25-04-2017 La elección de Francia del domingo pasado deja muchas lecciones políticas para nosotros, pero ninguna es más importante que comprender que si queremos gobernabilidad y estabilidad debemos cambiar nuestro sistema político.
Emmanuel Macron, un muy buen candidato que surgió con una formación política atípica, hecha a su medida, hace apenas un año, liberal en la economía, progresista en lo social, ganó con casi 24 por ciento de los votos la primera vuelta electoral, contra Marianne Le Pen, la candidata del Frente Nacional una populista de extrema derecha, partidaria de dejar la Unión Europea, admiradora de Trump y de Putin, que apenas alcanzó el 21 por ciento de los votos. Los candidatos de los partidos tradicionales, de la socialdemocracia y de centroderecha, que hegemonizaron la política francesa desde el surgimiento de la llamada V República (en 1958), no lo alcanzaron los votos suficientes para participar en la segunda vuelta, lo mismo que el candidato de la izquierda populista, Jean Luc Melénchon.
Lo importante no sólo es el triunfo de Macron, sino que habrá en quince días una segunda vuelta que consolidará la gobernabilidad y le permitirá, y obligará, a Macron a realizarlas alianzas necesarias para gobernar, algo que no hubiera sido viable, o por lo menos hubiera sido muy difícil, con poco más del 23 por ciento de los votos. Hoy los partidos que no pasaron a la segunda vuelta han anunciado apoyos a Macron que estaría obteniendo así, según las encuestas, poco más del 65 por ciento de los votos, lo que le otorgará una base de legitimidad y gobernabilidad muy diferente a la que le ofrecería haber llegado al Eliseo con el 23 por ciento.
Esa es la reforma que debemos hacer en México antes del 2018. Es la propuesta que presentó Manlio Fabio Beltrones y también, por otra vía, Rafael Moreno Valle. Son muy pocas las democracias en las cuales no hay segunda vuelta porque el voto se ha pulverizado entre varios partidos y candidatos y construir mayoría es cada día más complejo. Está la excepción de Estados Unidos, pero ya sabemos que su sistema electoral hace años que ha quedado tan anacrónico que es la única democracia del mundo en la que, como ocurrió el año pasado, el candidato que obtiene casi tres millones de votos menos que su adversario termina ganando la elección. Pero salvo en los sistemas parlamentarios puros, en todos los demás hay segunda vuelta. Con un ingrediente muy interesante que está en la propuesta de Beltrones: una segunda vuelta con gobierno de coalición.
En el 2018 nadie tendrá mayoría absoluta en los comicios presidenciales. Es más, muy difícilmente tendremos, con cuatro, cinco o seis candidatos competitivos, como ocurrió en Francia, alguno que supere el 30 por ciento. Puede ganar cualquiera pero casi ninguno podrá gobernar. Ya vivimos esa situación, con condiciones mucho menos graves que hoy, en las elecciones del 2006 y del 2012. Para gobernar se requieren acuerdos y coaliciones, no minorías que lleguen al poder pero no puedan avanzar en el terreno legislativo o lo hagan a fuerza de golpes autoritarios (que es la gran tentación de cualquier minoría que llega al poder sin consensos y acuerdos con otras fuerzas).
La propuesta de Beltrones establece que quien no alcance un 42 por ciento de los votos, debe construir una mayoría parlamentaria con acuerdos explícitos con otras fuerzas, un gobierno de coalición, como si fuera una democracia parlamentaria. Si no lo logra en un mes, habrá segunda vuelta entre los dos principales competidores, que en ese mismo proceso tendrán que construir, de una u otra forma, esa coalición.
No es verdad que es una fórmula contra López Obrador. Lo mismo podría argumentar el PRI, ante el fuerte voto anti priista o Margarita Zavala, por el anti panismo o anticalderonismo. Es una fórmula que obliga a acuerdos, a respetarlos y que permite gobernar. Todos sabemos que casi no hay tiempo para sacar una reforma de estas características, pero luego del levantamiento zapatista, en 1994, en unos pocos días se pudo sacar una reforma que le dio gran certidumbre a la elección presidencial de ese año, y sentó las bases para la construcción del sistema electoral posterior.
No dejemos pasar la oportunidad. Si llegamos con el actual diseño político al 2018 correremos el serio riesgo de tener otro sexenio perdido.
Lord Prospera
Lo ocurrido con el informe del senador Roberto Albores Glison en Chiapas, al que ahora llaman Lord Prospera, es un escándalo. El senador llenó para su informe un estadio, pero resultó que como lo demostraron innumerables testimoniosgrabados, lo hizo acarreando a los beneficiarios del programa Prospera, que iban acarreados pues, y con la amenaza de que si no participaban les quitarían esos beneficios. La práctica, obviamente no es nueva, y vaya que la aplicó el padre del actual senador cuando le tocó ser gobernador, pero estamos no sólo ante un hecho ampliamente condenable, sino también contra un presunto delito que debería ser castigado política y judicialmente.