Iglesia, AMLO: vasos comunicantes
Columna JFM

Iglesia, AMLO: vasos comunicantes

13-06-2016 No debe ser minimizado el abierto (e ilegal) desafío de la Iglesia católica al gobierno federal y su participación partidaria en los recientes comicios. Tampoco su confluencia con la agenda de Morena. Se dirá que son contrarios y hasta extremos de la baraja política y social, pero resulta que los extremos se unen, sobre todo cuando se los ve en el horizonte.

¿Qué tienen en común? El desprecio por las libertades y derechos individuales por encima de sus respectivas agendas “sociales”. Basta leer el agresivo y hasta cierto punto surrealista editorial del semanario Desde la Fe, de la Arquidiócesis de la Ciudad de México, para comprobarlo: “El voto de castigo —se lee en el editorial del semanario— fue una muestra del hartazgo de una sociedad que se cansó de ser pasiva y espectadora, ante un gobierno federal, y gestiones estatales, caracterizados por su ineficiencia, indolencia, desvergüenza y una indecente corrupción”. Agrega que “no cabe duda que el hartazgo ante la corrupción, la ineficiencia y la impunidad, así como la imparable violencia y la inseguridad en la que vive secuestrada la ciudadanía, han sido los factores que llevaron a la derrota del partido en el poder”. Insiste en que “el gobierno tiene la responsabilidad de atender los problemas que son verdaderamente graves, como la inseguridad, la caída incontrolable de la economía, el combate a la corrupción, y a recuperar una verdadera vocación de servicio a la sociedad que gobierna y que no está dispuesta a pasar por alto el cinismo, la corrupción y la inmoralidad”.

Todo porque “la sociedad, inconforme con esta imposición destructiva e inmoral (la del matrimonio igualitario), ha reaccionado y ha emitido un voto de castigo al Presidente y a su partido político, el mismo que, cabe recordar, propuso en la Ciudad de México la ley criminal del aborto y que en varios estados, aún contra el sentir de la sociedad, ha aprobado los mal llamados matrimonios entre personas del mismo sexo”.

Y se pregunta con absoluto tono futurista “ante el descalabro electoral del partido en el poder, cabría preguntarnos, ¿quién aconsejó al Presidente para tener contento a un grupo minoritario y a oscuros grupos internacionales que vienen destruyendo los valores sociales y a las familias?… Ante dicha agresión de la Presidencia a la sociedad, ésta se ha movilizado de forma sorprendente en las redes sociales y en las calles, manifestando un rechazo total a una iniciativa —que se pretende autoritaria— y detrás de la cual está el intervencionismo extranjero de poderosos lobbys auspiciados por la Organización de las Naciones Unidas, que financian esta perversión de los valores”. La población, concluye, “votó en contra de los peores, de los corruptos, de los cínicos, de los vividores, de quienes chupan los recursos de los pobres sin el menor asomo de culpa”.

Todos los elementos necesarios del discurso morenista: la conspiración nacional e internacional, la perversión de los valores, el “pueblo bueno” acosado por gobiernos “cínicos, corruptos e inmorales” que no atienden los verdaderos problemas de la sociedad por darle derechos injustos a minorías que califica como inmorales.

Es una suma de barbaridades absolutamente alejada, además, del discurso que sobre los mismos temas ha enarbolado el papa Francisco. Pero es la reedición de una confluencia que ya se dio durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México con el cardenal Norberto Rivera sobre estos mismos temas y que fue de la mano con tener un apoyo implícito de la Iglesia hacia aquella gestión a cambio de que no se incluyeran estos temas en la agenda de gobierno (aunque eran parte destacada del programa del PRD que había llevado a López Obrador al poder) y que no se indagara judicialmente (correspondía hacerlo a la procuraduría local) en las demandas existentes entonces contra Marcial Maciel y el propio Rivera, asumiendo que sus casos son muy diferentes.

Esa alianza se deterioró en los comicios del 2006, pero volvió a sobrevolar el escenario político en el 2012 y ahora parece tener plena vigencia. Después del descalabro que fue para la Arquidiócesis de México la visita papal, ahora se busca, enarbolando un discurso “por los pobres”, defender en realidad una agenda profundamente conservadora y que pisotea los principios de un estado laico. Dice López Obrador que Morena no irá con aliados en las elecciones del 2018, pero por lo menos en la Ciudad de México, parece haber encontrado uno muy poderoso. No estaría de más que alguien le recordara a la jerarquía eclesiástica, hablando de derechos y obligaciones, cuáles son los suyos en el ámbito de las instituciones.

Por cierto, el encarcelamiento de Francisco Villalobos y de Rubén Núñez, líderes de la sección 22 de la CNTE, tiene que ser el capítulo previo de una ofensiva que alcance a los dirigentes de ese grupo en Chiapas, donde el movimiento magisterial ha sido tomado, en realidad, por el EZLN, otra organización con profundas ligas con la Iglesia católica local.

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