Treinta años de pactos
Columna JFM

Treinta años de pactos

10-01-2017 Esta es la descripción de la crisis. “La caída de la Bolsa de Valores en octubre y la devaluación del peso en noviembre tornaron muy difíciles las perspectivas económicas. El comportamiento sicólogico caracterizado por expectativas muy volátiles se agudizó en las primeras semanas de diciembre.

“El panorama económico y político, continúa la descripción, había cambiado dramáticamente entre principios de octubre y principios de diciembre. De hecho, el trastocamiento ocurrió en una semana, cuando se desplomó la Bolsa de Valores. Después, sólo fue la profundización de ese ambiente, que se caracterizó porque las expectativas positivas se volvieron sumamente negativas. Las bases de la economía, que parecían desarrollarse de manera sana, se descompusieron. Se ahogaron las expectativas de reactivación de la inversión privada y pública y, con ellas, las de crecimiento económico.

“En el terreno político surgieron mayores posibilidades de conflictos y de radicalización de la discusión política. Las nuevas circunstancias complicaban la campaña electoral y las elecciones del año siguiente, así como el final de mi gobierno. Lo único que podía salvarnos era el temor al conflicto”.

Así describió en sus memorias, lo sucedido hace 30 años, el entonces presidente Miguel de la Madrid. Bajo ese diagnóstico se construyó el Pacto de Solidaridad Económica. Como bien se dijo ayer, en estos 30 años, el país, la economía y la política interior han cambiado y si hace tres décadas el Pacto sirvió para poner freno a la devaluación y la inflación (que alcanzaron niveles inmanejables) en el marco de la crisis de la deuda externa y bursátil global, ahora lo que se busca es prácticamente lo mismo en una economía con bases mucho más sólidas, pero amenazada por diversos factores que van desde la llegada al poder de Trump hasta el precio de los combustibles, pasando por la crisis de credibilidad de las instituciones.

Lo que faltó en 1987-88, y que puede ser lo que nos falte ahora, es trascender ese acuerdo entre gobierno, sindicatos y empresarios (los tres con un margen de control y poder mucho menor ahora que entonces) al ámbito político. Los acuerdos políticos llegaron después de las elecciones de 1988 y terminaron sentando las bases para el gran proceso de reformas que se realizó en los años siguientes y que tuvieron como su corolario la firma del Tratado de Libre Comercio.

La ruptura de esos acuerdos políticos, manifestada en la violencia que se desplegó a lo largo de 1994 (en buena medida como expresión desestabilizadora de la resistencia a las reformas que se habían realizado en los años anteriores), de la mano con un pésimo manejo de la devaluación de diciembre, llevaron a otra crisis de enormes dimensiones. Seis años después, en el 2000, se dio la primera alternancia en el gobierno federal en 70 años.

El acuerdo que se firmó ayer en Los Pinos tiene el mismo ADN de aquel de 1987. Es un acuerdo entre sectores productivos y gobierno para controlar precios, mantener las inversiones y establecer mecanismos de respaldo a los sectores más castigados por la eliminación del subsidio a las gasolinas y sus consecuencias.

No es un mal acuerdo, aunque su implementación dependerá, como en el de 1987, de la voluntad de las partes de darle cumplimiento. El aglutinador, como escribía De la Madrid en sus memorias, “es el temor al conflicto”.

El Pacto del 87 tuvo otros méritos, pero finalmente no evitó el conflicto que se venía incubando desde principios de los 80. Las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas y de Manuel Clouthier expresaron ese descontento y la elección de 1988 se convirtió en la más disputada, hasta entonces, en la historia reciente de México. El gobierno de Carlos Salinas reconstruyó los acuerdos políticos para sacar adelante la gobernabilidad del país.

Me imagino que el acuerdo firmado ayer se cumplirá por las mismas razones que se terminó cumpliendo el de 1987-88: por el temor al conflicto, pero si no se toman otras medidas, como ocurrió entonces, “el conflicto” no se podrá evitar.

El acuerdo tiene metas positivas, pero la gente espera también otras cosas. Propuestas más específicas y concretas, como la que presentó el senador Luis Armando Melgar para que quienes fueron víctimas de los saqueos puedan hacer deducibles los daños y otras, como la reducción de los presupuestos electorales y de los partidos, que le otorguen un respiro a la clase media que está desencantada y termina siendo, casi siempre, la más castigada.

EL TUIT DE TRUMP

Meryl Streep es la actriz más importante de Estados Unidos: ha ganado ocho Globos de Oro en las 30 ocasiones en que ha sido nominada (casi en todos los años de su carrera ha recibido por lo menos una nominación). Ha ganado tres Oscar, en 19 nominaciones. Es una actriz enorme y el domingo, en los Globos de Oro, llamó a combatir la discriminación, el racismo, la violencia y a defender a los medios y la información seria. Trump publicó en Twitter que Streep era una actriz “sobrevalorada” y un “lacayo de Hillary”. Lo que nos espera.

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