Desamparados e inseguros
Columna JFM

Desamparados e inseguros

17-10-2016 El mayor de los éxitos para todos los compañeros que comienzan hoy en Imagen Televisión, un sueño realizado de muchos, pero, sobre todo, de don Olegario Vázquez Raña y Olegario Vázquez Aldir. Felicidades para todos.

 

Una de las mejores demostraciones de que no existe una clara estrategia de seguridad y mucho menos una comprensión de por qué ella es imprescindible, es la propuesta de la Coparmex y otras organizaciones patronales de dar marcha atrás y volver a crear una Secretaría de Seguridad Pública, desligando, nuevamente, la seguridad interior de la Secretaría de Gobernación. O, como contraparte, la insistencia de López Obrador y Movimiento Regeneración Nacional de retirar al Ejército y la Marina de las labores de seguridad pública.

Las dos propuestas, la de Coparmex y la de Morena, seguramente están hechas con buenas intenciones, más allá de que sean, obviamente, contrapuestas, pero el hecho es que por sí solas no tienen sentido. Durante los dos sexenios pasados la seguridad estuvo separada de Gobernación, hubo aciertos y errores, pero también desequilibrios internos que no pueden ser ignorados. Cuando el titular de Seguridad Pública tiene más peso político y mayor capacidad presupuestal (y, por ende, mayor interlocución con estados y municipios) que el de Gobernación, algo está mal. Si alguien tuviera la peregrina idea de quitar hoy a soldados y marinos de las tareas de seguridad interior, la misma se derrumbaría de inmediato, en los hechos son el andamiaje sobre el que se sostiene todo lo demás, sobre todo, en estados y municipios que no están en condiciones de garantizarle a su gente espacios mínimos de seguridad y estabilidad.

Lo cierto es que no tenemos, como Estado mexicano, una estrategia de seguridad. Debemos regresar al origen: no hay siquiera una legislación actualizada sobre el tema. Desde hace, por lo menos, tres sexenios las Fuerzas Armadas vienen reclamando, cada vez con mayor insistencia, una ley de seguridad que establezca con toda claridad los marcos legales en los cuales se pueden y deben desempeñar soldados y marinos. Una y otra vez ese reclamo ha sido ignorado y la consecuencia es que nuestros militares pagan costos cada vez más altos y tienen mayor incertidumbre. Agreguemos, que esos vacíos son los que permiten las campañas de desprestigio que en muchas ocasiones sufren. No se aprueba esa ley porque no hay interés de dotar al Ejército y a la Marina de un adecuado marco legal que les dé certidumbre. Pareciera que algunos piensan que debilitándolos se convierten en más controlables. Es la peor estrategia del mundo.

Tampoco tenemos un modelo policial para el país. Desde 2004 a la fecha ha quedado demostrado que la enorme mayoría de las policías locales está desbordada por el crimen. Por supuesto que ha habido buenas estrategias de reconstrucción de algunas de esas fuerzas, tomando como modelo la Policía Federal que, también con aciertos y errores, es el resultado de un enorme esfuerzo institucional. Pero el esquema es a todas luces insuficiente.

No se trata sólo de aprobar, como algunos creen, el mando único, o el mixto, como le llaman ahora, sino de definir un modelo y una estrategia policial para todo el país que incluya, obligatoriamente, a los tres niveles de gobierno. Tampoco se quiere avanzar en eso porque existen muchos intereses locales que prefieren una policía que continúe descentralizada y manejada por la política local de coyuntura.

También ha habido falta de claridad en el ámbito federal al respecto, en el pasado y ahora. Se ha presentado una iniciativa de ley, pero no se la ha impulsado en el Congreso, está en la congeladora.

Necesitamos una ley que establezca con claridad las atribuciones y los modelos operativos de soldados y marinos en la preservación de la seguridad interior. Necesitamos un modelo policial que involucre, a través de la fuerza de la ley, a los tres niveles de gobierno, establezca mecanismos y mandos claros y que haga homogéneas las fuerzas policiales.

Se necesita que los sistemas de inteligencia tengan un paraguas real que permita compartir información y utilizarla. No se trata de hacer una sola y gran central de inteligencia. Estados Unidos creó ese paraguas después del 11 S a través del Homeland Security, aunque siguen existiendo, por lo menos, once agencias de inteligencia que se manejan con autonomía, pero también con coordinación clara y legal sobre sus atribuciones. No tenemos nada por el estilo: nadie sabe por qué se desarticuló Plataforma México y cómo se integran en ese esquema de inteligencia el Cisen, las áreas militares o lo que quedó en Policía Federal, mucho menos las agencias estatales o, incluso, municipales.

Esos son los grandes temas: teniéndolo definido podremos pensar en si es mejor tener a la seguridad en Gobernación o no, o si algún día los militares podrán abandonar calles y serranías para dejarlas en manos, exclusivamente, de nuestras policías. Pero pareciera que nadie quiere asumir ese debate de fondo: quizás son muchos los intereses que prefieren que las cosas queden como están.

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