Las expectativas y los panistas
Columna JFM

Las expectativas y los panistas

06-10-2016 Ya han tomado posesión los principales triunfadores de Acción Nacional del pasado 5 de junio: José Rosas Aispuro en Durango, Carlos Joaquín González en Quintana Roo, Francisco Javier Cabeza de Vaca en Tamaulipas y Javier Corral Jurado, apenas ayer, en Chihuahua. Falta Miguel Ángel Yunes en Veracruz y está en tribunales (aunque se ve difícil que haya cambios) Martín Orozco en Aguascalientes. A Tony Gali le tocará reemplazar a Rafael Moreno Valle hasta febrero del año próximo. Todos, salvo Puebla donde la transición se da entre panistas, eran estados gobernados por el PRI, algunos de ellos nunca habían tenido alternancia partidaria, como Veracruz, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo, lo que hace a esos triunfos trascendentes para el PAN.

Entre los ganadores hay de todo: desde independientes hasta expriistas, desde personajes muy cercanos a la ortodoxia partidaria, los menos, hasta los que juegan con sus propias cartas, pero todos tendrán una responsabilidad clave si el PAN quiere recuperar el poder en el 2018.

No se pueden hacer cuentas fáciles de cara a esa elección presidencial. Nada está plenamente definido, mucho menos la correlación de fuerzas, el contexto económico, social, político, de ese año. Incluso, la elección estadunidense terminará influyendo en los comicios del 2018.

Pero más allá de todo eso, para el PAN lo central serán dos cosas: primero, mantener su unidad, y segundo, y tan importante como lo anterior, que estos gobernadores rindan buenas cuentas, demuestren que pueden hacer las cosas diferentes y mejor, pero, sobre todo, que cumplan con las expectativas que han generado.

No será fácil. Hay estados donde ese tránsito, hasta por la historia política de los nuevos mandatarios, será más sencillo, como en Durango, con Rosas Aispuro, o en Quintana Roo, con Carlos Joaquín. Pero mientras esperamos a ver qué sucede en Veracruz, es en Tamaulipas y en Chihuahua donde mayores retos deberán enfrentar los nuevos mandatarios.

Las dos transiciones han sido muy diferentes: tranquila y civilizada la de Tamaulipas, tumultuosa la de Chihuahua. Pero más allá de eso, García Cabeza de Vaca y Corral tienen frente a sí, antes que cualquier otra cosa, el combate a la inseguridad. En los dos estados hubo avances en las pasadas administraciones en ese ámbito, pero son tan insuficientes como inestables. Los cambios que se han dado en Tamaulipas en toda la zona del sur del estado, en Tampico, Madero y Altamira, se equilibran con desafíos en Ciudad Victoria y en Reynosa, donde al día siguiente de su toma de posesión, Cabeza de Vaca fue recibido con enfrentamientos y acciones provocadoras de los grupos criminales. Me parece un acierto que haya insistido en estos días en que su objetivo será recuperar la paz y profundizar los muchos proyectos económicos y de inversión que generará la Reforma Energética en ese estado. Y la seguridad y las inversiones irán de la mano.

En el caso de Chihuahua, hay mejorías evidentes en la seguridad, sobre todo, en Ciudad Juárez, que no pueden ser minimizadas, como tampoco el papel que jugaron en ello organizaciones sociales y empresariales junto al gobierno federal (el pasado y éste). Por eso, las designaciones que hizo Corral en seguridad son de alguna forma un reconocimiento a esos esfuerzos. Pero hay que recordar que en todos los estados fronterizos la seguridad siempre es inestable y conservarla depende de muchos factores, incluyendo los propios equilibrios de poder entre los grupos criminales. En el último año se encendieron focos rojos en distintos puntos de la geografía chihuahuense y la tarea de Corral será apagarlos o, por lo menos, tenerlos bajo control. A eso hay que sumar el cuidado de las inversiones, el desarrollo de industrias tan pujantes como las que existen en Chihuahua y atender problemas sociales tan delicados y específicos como son en ese estado el de los jóvenes y el de las mujeres.

En el discurso de toma de posesión, el acento de Corral estuvo puesto en la corrupción. Tiene lógica, primero porque la hubo y segundo porque con esa bandera ganó la elección. Aquí ya hemos dicho que la justicia por supuesto es necesaria, pero los gobiernos que hacen de la política de la cárcel su principal estrategia suelen terminar encerrados en ellas. No digo que debe haber impunidad, perdón o amnistía, sino que el gobernador no es un Ministerio Público. Que las autoridades de justicia se encarguen de perseguir a los presuntos delincuentes, hayan gobernado o no, pero que el gobierno, como tal, gobierne y la atención de los mandatarios se concentre en cumplir con las expectativas generadas.

Todos estos nuevos mandatarios inician con respaldo, con expectativas positivas y eso es bueno para sus estados y para el país. Sería irresponsable dilapidarlas.

JUÁREZ EN SG

René Juárez es el último de los gobernadores de Guerrero bien recordado. Ahora llegará a la subsecretaría de Gobierno en Gobernación y con su experiencia se constituye en una pieza clave en el equipo de Miguel Osorio.

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