La liberación del Gral. Rodríguez Pérez
Columna

La liberación del Gral. Rodríguez Pérez

Lo que hicieron Alejandro Encinas, próximo secretario de gobierno de la ciudad de México, y el entonces fiscal especial del caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, ahora asilado en Estados Unidos, con la investigación del caso Ayotzinapa es sencillamente vergonzoso. Hace casi dos años, ordenaron la detención de varios militares, entre ellos el general José Rodríguez Pérez sin una sola prueba en su contra, basados en el testimonio de un sicario, asesino confeso de los jóvenes de la normal, reconvertido casi cuatro después de su detención en un testigo protegido a modo.

Este fin de semana, finalmente, un juez determinó que el general como ya ha sucedido con otros militares detenidos por el mismo método, podrá seguir el proceso en libertad y dejar su celda en la prisión del campo militar nro. uno donde pude entrevistarlo en septiembre del 2022.

Esa entrevista fue clave para desmontar el falso andamiaje que se quería construir para procesar a estos militares y demostrar un involucramiento militar en lo sucedido aquella noche del 26 de septiembre del 2014 en Iguala. La campaña que libraron sectores muy duros de dentro y fuera de Morena para tratar de demostrar el involucramiento militar fracasó por una sencilla razón: nunca tuvieron una sola prueba.

Lo que intentaron hacer Encinas y Trejo, ya lo había hecho en los 90, Pablo Chapa Bezanilla: primero, crear una narrativa de lo que querían o pensaban que había sucedido; después, detener a los responsables políticos a modo a partir de declaraciones de personajes oscuros que ya habían sido detenidos por otros delitos; para justificar las detenciones sin pruebas filtrar todo tipo de información sin sustento pero políticamente verosímil. En el camino destrozaron la credibilidad en la justicia, acabaron con carreras políticas y con familias, descalificaron instituciones. 

Cuando un jueves de septiembre de hace dos años ingresé al penal militar del Campo Militar nro. Uno, para entrevistar al general José Rodríguez Pérez, acusado sin prueba alguna por Encinas y Trejo de haber participado en la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, pensaba en los costos de esa investigación falsa, truqueada e incluso corrupta. Encinas, también sin comprobarlo, había declarado que Rodríguez Pérez había haber ordenado el asesinato de entre cuatro y seis de esos jóvenes, días después de aquel 26 de septiembre.

La síntesis del caso es sencilla de presentar: un general con cuarenta y cuatro años de servicio, con una foja de servicios impecable, termina preso por la acusación de un jefe de sicarios que reconoce haber participado en la desaparición y presunta muerte de los 43 estudiantes, lo que está plenamente comprobado. El sicario, apodado el Cabo Gil, está libre, el general preso. Ese es el drama que vivía el general Rodríguez Pérez cuando lo entrevisté en el campo militar número uno. 

Estaba tranquilo ese día, aunque con el paso de los meses le fue ganando la ansiedad de saberse inocente y seguir detenido. “En primer lugar, me dijo, luego de recordar todo lo sucedido y cómo había actuado ese 26 de septiembre, quiero señalar que nosotros estamos a favor de las familias, entendemos el dolor de las familias y nosotros siempre desde el primer momento que sucedieron los hechos, hemos cooperado con ellos. Yo me entrevisté con los padres de los estudiantes dos días después de los eventos, me pedían apoyo y yo se los brindé, les hice algunas propuestas para poder localizarlos, junto a mí estaba el encargado de derechos humanos del estado de Guerrero. La institución siempre ha prestado apoyo y siempre ha estado a favor de los padres, pero no a cualquier costo, y fui señalado en forma completamente infundada”.

El general Rodríguez Pérez durante en el periodo que estuvo a cargo del cuartel de Iguala proporcionó duros golpes a Guerreros Unidos. Llama la atención, le digo, que le acusen de estar en convivencia con Guerreros Unidos cuando golpeó a Guerreros Unidos. “En los lugares en que he estado he actuado contra diferentes tipos de bandas, he hecho un trabajo que lo respalda mi expediente que se encuentra en la Secretaría de la Defensa Nacional… Tengo cuarenta y cuatro años de servicio y tengo cuatro años (ahora seis) de haberme retirado, disfrutando a mi familia, disfrutando a mis nietos, disfrutando el calor del hogar y ahora, mira, estamos en esta situación.

“Es una vileza lo que hicieron, una cobardía, dice, el haberse manifestado al margen de la ley de esta persona (Encinas) y realmente estoy aquí, como te lo comentaba, por delincuencia organizada, que no tiene que ver nada con esa declaración que hizo esta persona, estoy aquí sustentado por un testigo protegido que tienen ellos”. 

Un testigo, por cierto, que fue detenido por fuerzas militares. ¿Qué es lo que espera de la justicia?¿de la sociedad?¿cómo espera que termine este proceso?, le pregunté hace dos años.“Lo que espero en primer lugar es que no nos juzguen como lo hizo esta persona (Encinas), que se enteren, que esperen al resultado jurídico, que nos avala la razón, somos inocentes… estamos aquí, nos presentamos, estoy dando la cara, para que conozcan cuáles fueron los hechos, que vean cuál es mi carrera …vamos a salir adelante con la cara en alto y voy a reivindicar mi nombre”. Apenas puede comenzar a hacerlo.

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