19-04-2017 Se dijo que a Javier Duarte se le había dejado escapar, que estaba muerto y nunca más volvería a aparecer, que era protegido por las autoridades. Ahora que está detenido se dice que es una maniobra política, que el pobre ex gobernador es un “chivo expiatorio” (lo que implica una forma exoneración), que se llegó a un acuerdo para que se entregara.
Los mismos que decían que nunca más iba a aparecer, ahora que ya está detenido exigen ya no que sea extraditado sino que sea deportado en forma inmediata, olvidando que esa no es una decisión del gobierno de México sino de Guatemala. Y piden que no sólo Duarte vaya a prisión sino también su esposa, sus suegros, sus cuñados, etc.
Veamos. ¿Se entregó Duarte? Es una posibilidad. Como decíamos aquí el lunes para mantener una fuga de largo plazo se requieren recursos abundantes y acceso a ellos; una red de protección eficiente y que no se detecta; y un sistema de comunicaciones que no pueda ser intervenido. Los recursos de Duarte comenzaron a escasear en la misma medida en que se le decomisaban cuentas y se cerraba el círculo en torno a sus colaboradores; lo mismo sucedía con la red de protección, cada día menor y expuesta desde que se detuvo en noviembre a un colaborador con pasaportes falsos; Duarte había huido con su esposa Karime, pero había dejado en México a sus tres hijos pequeños, tarde o temprano tendrían que buscar reencontrarse con ellos y eso hacía vulnerable sus comunicaciones. Cerrado el círculo, incluso geográfico, de la búsqueda, la caída era solo una cuestión de tiempo. Y cuando se reunió la familia, el ex gobernador fue detenido.
Si hubo un acuerdo explícito o tácito, o si simplemente se acabaron sus posibilidades de huida es, en realidad, algo menor. La detención, con entrega o no, fue consecuencia del cerco.
Se alega que su esposa Karime Macías no tiene cargos en su contra. ¿Realmente alguien cree que en este tipo de casos se debe arremeter contra toda la familia? El responsable de los delitos es el propio Duarte, no tiene sentido hacer detener a toda su familia. Actuar contra la familia deja de ser un ejercicio de justicia a un acto de venganza. Nadie demanda, ni aquí ni en Estados Unidos, que la esposa de Joaquín El Chapo Guzmán, la señora Emma Coronel, lo termine acompañando en una cárcel de máxima seguridad. Sin duda la señora Coronel tanto como la señora Macías tenían conocimiento de las actividades de sus respectivos esposos, eso no las hace cómplices. ¿Qué se hicieron denuncias contra ella y sus familiares antes de la detención? Sí, para nadie es un secreto que esas presiones sirvieron, en última instancia, para cerrar el círculo y lograr la detención de Duarte.
Para López Obrador, el ex gobernador es simplemente “un chivo expiatorio”. Como el candidato presidencial de Morena es un hombre muy creyente, con fuerte talante bíblico, le queda claro que un chivo expiatorio es el animal al que se le cargan las culpas de otros: “es la denominación que se le da a una persona o grupo de ellas, dice Wikipedia, a quienes se quiere hacer culpables de algo, sirviendo así de excusa a los fines del inculpador”. Para López Obrador entonces, Duarte es un inocente al que se carga de culpas ajenas.
Desde tiempo atrás, desde la campaña electoral veracruzana, se ha dicho que Duarte impulsó al candidato de Morena Cuitláhuac García, para tratar de quitarle votos a Miguel Ángel Yunes. Después de la huida de Duarte, el propio Yunes informó de las cantidades que el gobierno estatal entregaba a Morena. Ahora en un video desaliñado, López Obrador dice que van a usar a Duarte para acusarlo a él. Lo cierto es que esa acusación ya se hizo y el propio López Obrador no ha contestado a ella. En todo caso, la certidumbre o no de la misma dependerá de que haya pruebas que sustenten o no esa acusación. Si no hay pruebas el líder de Morena no tendría por qué preocuparse. ¿O cree que podría haberlas y eso es lo que le preocupa?
Se dice que la detención es para fortalecer las campañas electorales del PRI. Pues quién sabe. No creo que ayuden en algo a sus candidatos. Por supuesto que no en el propio Veracruz, y lo dudo que lo apoyen en el estado de México, incluso en Coahuila. En Nayarit muchos creen que el gobernador Roberto Sandoval será el próximo Duarte, sobre todo después de la detención del fiscal Edgar Veytia, lo que tiene aterrado a sus socios y cómplices.
La detención de Duarte y la semana pasada la de Tomás Yarrington, son dos hechos destacables y deben ser un eslabón que sirva para poder jalar de toda la cadena de corrupción que azotó a ambos estados. Demeritarlas es, en los hechos, un guiño a la impunidad.
Por cierto. Ya la candidata panista Josefina Vázquez Mota presentó su tres de tres, detallada y amplia (mucho más que la de sus contendientes) en el estado de México. Pero hoy será el debate entre candidatos en Coahuila y el panista Guillermo Anaya no termina de hacerlo mientras tampoco responde a las acusaciones del priista Miguel Riquele sobre la muy lujosa residencia del propio Anaya en Torreón.