16-08-2016 La resistencia de López Obrador para decirnos lisa y llanamente de qué vive no tiene límites. Su reciente declaración 3de3 ha resultado, sencillamente, una burla. Hoy gana menos que hace quince años, cuando decía que ganaba 60 mil pesos mensuales (ahora sólo 50 mil); a sus 64 años, no tiene cuenta de cheques, tarjeta de crédito, casa, auto, propiedades, menaje de casa, obras de arte. Absolutamente nada de nada, tampoco informa de qué trabajan sus hijos mayores, cuáles son sus propiedades o las de su esposa. No declara las regalías de sus libros ni lo que cobra por sus conferencias (acaba de revelar que le pagaron 20 mil dólares por la que dio en Acapulco, y que antes cobraba tres mil 500 dólares por cada una), tampoco quién financia sus viajes: puedo entender que sus giras las paga su partido, pero ¿quién pagó sus recientes viajes (de los que se tiene constancia) a París, Roma, Florencia, Cuba y al Juego de las Estrellas en San Diego? Me imagino que no puede registrar como actividad partidaria ir a ver un juego de beisbol y tomarse una foto con un pelotero.
He escrito sobre el tema desde 2008. En 2012 volví a insistir en lo mismo y luego una vez más en marzo de 2014, ya que tanto López Obrador como Martí Batres declararon entonces que no cobrarían salario como dirigentes de Morena. Los dos respondieron aireados que vivían de regalías y conferencias; Batres dijo que de dar clases, no especificó dónde. Federico Arreola, director de SDP Noticias, con quien tengo una amistosa relación desde que fue mi director en Milenio, escribió entonces haciendo eco de lo dicho por López Obrador y Batres (Federico tenía entonces, no sé si ahora, una muy buena relación con ellos, ya que fue parte central de los equipos de AMLO en 2006 y 2012) que “si investigara un poco, Jorge se toparía con el dato de que Andrés Manuel es uno de los autores mexicanos que más libros vende. Independientemente de la calidad de sus obras —en lo personal me gusta, decía Federico, lo que escribe el señor López Obrador— decenas de miles y hasta cientos de miles de sus seguidores compran los libros de Andrés Manuel. En México pocos escritores pueden presumir esos números de ventas” y agregaba que “Fernández Menéndez seguramente conoce gente en la editorial Grijalbo. Si pregunta ahí cuánto le pagan a AMLO por sus libros se llevará una sorpresa: le pagan bastante, más que a casi todos los otros autores mexicanos”.
Me asombró que López Obrador ganara tanto por sus libros, tanto como Paco Martín Moreno, Carlos Fuentes u otros. Traté entonces, 2014, de averiguar cuánto le pagaban a López Obrador de regalías en Grijalbo y nunca lo pude saber, son datos confidenciales, me dijeron. Pero tomo por bueno lo que dice Federico: “Le pagan bastante, más que a casi todos los otros autores mexicanos”.
Pues bien, López Obrador, al que le pagaban tan bien por sus libros, en su reciente declaración 3de3 dice que no ganó nada por regalías en 2014, a pesar de que ese año declaró a los medios que esos eran exclusivamente sus ingresos. Es más, mintió doblemente, entonces y ahora, porque cuando aseguró que no cobraba salario en Morena, resultó que percibía 50 mil pesos mensuales, según su reciente 3de3. ¿Mintió en 2014 o miente ahora? ¿O en ambas ocasiones?
En 2008, en este mismo espacio nos preguntábamos cómo “con 60 mil pesos mensuales puede mantener por lo menos cuatro casas (que decía entonces que eran de su propiedad). Porque en una vive con los hijos de su primer matrimonio, en otra, mucho más lujosa, con su nueva esposa y su otro hijo; con las inundaciones (de 2007), hemos sabido que tiene un condominio horizontal de lujo en Villahermosa que estaba en ampliación y remodelación, y posee por lo menos otra propiedad, un rancho, en Macuspana, también en Tabasco (y ahora sabemos que tiene otro en Palenque)”.
“Hace tiempo, agregábamos, que López Obrador no utiliza el famoso Tsuru blanco, se mueven en camionetas, él, su mujer, sus hijos. Sus hijos han tenido la fortuna de ir a buenas escuelas, uno de ellos por lo menos ha estudiado en el extranjero y trabaja en la Procuraduría capitalina, y lo vimos en una marcha utilizando tenis de ocho mil pesos el par. Su ropa, sus trajes, sus corbatas son finas, elegantes, de marca, no es ropa escandalosamente cara, pero distan de ser de saldo y no lo vemos repitiendo constantemente un mismo vestuario”.
Es legítimo preguntarse: ¿de qué vive López Obrador? Y es legítimo porque él lo pregunta a sus adversarios. Asombra que, sin haber aclarado jamás algunos de esos y otros capítulos de su vida, López Obrador se quiera convertir en inquisidor de muchos otros; que acuse, descalifique, se burle y se queje de “la mafia del poder”. Tiene derecho a defender su vida privada, lo que desconcierta es que una y otra vez utilice la vida privada de los otros, de sus adversarios, para justificar sus posiciones políticas, sin responder siquiera una pregunta tan sencilla: ¿de qué vive?