De lealtades y fidelidades
Columna JFM

De lealtades y fidelidades

01-08-2016 No recuerdo quién dijo aquello de que “yo soy leal, si quieres fidelidad cómprate un estéreo”. La lealtad y la fidelidad son cosas diferentes en la vida, en el amor y en la política. La fidelidad es una conexión personal que se sostiene en la fe. Fidelidad deriva del latín fidelitas, y su significado es “servir a un dios”. Hay muchas interpretaciones de la lealtad pero se entiende como un valor que básicamente consiste en nunca darle la espalda a determinada persona o grupo social cuando se está unido por lazos de amistad o por alguna relación social, es decir, el cumplimiento de honor y gratitud.

Cuando un político reitera su lealtad a un mandatario, a un partido, a un programa, lo que quiere decir es eso: no le dará la espalda al objeto de su lealtad y lo hará con honor y gratitud. No significa que le tenga fe o que “le sirva como a un Dios”. En política la diferenciación es básica. El viernes escribimos aquí sobre la reunión que tendría Manlio Fabio Beltrones con un grupo de ex legisladores, todos ellos muy cercanos al ex líder priista y dijimos que allí se crearía una asociación civil que podría devenir en una suerte de corriente interna en el priismo. Eso fue lo que sucedió.

Al terminar la reunión, Beltrones, el único que habló con los medios, dijo que no le regateaba el apoyo y la lealtad al presidente Peña. Y es obvio que así tendría que ser. Pero entre los principios de la lealtad, el apoyo consiste también en decir verdades, el no ocultar problemas ni proyectos. Y estoy convencido de que en los próximos meses veremos cómo por esos caminos se desarrollan la lealtad y el apoyo dentro del priismo, en momentos en que el nuevo líder Enrique Ochoa parece estar decidido a encarar con toda seriedad una limpieza del rostro del tricolor, recordando que esa lucha, para avanzar, tendrá que ir de la mano con éxitos políticos y electorales.

Limpieza

Lo que se ha convertido en una lucha sin tregua es la que libran en Veracruz el gobernador Javier Duarte, un sector del priismo opuesto al propio gobernador y Miguel Ángel Yunes. A las denuncias presentadas ante la PGR por Yunes Linares se sumará las que hoy presentará Duarte en contra del gobernador electo por enriquecimiento inexplicable, rescatando las denuncias sobre sus propiedades en México y Estados Unidos. En semanas habrá cambio de gobierno, pero en junio próximo vienen los comicios municipales e inmediatamente después los veracruzanos tendrán que elegir candidatos para volver a votar por gobernador en junio del 18. Todo forma parte de una interminable campaña electoral.

Fidelidades

Si la fidelidad es una conexión personal que deviene de “servir a un dios” no cabe duda de que Morena le es fiel a López Obrador y que éste lo que reclama es esa fidelidad. Su apertura a la unidad de izquierdas le duró muy poco, sólo lo necesario para ver cómo quedaba la elección interna del perredismo.

En el horizonte está también la elección del estado de México el año próximo. Morena no tiene un buen candidato para esa entidad y muchos creen que en unidad con el PRD podría ir Alejandro Encinas, tan lejano a la dirigencia perredista como cercano a López Obrador, pese a que sigue en el grupo parlamentario del sol azteca. También hay perredistas que quieren impulsar una alianza con el PAN con el propio Encinas, lo cual se ve como sencillamente imposible: en el PAN creen que de esa forma trabajarían en realidad para López Obrador, ganen o pierdan.

Para esa alianza PAN-PRD en el estado de México hay quienes están trabajando con una propuesta que los alejaría definitivamente de López Obrador pero los acercaría en forma sustantiva al palacio de gobierno de Toluca: la candidatura de Alejandro Martí.

Vueltas en círculo

El grupo de expertos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aunque ha elegido nuevo secretario general, vuelven a estar entre nosotros. Ahora en lugar de expertos, la CIDH enviará asesores, cuantas veces sea necesario y con la estadía que consideren, para darle seguimiento a las medidas cautelares del caso Ayotzinapa. Me temo que veremos algo muy parecido a lo sucedido con el GIEI.

Lo insólito es que esa investigación, en todas sus líneas principales, está resuelta: hay unos 120 detenidos, están confesos los asesinos materiales e intelectuales, se tienen testimonios diversos y precisos sobre como se asesinó e incineró a los jóvenes. Pero, paradójicamente, lo que se quiere es transitar por otros caminos, endosar al gobierno federal una masacre en la que no tuvo nada que ver. Pero esa insistencia será una pieza clave en la lucha electoral del 18.

Y hacia allá va el caso Nochixtlán: casi 50 días de los hechos y no hay una narrativa de los sucedido y lo que realmente se sabe, que las fuerzas de seguridad fueron atacadas a balazos desde distintos puntos por personajes encapuchados en por lo menos cinco ocasiones a lo largo del día, sigue siendo una verdad que se oculta debajo de la mesa (de negociaciones).

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