01-11-2016 Al final podía tener algo de razón el candidato republicano Donald Trump: sí puede haber intentos de amañar o manipular los comicios en Estados Unidos. La paradoja es que nuevo e inédito intento de manipulación se ha dado en contra de la candidata demócrata Hillary Clinton y a favor del propio Trump.
Todo porque el director del FBI, James Comey, un funcionario con una larga carrera en el partido republicano (aunque fue designado en ese cargo por el gobierno de Barack Obama, por un acuerdo bipartidista) decidió dar a conocer el viernes, en una forma por demás confusa, que habían encontrado otros mails relacionados con la investigación que el mismo FBI había realizado respecto al periodo en que Hillary fue secretaria de Estado y usó cuentas de correo que estaban conectadas a un servidor privado y no al del departamento. El FBI había concluido que no había habido ningún delito en ello, aunque apercibió a Clinton por haber sido “descuidada” en el uso de esa herramienta.
Ahora Comey, sin el visto bueno del departamento de Justicia, mandó el viernes una carta a los líderes del Congreso en la que les informa que el FBI había localizado nuevos correos electrónicos que “podrían” estar relacionados con su antigua investigación. ¿Cómo aparecen esos nuevos correos? Por otra investigación que involucra a quien fuera la pareja de una de las jefas de campaña de Clinton, el senador Antonhy Weiner, quien habría enviado videos y fotos sexuales. Investigándolo a él, fueron al correo de su ex pareja, ahora en el equipo de Clinton, y a partir de allí dice el FBI que encontró nuevos correos de Clinton y quiere revisarlos. No estaría mal, si no lo hubieran presentado como una nueva investigación.
El director del FBI admite que desconoce si estos nuevos correos pueden aportar datos relevantes pero dijo que no puede saber cuánto tardará el FBI en analizar esos correos. El equipo de Clinton ha exigido que se den a conocer de inmediato todos esos correos para demostrar que no hay delito alguno en ellos. El FBI no ha respondido.
Como reacción, ayer decenas de altos funcionarios del departamento de justicia, comenzando por el ex procurador Eric Holder y seis de sus antecesores, han publicado una carta abierta, indignados con el proceder del FBI. “Nos deja asombrados y perplejos la decisión sin precedentes de comentar públicamente sobre evidencias en lo que podría ser una investigación en curso sólo a once días de una elección presidencial”, dice la carta y agrega que “no podemos recordar una situación previa en que un alto cargo del Departamento de Justicia -republicano o demócrata- haya, en la víspera de una gran elección, hecho una comunicación pública en que la mera difusión de información pueda impactar en el desenlace de la elección y que el alto cargo admita que la información que se examinará pueda no ser significativa o nueva”. Incluso el departamento de Justicia le advirtió a Comey que con su anuncio violaba las normas que establecen que no se pueden comentar investigaciones en curso ni interferir en el proceso electoral.
La historia también salpica a la fiscal general, Loretta Lynch, porque el primero de julio pasado, cuando iba acompañada de su esposo, tuvo un encuentro casual, en el aeropuerto de Phoenix, con Bill Clinton. Ambos coincidieron en la pista y Clinton subió al avión de la procuradora a saludarla. Trump calificó al hecho con “terrible y horrible” porque a partir de ese encuentro casual sostuvo que Clinton y Lynch negociaron el caso de los correos de la ex secretaria de estado. Eso llevó a que Lynch decidiera sustraerse de toda relación con el caso Clinton, pero, como destaca el propio Holder, su antecesor en el cargo, una cosa es que ella se deslinde de esas investigaciones y otra que lo haga el departamento de Justicia y que no se supervise el accionar del FBI que depende de esa oficina.
Toda esta historia de una investigación que en realidad todavía no lo es, sobre unos correos que no se sabe si violaron o no alguna ley, está influyendo en una campaña electoral que concluirá dentro de una semana. En este fin de semana Trump, que ha utilizado el caso para insistir en que Clinton es una delincuente y que la mandará a la cárcel, como dijo ya en el debate pasado, se ha acercado a la candidata demócrata en la votación general y sobre todo en alguno de los estados clave, como Florida. La crítica y el deslinde los ex funcionarios de justicia, sirve para el elector informado. Para la gente de la calle, que no sabe de sutilezas legales, el que el director del FBI anuncie que revisará el tema es suficiente para inculpar a Clinton y reforzar las acusaciones de Trump. El hecho es que la ventaja de Hillary se redujo a solo 2.5 por ciento en el compilado de encuestas que presenta Realclear policts: la demócrata tiene ahora 47.5 de expectativas de voto contra un 45 por ciento de Trump.
Eso es manipular campañas e influir en ellas. Y el gran beneficiario se llama Donald Trump.