La traición de La traición
Columna JFM

La traición de La traición

Un destacadísimo priista, que estuvo en el centro de la campaña de Roberto Madrazo, me decía hace ya varias semanas que el candidato de su partido, al que conocía desde años atrás, había comenzado el 2006 con ánimo, entusiasmo y pensando que podía dar la pelea en julio. Pero en medio de la tregua electoral, y después de una serie de reuniones privadas, algo sucedió, que Madrazo soltó la campaña y nunca más volvió a involucrarse de lleno en ella.

Un destacadísimo priista, que estuvo en el centro de la campaña de Roberto Madrazo, me decía hace ya varias semanas que el candidato de su partido, al que conocía desde años atrás, había comenzado el 2006 con ánimo, entusiasmo y pensando que podía dar la pelea en julio. Pero que en medio de la tregua electoral, entre el 15 y el 20 de enero del 2006, después de una serie de reuniones privadas, algo sucedió, que Madrazo soltó la campaña y nunca más volvió a involucrarse de lleno en ella. El mejor ejemplo, me decía, fue su participación, desastrosa desde cualquier punto de vista, en el primer debate entre los candidatos. Un político profesional como Madrazo no podía hacer un papel tan malo. Y ese priista tenía toda la razón: la campaña del PRI fue un desastre y la candidatura de Madrazo no lograba unificar ni siquiera el voto de los priistas. El resultado fue la peor votación del PRI en su historia, incluso con un margen bastante superior de los candidatos a diputados y senadores respecto a los votos obtenidos por el aspirante presidencial. El otras palabras, para muchos Madrazo traicionó a su partido, primero buscando a como diera lugar una candidatura que sabía que dividiría sus fuerzas, y luego abandonando a su suerte la campaña.

Ahora con su libro La traición, Madrazo intenta rescribir la historia. Se retrotrae hasta el 95 y la negociación para que dejara la gubernatura o la entrega de la documentación de su campaña a López Obrador. Insiste en la traición de Ernesto Zedillo en la elección del 2000; también lo habría traicionado Elba Esther Gordillo desde mucho antes de las elecciones internas en las que fueron aliados en el 2002. Del mismo modo, dice, fue traicionado en el 2006 por los gobernadores priistas, y señala sobre todo a dos: Enrique Peña Nieto y Natividad González Parás. La lógica de Madrazo no tiene sustento en los hechos. Independientemente de las intenciones de unos u otros, lo cierto es que, por ejemplo, en la elección del 94 Madrazo se dice traicionado porque se divulgaron sus gastos de campaña, pero entonces habría que aceptar que los mismos eran reales y por lo tanto ilegales, algo que siempre había negado el entonces gobernador. Dice que Elba Esther estaba en tratos con Fox desde los tiempos del grupo San Angel, entonces ¿por qué fue con ella como compañera de fórmula en el 2002?. En la elección del 2000, no sé a quién prefería Zedillo, pero me queda claro que en una elección abierta y limpia, salvo que se intente realizar un fraude, es por lo menos difícil revertir un resultado que le dio una ventaja tan amplia a Vicente Fox respecto a Francisco Labastida. Por cierto, verdad o no, en aquella oportunidad, los labastidistas argumentaban que el madracismo no se había movilizado ni votado a favor del candidato presidencial. En el 2005, Madrazo fue advertido por todas las encuestas posibles de que no era el mejor candidato del PRI, pero las ignoró para imponerse como tal; rompió los acuerdos que él mismo había hecho con otros sectores priistas, incluyendo los gobernadores; terminó de romper con Gordillo; hizo que el más vulnerable de sus adversarios, Arturo Montiel, ganara la elección interna en el TUCOM para después filtrar la información que en una sola noche dejó al mexiquense sin precandidatura y al borde del derrumbe completo. Las historias podrían seguir pero lo cierto es que las teorías de la conspiración, aparentemente tan cercanas a la política tabasqueña (¿o será casualidad que tanto López Obrador como Madrazo basen su discurso en la hipótesis del complot en su contra, sin aceptar, ninguno de los dos, la más mínima responsabilidad en sus respectos fracasos?) jamás permiten diseñar una senda política y son muy atractivas para ciertos sectores pero no sirven para explicar la realidad.

En todo caso, si siguiéramos la tesis de Madrazo, habría que preguntarse porqué lanza ahora su libro. Evidentemente, no busca, por ejemplo, evitar la hipotética llegada de Ernesto Zedillo al Banco Mundial o que Vicente Fox siga haciendo giras internacionales de la mano de Manuel Espino. Por lo pronto, el adelanto del libro de Madrazo le debe haber caído muy mal a Ivonne Ortega, la candidata priista en Yucatán: que a unas horas de unas elecciones prácticamente empatadas con el panista Xavier Abreu, el ex candidato presidencial de su partido muestre al priismo como un cúmulo de traidores no sirve para reconstruir la imagen y la confianza en su partido. Los del PRI yucateco podrían argumentar, si no ganan la elección del domingo, que fueron traicionados por Madrazo.

Sus acusaciones a Peña Nieto y González Parás también se prestan a especulación. Olvidemos el dato de que en esos estados, por diversas razones, Madrazo no era un candidato atractivo incluso para el electorado priista, lo que explica su magra votación en 2006 y todos lo sabían antes del dos de julio. Pero también se podría contemplar este ataque del ex candidato contra esos gobernadores desde otra óptica: se produce exactamente cuando ambos están siendo amenazados por los grupos ligados a los Zetas en la lucha contra el narcotráfico, los mismos zetas que controlaban Tabasco y que ahora, con la llegada de Andrés Granier a la gubernatura y la campaña federal contra el narcotráfico en la zona parecen estar perdiendo terreno, tanto en Tabasco como en Veracruz (donde fue asesinada la custodia de la familia de Peña Nieto) y, casualmente, también en Nuevo León donde el gobierno sufre el embate de las organizaciones tamaulipecas asentadas en la entidad. ¿Tienen relación todos esos hechos, lo sucedido en Yucatán, en Veracruz, en Nuevo León, con el libro de Madrazo?. Se podrá argumentar que no existen relaciones directas aunque sí coincidencias. Pero en la lógica de la teoría de la conspiración todo se vale. Cualquiera podría, basándose en esos hechos, escribir el día de mañana un libro que se llamara, por ejemplo, “la traición”.

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