Ante Trump, principios y negociación
Columna JFM

Ante Trump, principios y negociación

24-01-2017 Un buen amigo, conocedor profundo de la política nacional, me decía ayer que en el discurso presidencial sobre los lineamientos de política exterior no había nada nuevo. Es verdad y precisamente por eso me gustó ayer esa intervención presidencial.

Sigo pensando que en este tipo de eventos siguen sobrando muchos discursos, pero tanto el de Luis Videgaray como el del presidente Peña ratificaron los principios de política exterior mexicana que deben regir las relaciones con Estados Unidos en esta convulsa era Trump, pero también con las otras naciones del mundo.

Es una posición que abreva de la historia, pero que también se aplica para esta coyuntura tan especial. Algunos puntos que son clave al respecto. Uno de los principales es insistir en que la que se iniciará el miércoles con Estados Unidos es una negociación integral, que incluye todos y cada uno de los temas que comprenden la agenda, desde el comercio hasta la seguridad fronteriza. Es verdad que cada capítulo debe llevar su ritmo y tiene su propia historia, pero una relación tan compleja como la de Estados Unidos y México no admite negociaciones parciales que no contemplen los intereses de cada una de las naciones como región y por separado. También es importante que entre los principios se insista en que lo que se busca es negociar una integración más profunda de la región, de Estados Unidos, Canadá y México, no sólo una agenda bilateral que debilitará a todos.

La migración es central y dentro de ella la exigencia de una repatriación ordenada y coordinada. Como se dijo ayer, mientras Trump habla de repatriar a unas dos o tres millones de personas, durante la administración Obama se deportó a dos millones 600 mil nacionales, y en buena medida se hizo con orden y coordinación, sobre todo en los últimos años.

Centroamérica es una de las principales cartas de la negociación. En dos ámbitos, primero en la búsqueda de un esquema de integración y desarrollo para la región, pero también en el terreno de la migración y de la seguridad: los migrantes que cruzan hacia México provenientes de América central son muchos más que los mexicanos que buscan ingresar a la Unión Americana. En su camino son víctimas en demasiadas ocasiones de la delincuencia, pero también la delincuencia se aprovecha de ellos para buscar operadores o sicarios. El problema de seguridad y migración es, en ese sentido, bilateral y se deben buscar soluciones entre los dos países que pasen, sobre todo, en políticas de desarrollo mejor sustentadas para las naciones del América central.

La frontera, como se dijo, debe unir y no dividir: que tenga puentes, suficiente infraestructura, cruces, que esté controlada por la más alta tecnología en los dos países. Ésa es la salida realista e inteligente ante la propuesta del muro.

En la negociación del TLC, México, a partir de lo dicho por el presidente Peña, ya tiene tres temas para acuerdos paralelos: energía (debemos recordar el interés de la administración Trump por crear, ahí sí, una suerte de mercado común energético para la región), así como telecomunicaciones y comercio electrónico. Son temas centrales que no están incluidos en el TLC y que han tenido un desarrollo espectacular en el último cuarto de siglo.

En todo este esquema, la seguridad fronteriza, migratoria, en torno al narcotráfico y al terrorismo, la jurídica es fundamental, pero también lo es el ingreso de armas y de dinero producto del lavado por el consumo de drogas desde Estados Unidos. México puede avanzar en muchos capítulos en la nueva relación que se plantea con la Unión Americana, pero nuestros socios comerciales se deben comprometer a asumir ese compromiso: no se puede exigir más a México mientras los grupos criminales se alimentan de los recursos y las armas que llegan del otro lado de la frontera. Ése es un punto que no debería ser siquiera negociable.

No creo que ninguno de estos diez objetivos planteados ayer pueda ser objeto de diferencias serias entre los sectores productivos y las fuerzas políticas del país. Por supuesto que habrá que ver cómo se implementan y qué resultados se obtienen. Pero que ante la novedad, la intransigencia y la prisa que tiene Trump para desmontar lo construido en décadas, se apele a los principios, el diálogo y la negociación, no es en absoluto una mala noticia.

LAS QUIMIOS DE VERACRUZ

No sé si Fidel Herrera renunció o lo renunciaron como cónsul de México en Barcelona. No era esa la posición adecuada para el exgobernador de Veracruz, pero lo cierto es que ante las acusaciones presentadas por Miguel Ángel Yunes, respecto a las quimioterapias adulteradas que se habrían aplicado en el estado en los dos últimos gobiernos (el de Herrera y el de Javier Duarte), el crimen más infame que se podría cometer, el exmandatario no tenía más opción que dar la pelea.

No lo veo prófugo, lo veo tratando de convertirse en el principal antagonista de Yunes. Los suyos son rencores que vienen de mucho tiempo atrás. Pero en algo tan grave, lo importante es que haya verdad y justicia.

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