tono, una intimidad más o menos plena (nunca completa, son tres mujeres de lleno metidas en la política) que se acerca a lo que no hacemos ni tenemos en México: libros de experiencias, memorias, que salgan de lo políticamente correcto. Felicidades y gracias a las tres, y a Katia, que logró sacarles sus historias.