El GIEI se despide con flores y mentiras
Columna JFM

El GIEI se despide con flores y mentiras

29-04-2016 Otra mentira del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes. El video de Tomás Zerón de Lucio tratando de inducir que se habían fabricado pruebas era una mentira más: se trató de una visita a Cocula donde estaban los medios, forenses argentinos, integrantes de una comisión de la ONU, incluyendo quien es ahora el secretario ejecutivo del propio GIEI, todo está filmado, sustentado, fue público y exhibido en su momento.

¿Por qué mentir en forma tan descarada?¿por qué esta mentira abierta, pública, no genera la reacción que merecería?. Porque la agenda del GIEI y quienes lo sustentan no tiene nada que ver con hacer justicia en el caso Iguala, sino con una agenda política puntual y que se exhibió el mismo miércoles cuando los integrantes del Grupo fueron a la escuela de Ayotzinapa y en un largo mitin con flores, collares de guirnaldas y discursos encendidos, Claudia Paz y Paz, una de las integrantes del GIEI les dijo a los padres que el caso no tenía que ver con el narcotráfico, que sus hijos no eran del cártel de los Rojos ni tampoco de Guerreros Unidos. Es una mentira grosera: el crimen de Iguala está directamente relacionada con el narcotráfico y la lucha entre los Rojos y Guerreros Unidos, ni el GIEI en su propio informe final se atreve a negarlo.

No tienen más información sobre el tema porque el Grupo nunca hizo (y obviamente tampoco buscó respuesta) la pregunta que tendría que haber estado en el inicio de su investigación: ¿por qué fueron enviados los jóvenes de primer ingreso de la normal de Ayotzinapa, acompañados por un puñado de sus líderes y seis jóvenes que en realidad no estaban inscriptos en esa escuela, aquella noche a Iguala?¿por qué se les dijo que iban originalmente a tomar camiones a Chilpancingo, mucho más cerca de la escuela (unos 150 kilómetros y menos de dos horas de carretera), pero fueron desviados a Iguala, a 257 kilómetros de distancia y casi cuatro horas de camino?, un territorio, además, donde habían tenido durísimos enfrentamientos con las autoridades locales, tanto que los jóvenes de Ayotzinapa quemaron el palacio municipal a mediados del 2013.

¿Cómo pudo el GIEI hacer su investigación sin saber por qué los jóvenes fueron enviados esa noche a Iguala, sabiendo que era inevitable un enfrentamiento, sin saber quién dio la orden y porqué razón?. ¿Para secuestrar camiones para venir al DF el 2 de octubre?. En la propia escuela de Ayotzinapa tenían retenidos varios autobuses y hasta pipas con gasolina, y siempre que requerían “transporte” adicional los jóvenes eran enviados a Chilpancingo a secuestrar autobuses, ¿por qué razón ir de noche a Iguala a cuatro horas de camino?. El GIEI no lo contesta porque no le interesó preguntarlo, pero por lo pronto, Claudia Paz se atreve a decir en su mitin en Ayotzinapa que el caso no tiene nada que ver ni con los Rojos ni con Guerreros Unidos. Y horas después indignarse porque la PGR les demostró que habían mentido una vez más con el famoso video de Tomás Zerón.

Pero la mejor demostración de la agenda política del tema la ofreció Andrés Manuel López Obrador. El candidato presidencial de Morena le ofreció a todos los detenidos e involucrados en el caso Iguala, en caso de llegar a la presidencia, “inmunidad” para que digan la verdad. No es una broma: López Obrador le ofrece a sicarios, líderes de un cártel, a policías corruptos, a los Abarca, una suerte de amnistía a cambio de que digan “la verdad”. ¿Pues qué van a decir?. Lo que quieran escuchar: que a los jóvenes de abdujeron extraterrestres o que los mandó matar personalmente el presidente Peña, lo que sea para recobrar la libertad. Es una barbaridad y una demostración más de la forma que tendría López Obrador de hacer justicia contra sus adversarios si algún día llega a la presidencia. Es vergonzoso.

Lo que llama la atención es que ante la reiteración de mentiras evidentes, muchos de los voceros oficiosos del GIEI terminen siendo tan condescendientes, que el New York Times haga un editorial durísimo respaldando una investigación que, primero, hubiera sido inaceptable en la Unión Americana, y segundo que no se hubiera podido sostener en ese país ni un minuto en un caso relevante (ejemplos: el principal perito del caso Waco fue el mismo que el del peritaje en el basurero de Cocula, en aquella terrible historia de la comunidad que se inmoló en Texas, sus opiniones fueron unánimemente respetadas, en el caso Cocula, el GIEI y por ende el NYT, lo descalifica e ignora). O que el departamento de Estado, tan interesado en la sucesión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en agosto próximo y con México ya dentro de la agenda electoral de su país, haya respaldado ese informe sin analizar su contenido (el informe del GIEI se dio a conocer el domingo en la tarde, en la mañana del lunes el vocero del departamento de Estado ya había dado una opinión oficial). En la noche de Iguala no importa ni la justicia ni la verdad, lo importante es una agenda política tan evidente como perversa.

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