¿El PRD es un partido, un frente, una convención, un ?gobierno??
Columna JFM

¿El PRD es un partido, un frente, una convención, un ?gobierno??

¿Dónde está el PRD?. El partido del sol azteca está ante un momento de definiciones que difícilmente puede seguir aplazando. Su camino en estos meses, desde la derrota electoral (y la política posterior, que ha sido más dolorosa aún), lo han llevado a un aislamiento en el que ha retrocedido años. Hoy, el PRD parece recordar aquel posterior al 88, que gastaba su capital político en organizarle manifestaciones a Carlos Salinas mientras éste se los comía políticamente, llegando a tasas electorales de 14 por ciento de los votos. La única diferencia es que, entonces, organizada o no por el gobierno federal, existían presiones y actos represivos reales contra el naciente perredismo, y que, por otra parte, aunque con muchos errores, de aquello surgió un partido político que supo rectificar y dar, en 1997, un golpe político muy importante al ganar Cuauhtémoc Cárdenas la jefatura de gobierno del DF.

¿Dónde está el PRD?. El partido del sol azteca está ante un momento de definiciones que difícilmente puede seguir aplazando. Su camino en estos meses, desde la derrota electoral (y la política posterior, que ha sido más dolorosa aún), lo han llevado a un aislamiento en el que ha retrocedido años. Hoy, el PRD parece recordar aquel posterior al 88, que gastaba su capital político en organizarle manifestaciones a Carlos Salinas mientras éste se los comía políticamente, llegando a tasas electorales de 14 por ciento de los votos. La única diferencia es que, entonces, organizada o no por el gobierno federal, existían presiones y actos represivos reales contra el naciente perredismo, y que, por otra parte, aunque con muchos errores, de aquello surgió un partido político que supo rectificar y dar, en 1997, un golpe político muy importante al ganar Cuauhtémoc Cárdenas la jefatura de gobierno del DF.

Hoy el perredismo no es reprimido, ni en el ámbito local ni en el federal. Los provocadores no vienen de fuera sino que son parte del “movimiento”, como le gusta llamarlo a López Obrador. El partido ha perdido toda dimensión organizativa propia y parece deshacerse carente de personalidad. ¿Qué es el PRD hoy?¿dónde deben organizarse sus militantes?. Cuando después del 88, algunos, como Porfirio Muñoz Ledo, insistían en conformar un movimiento que respondiera sólo a Cárdenas, éste apostó por integrar un partido político en torno al cual el FDN se organizara para las luchas futuras.

Hoy, a ocho meses de la elección presidencial, los perredistas han perdido incluso la identidad: ¿se encuadran en el partido y sus comités?¿o el partido se diluye en el Frente Amplio Progresista?¿hasta dónde el FAP es una expresión de unidad?, porque hasta ahora, fuera de votaciones en la cámara de diputados, no han podido ni siquiera establecer candidaturas comunes para estos comicios. ¿Cómo se relaciona con el partido la Convención Nacional Democrática?, porque, que se sepa, nadie en el partido la convocó, salvo López Obrador que no ostenta cargo alguno en él y tampoco el partido como tal tiene participación en sus decisiones. Peor aún ¿cómo se relaciona el PRD con el llamado “gobierno legítimo”?¿López Obrador consultó con algún organismo de dirección del partido sobre su conformación, sobre sus integrantes, sobre su operación, sobre sus propuestas?. Va más allá la duda ¿por qué López Obrador está “afiliando” gente al llamado “gobierno legítimo”?¿desde cuándo se necesita afiliar militantes para un “gabinete alternativo”?. En realidad, para lo único que pareciera ser una alternativa esa afiliación no es para el gobierno realmente legítimo del país, sino que la misma se está construyendo para reemplazar o diluir al PRD.

Ya desde la precampaña López Obrador ignoró al perredismo. No lo consultó ni lo tomó en cuenta. En su equipo de campaña no hubo lugar para el partido y antes impuso como dirigente nacional a Leonel Cota Montaño, un hombre sin ninguna experiencia ni militancia real en el partido, simplemente porque era su incondicional. Ahora, al lado de Cota Montaño, usa a un desautorizado ex vocero como Gerardo Fernández Noroña, con un grupo de alborotadores para impulsar distintas provocaciones, incluso contra los propios dirigentes del PRD, como lo sufrieron el domingo 18 tanto Cuauhtémoc Cárdenas como Javier González Garza y otros militantes perredistas, en el acto conmemorativo de la expropiación petrolera.

Las provocaciones han afectado a distintos personajes y grupos sociales, pero sobre todo están dirigidas contra el propio PRD. Están haciendo, ante el partido, una demostración de fuerza: de poco importa que el consejo del partido desautorice a Fernández Noroña, López Obrador lo sigue manipulando y las provocaciones se suceden, ya sea contra Cárdenas o contra los legisladores al llegar a San Lázaro. Si Marcelo Ebrard quiere dedicar tiempo a gobernar la ciudad de México y se desmarca de López Obrador, los provocadores azuzan la escasa convocatoria de la CND, declarándolo traidor, sin entender, siquiera, que en horas laborables, el jefe de gobierno no puede participar en una marcha partidaria. Y sin asumir que, en los hechos, en poco más de cien días, la administración de Ebrard se ha mostrado, a pesar de que él no es un hombre de izquierda, mucho más progresista que López Obrador en seis años, con medidas que van desde el intento de limpieza del crimen en Tepito e Iztapalapa, hasta el apoyo a la ley de despenalización del aborto, o las sociedades de convivencia. Medidas, todas ellas, que jamás quiso adoptar el ex jefe de gobierno.

El perredismo tiene que decidir qué va a hacer con López Obrador. Los está llevando a un derrumbe del cual el partido no se podrá levantar y ello se pondrá de manifiesto en los resultados de las 14 elecciones de este año: van a ser un desastre para el perredismo y el argumento que utilizarán, ya lo están haciendo, los lopezobradoristas, es que ello confirma que no se puede recurrir a la vía democrática para buscar el poder. Y la deslegitimación del partido crecerá más, favoreciendo un movimiento más raquítico pero más radical y, lo más importante, que no tiene que rendirle cuentas a nadie más que al ciclotímico “líder” que dice encabezarlo.

Por eso, la disidencia no puede ser aceptada ni dentro ni fuera del movimiento. Por eso las provocaciones para “poner en orden” a cualquiera que desee recorrer otro camino, por eso las presiones para que el PRD siga financiando un “gobierno legítimo” inexistente, pese a tener una deuda de 800 millones de pesos de la campaña, de la que nadie ha rendido cuentas. Debería darles vergüenza (y hacerlos reflexionar) que hoy, Alternativa Socialdemócrata, con cinco diputados haga más política y ejerza mayor influencia en el congreso que el PRD con toda su bancada, y toda la parafernalia lopezobradorista.

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