La forma personal de ejercer el poder
Columna JFM

La forma personal de ejercer el poder

Entrevisté al presidente Calderón unas horas antes de que partiera a Mérida, al encuentro con el presidente Bush y me llamó profundamente la atención la ausencia de tensión previa respecto a ese encuentro, considerando que era el primero que, como mandatario en funciones, tendría con su homólogo estadounidense. No sabría hasta terminar la entrevista que unos minutos después se encontraría, también por primera vez desde el primero de diciembre, con su antecesor Vicente Fox, de quien me había dicho que sus declaraciones ?meten ruido, causan polémica, son noticia? pero que obedecen más ?a su manera de ser? que a un intento de dañar o perjudicar su administración. Tampoco parecía presionado, en absoluto, por el primer encuentro con su predecesor. Y es que, como también me dijo el presidente Calderón en esa entrevista, aunque sostuvo que esa no era la palabra correcta, disfruta el poder, vive intensamente y ?con felicidad? lo que está haciendo, porque, en última instancia, ?le gusta su trabajo y lo que está haciendo?.

Entrevisté al presidente Calderón unas horas antes de que partiera a Mérida, al encuentro con el presidente Bush y me llamó profundamente la atención la ausencia de tensión previa respecto a ese encuentro, considerando que era el primero que, como mandatario en funciones, tendría con su homólogo estadounidense. No sabría hasta terminar la entrevista que unos minutos después se encontraría, también por primera vez desde el primero de diciembre, con su antecesor Vicente Fox, de quien me había dicho que sus declaraciones “meten ruido, causan polémica, son noticia” pero que obedecen más “a su manera de ser” que a un intento de dañar o perjudicar su administración. Tampoco parecía presionado, en absoluto, por el primer encuentro con su predecesor. Y es que, como también me dijo el presidente Calderón en esa entrevista, aunque sostuvo que esa no era la palabra correcta, disfruta el poder, vive intensamente y “con felicidad” lo que está haciendo, porque, en última instancia, “le gusta su trabajo y lo que está haciendo”.

No es una declaración menor ni una interpretación psicologista de la política. Es una forma de entender y ejercer el poder. Probablemente es verdad, como dice el presidente Calderón, que las declaraciones tan controvertidas de Vicente Fox devienen de su “manera de ser”: así ganó la elección y así gobernó. Disfrutó intensamente estar en campaña y sufrió la presidencia, particularmente a la hora de gobernar, de “estar muy enfocados para darle seguimiento a los temas”, como me decía Calderón. El ex presidente gobernó con un estilo difuso, con una agenda poco clara a la hora de seguir sus objetivos y, al contrario de lo que plantea el actual mandatario, “perdiendo el foco y la perspectiva del futuro”. Son dos personajes, dos estilos tan diferentes de pensar, de entender y asumir la política y el poder, que llegaron al poder en circunstancias tan diferentes, que ese estilo marcará la diferencia en sus respectivas gestiones.

Pero por eso también, por esa tendencia a “no perder el foco” creo que el presidente Calderón estaba tan poco presionado previo al encuentro con Bush al tiempo que su “foco” de interés parece estar mucho más en algunos temas de política interior. Uno de ellos del que se ha hablado mucho, la seguridad, con la convicción presidencial de que lo más preocupante de cara al futuro es la depuración de las fuerzas policiales (y el convencimiento de que es una tarea de que debe hacerse pero que tardará en dar réditos políticos reales) y otros tres de los que se ha hablado mucho menos: las reformas al sistema de pensiones, la hacendaria y la energética.

Habló de las tres y lo hizo en diferentes términos y con distintos tiempos de cara al futuro. La reforma de pensiones, la de los trabajadores del ISSSTE especificó, parece estar en la agenda muy inmediata de su relación con el congreso. En los hechos pareciera que desde Los Pinos se percibe que en ese capítulo está por cerrarse en un lapso corto de tiempo. Me llamó mucho más la atención la convicción de que también la reforma hacendaria está mucho más cerca de lo que pareciera (reconoció tener ya el borrador de ella) y sobre todo que la misma, según, sostuvo el presidente, podría salir con el beneplácito de “todos” los partidos. Y el trabajo en torno a ella parece ser, también, una expresión de la forma en que está laborando la presidencia: relaciones, diálogos, encuentros formales e informales, la mayoría de ellos discretos, la utilización intensiva de especialistas en el tema que no necesariamente sean parte del gobierno o de los partidos y un trabajo concreto con el congreso y sus representantes para establecer esos acuerdos. ¿Cómo sería esa reforma?. Por supuesto que no tuve una respuesta concreta pero sí claridad en sus objetivos y algunas pistas importantes: aumentar la recaudación, ampliar la base de contribuyentes y, también “la base fiscal”, reducir algunas tasas en ciertos impuestos (recordemos que en campaña había propuesto la reducción del ISR en un esquema similar al que se aplicó en los países de Europa del Este o en Irlanda, para aumentar la recaudación y las inversiones). Le pregunté qué pensaba de la propuesta de los diputados, en particular del PRI, de que fuera el ejecutivo el que presentara la iniciativa y la respuesta coincidió, una vez más, con el estilo de gobernar: pongámonos de acuerdo en qué presentar y luego sobre quién lo presenta, aclarando que no tendría problema en presentar esa iniciativa.

En el tema energético también me llamó la atención la forma en que se plantea Calderón la operación sobre las reformas del sector. El diagnóstico sobre el tema es tan inapelable como extendido, también su convicción de que todos los partidos son conscientes de él. Pero sostiene que aún falta trabajar para llegar a acuerdos de amplio espectro. El problema es tan complejo, dijo, “que requerimos realmente  generar un consenso de hacia dónde debemos llevar la regulación, porque no podemos darnos el lujo de fallar”. Ese parece ser el centro del estilo de la nueva administración: la gravedad del problema no obliga a sacar a como dé lugar una reforma, sino a trabajar mucho más en la búsqueda de un acuerdo amplio porque es la única forma de “no fallar”.

Carlos Salinas logró sacar reformas decisivas para el futuro del país, pero sus opositores, se lo cobraron en el 94. Ernesto Zedillo y sobre todo Vicente Fox, plantearon la urgencia y la necesidad de esas reformas pero no buscaron los acuerdos más que por la vía del convencimiento de sus adversarios. Calderón ahora asume la urgencia de esas y otras reformas pero se impone la norma de que es preferible un buen acuerdo que la mejor propuesta presentada en solitario. Para ello se requiere estar enfocado y tener una perspectiva de futuro. No es poco cosa: es un estilo de gobernar que puede dar réditos importantes, para el ejecutivo, para el legislativo y para el sistema democrático.

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