¿Todo para el extraordinario?
Columna JFM

¿Todo para el extraordinario?

Quedan menos de dos semanas para que concluya el periodo ordinario de sesiones en el congreso y será difícil ya, que se pueda avanzar en forma sustancial en alguna de las reformas pendientes, aunque, por su urgencia, quizás tendría que hacerse un esfuerzo especial para sacar, por lo menos, algunas de las principales iniciativas relacionadas con el tema de la justicia y la seguridad, donde los rezagos son tan grandes como las urgencias.

Quedan menos de dos semanas para que concluya el periodo ordinario de sesiones en el congreso y será difícil ya, que se pueda avanzar en forma sustancial en alguna de las reformas pendientes, aunque, por su urgencia, quizás tendría que hacerse un esfuerzo especial para sacar, por lo menos, algunas de las principales iniciativas relacionadas con el tema de la justicia y la seguridad, donde los rezagos son tan grandes como las urgencias.

Pero en el congreso parecen estar pensando en otros tiempos. En los últimos días dos han sido los temas más destacados en ese ámbito: por una parte, la polémica implícita entre Giovanni Sartori y Manlio Fabio Beltrones sobre la reforma del Estado, en particular lo relacionado con los tiempos de ésta y el sentido último de la reforma. En realidad, como ya lo ha señalado Leo Zuckerman, el politólogo italiano y el senador mexicano están hablando de cosas diferentes: mientras que el primero está hablando de reformas estructurales, que hacen a la gobernabilidad de fondo en el país, el segundo se está refiriendo, sobre todo, a reformas que influyen particularmente en el terreno partidario y electoral. Los partidos están apurados en que se den éstas últimas porque quieren, algunos, que se apliquen en el 2009; los temas de la gobernabilidad no parecen estar, todavía, en el centro de su debate, y muy probablemente, esperarán a que pasen las elecciones de medio término para abordar, si finalmente lo hacen, esos temas. Paradójicamente, las dos visiones no tendrían que ser contradictorias sino complementarias. Habrá que ver si así lo entiende el congreso.

El otro punto fue el llamado de los diputados al gobierno federal para que presente su propuesta de reforma fiscal. En realidad, la administración Calderón había decidido presentar esta misma semana, saliendo de las pascuas, esa propuesta y se estuvo trabajando a marchas forzadas en ella en los días vacacionales. Habrá que ver si se mantiene el cronograma original. Lo que sucede es que el gobierno federal y los legisladores que sacaron adelante la reforma al ISSSTE observaron tan buenos resultados en ella que no quieren modificar el método de trabajo: la reforma hacendaria “integral”, según dijo Agustín Carstens en una entrevista, se busca que salga, desde un inicio, con los mayores consensos posibles, para evitar un desgaste demasiado prolongado en el debate. En este sentido, quizás podría retrasarse unos días la presentación de la propuesta, por una parte, para afinar los acuerdos, pero también para acercar la presentación al fin del periodo ordinario, con el objetivo de que el debate se dé, originalmente, en comisiones y poder llevar la reforma a un periodo extraordinario, sin tener que esperar hasta septiembre, cuando se superpondrá con la discusión sobre el presupuesto. Obviamente, se debería tener resuelta la reforma, saber cuánto va a tener el estado en términos fiscales antes de decidir cómo y cuánto se va a gastar. Pero también se debe recordar que este año habrá demasiados procesos electorales locales que pueden tener influencia en ese proceso si el debate se posterga demasiado.

El hecho es que el gobierno federal tiene ya muy avanzada su propuesta, que no tendrá modificaciones importantes en la ley del IVA, pero que sí buscará una transformación integral del sistema recaudatorio y que se terminará relacionando con la reforma energética, porque si se busca reducir la dependencia de PEMEX en términos fiscales, habrá que hacer cambios en el sistema legal de esa empresa y en el sector en general. Por eso, el momento en que se presente la propuesta fiscal y los acuerdos que se hayan alcanzado previamente son muy importantes.

En los partidos, pareciera que existe conciencia de que debe haber una reforma en ese sentido y dicen estar dispuestos a participar en ella. Incluso el perredismo, que tanto se equivocó con la reforma del ISSSTE, al aislarse del debate, dice ahora que sí participará, entre otras razones porque sus diputados y senadores ahora sí quieren jugar un papel en esa reforma decisiva para el futuro del país (y de allí las críticas de Guadalupe Acosta Naranjo al aislacionismo propulsado por López Obrador y su reconocimiento de que éste perdió la elección), y también porque sus presidentes municipales y gobernadores saben que los excedentes petroleros se acabarán más temprano que tarde y habrá que buscar con qué reemplazar esos recursos. Ellos son los que más pueden salir ganando de una reforma de esas características.

Obviamente en las dos semanas que quedan no se resolverá ninguno de estos temas, pero sería importante que quedaran planteados, presentadas las propuestas, para permitir que en un periodo extraordinario pudiera avanzarse en estos temas, antes que el calendario electoral nos alcance.

La esterilidad conceptual

No sé qué es más irritante. Si los mensajes hasta telefónicos (¿quién los paga?) de Chespirito, impulsando la desinformación sobre el tema de la despenalización del aborto o la utilización de la imagen de Pedro Infante para apoyarla esa propuesta (que Pedro Infante era, es, un ídolo popular nadie lo duda pero, realmente, ¿alguien cree que estaba siquiera preocupado por el tema y que sus posiciones no eran más que conservadoras en lo referente a los derechos de la mujer?). Pero quizás lo que más asombra es la histeria que provoca que una joven decida utilizar un vestido “regional” con símbolos cristeros en un certamen de Miss Universo, extrapolando ese hecho (en última instancia, la muchacha tiene el derecho de ponerse lo que quiera y decir que una “Miss” representa al país, sobre todo viniendo de corrientes que se dicen progresistas, es ridículo) a un asalto de la ultraderecha. Está bien que no había mucha información en la semana de Pascua, pero no hay que exagerar. ¿O realmente ese será el nivel de nuestro debate político?

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