08-09-2016 Los cambios en el gabinete no se dieron en el contexto del IV Informe. Lo que obligó la salida de Luis Videgaray, el movimiento más importante que ha hecho en su gabinete el presidente Peña Nieto en lo que va del sexenio, fue consecuencia directa de la visita de Donald Trump y, como decíamos ayer, de la inocultable división que ello generó en el equipo presidencial.
Videgaray, artífice de la visita, fue exhibido por las propias filtraciones internas. Por la oposición evidente que mostraron otros miembros prominentes del equipo gubernamental. El presidente Peña trató, incluso, de proteger la durísima ola de críticas que sufrió Videgaray asumiendo toda la responsabilidad por la visita del candidato republicano. Irónicamente parecía que el Presidente era el fusible de sus colaboradores. Pero el proceso interno, incluyendo la presentación del Presupuesto 2017, la dureza de la oposición dentro y fuera del gobierno, el desenlace que tuvo la visita con el propio Trump y con Hillary Clinton, ambos distanciados del Presidente, hacían imposible que toda la carga fuera para Peña Nieto. El costo político, elevadísimo, no podía ser asumido de forma íntegra por el propio Presidente. Por eso la renuncia de Videgaray terminó siendo impostergable. Ésa y no otra, es la principal causa de su salida, de una renuncia que el propio Videgaray le presentó al presidente Peña.
También, era evidente que ante ese movimiento su reemplazante natural no podía ser otro que José Antonio Meade. Nadie en el equipo directo de Videgaray tenía el empaque y el conocimiento como para reemplazar a su jefe. Meade es un hombre que tenía y tiene la confianza de empresarios, de los mercados, un hombre que los conoce y a quien conocen dentro y fuera de México. Es el único funcionario que ha estado en cinco carteras ministeriales tanto en el pasado sexenio como en este: en Energía y la SHCP con Felipe Calderón, en la cancillería, en Sedesol y ahora de regreso a Hacienda con Peña Nieto. Y lo notable es que en todas esas responsabilidades lo ha hecho bien, se ha ido con buena fama y por eso regresa a Hacienda generando confianza.
Desconcertó, por otra parte, que no llegara a Sedesol Osorio Chong, un movimiento que muchos esperaban, incluso, cuando el propio Meade fue encargado de esa cartera, hace más de un año. El movimiento lógico hubiera sido Osorio a Sedesol y que en su lugar se quedara en Segob, Luis Enrique Miranda, subsecretario de Gobierno, amigo de toda la confianza del presidente Peña Nieto. El Presidente decidió invertir el movimiento: el que llegó a Sedesol fue Miranda. El Presidente cambió en el centro de su confianza personal dentro del gabiente a un Luis por otro Luis.
Ese movimiento tiene que entenderse, también, como relacionado con el 2018. Osorio está al frente en todas las encuestas entre priistas, pero no tiene asegurada la candidatura y parece obvio que el presidente Peña no quiso enviar una señal tan fuerte en ese sentido como hubiera sido colocar a Osorio en Sedesol. Por el contrario, al colocar en esa dependencia a Miranda, la ocupa con alguien de toda su confianza personal, mientras que le da a Meade una cartera clave como es Hacienda, con posibilidades de mayores costos políticos, pero donde también puede cosechar en su favor, paradójicamente, el antagonismo que había generado Videgaray, con o sin razón, en torno a su persona.
Luis tuvo un poder enorme en esta administración y eso genera adhesiones y enemigos. No los hereda Meade, por lo que puede quedarse con unos y neutralizar a otros. Quien crea que su nueva responsabilidad lo aleja del 2018 se equivoca. En realidad lo pone seriamente en esa carrera.
Mientras tanto, Osorio Chong sigue en Gobernación y sabe, más aún después de lo ocurrido este miércoles, que si quiere llegar a la candidatura priista en el 2018, más allá de las encuestas, deberá seguir caminando en el límite y picando piedra. Lo increíble es que con tamaño desafío sigue encabezando las encuestas, sobre todo entre priistas. Ayer preguntábamos aquí si no era ya hora de darle mayor protección, pero con la salida de Videgaray darle la protección de Sedesol hubiera sido tomado como un destape adelantado, algo que Peña no está decidido a hacer. Por eso se queda en Gobernación, quizás con un beneficio adicional: el espacio que ocupaba Miranda en Bucareli era muy amplio, tan amplio como puede ser el derecho a picaporte en Los Pinos del que gozaba Miranda. Si bien la relación de Osorio con Miranda nunca fue mala, esa situación también generaba contradicciones en la operación de Gobernación. Quizás ahora Osorio pueda completar su equipo poniendo alguien de su confianza en esa posición. Algo importante, sobre todo ahora, cuando sabe que su futuro en la administración y en sus aspiraciones pasará, necesariamente, por su desempeño en Gobernación.
De cara al 2018, el equipo presidencial seguirá con dos polos: Gobernación y Hacienda, pero se suma de lleno un interlocutor que hasta ahora estaba en la sombra: Miranda.