El presidente estará en Europa, el futuro en León
Columna JFM

El presidente estará en Europa, el futuro en León

Este fin de semana se definirá en muy buena medida el futuro del calendario político para este 2007. No será por la gira presidencial a Europa, tampoco porque en Roma, Calderón pueda recibir la bendición papal ni por los acuerdos que se puedan establecer en la reunión del G-8 en Alemania. Esos son grandes eventos pero la base de la política siempre es local y este fin de semana el presidente Calderón deberá demostrar, en la Asamblea Nacional del PAN que se realizará en León, si tiene o no el control de su partido.

Este fin de semana se definirá en muy buena medida el futuro del calendario político para este 2007. No será por la gira presidencial a Europa, tampoco porque en Roma, Calderón pueda recibir la bendición papal ni por los acuerdos que se puedan establecer en la reunión del G-8 en Alemania. Esos son grandes eventos pero la base de la política siempre es local y este fin de semana el presidente Calderón deberá demostrar, en la Asamblea Nacional del PAN que se realizará en León, si tiene o no el control de su partido.

El boicot y la deslealtad de Manuel Espino hacia el presidente Calderón son ya inocultables y no se solucionan con un spot de televisión. Los más de diez mil delegados del PAN que convergerán en León (en realidad en toda la zona del Bajío, porque en esa ciudad no hay alojamiento para tantos) deberán elegir el nuevo Consejo Nacional del PAN integrado por poco menos de 400 integrantes que fijará la línea futura del partido y tendrá que renovar la dirigencia en febrero próximo. Espino viene trabajando en los estados desde mucho tiempo atrás y ha buscado oponerse al presidente presumiendo su fuerza en la estructura partidaria. Felipe Calderón no sólo ha sido presidente del partido sino que lo conoce a la perfección y pudo crear a partir de la campaña, cuando no recibió ni de lejos todo el apoyo del CEN blanquiazul, una estructura confiable y que abarca buena parte del país. Además, no es precisamente un dato menor recordar que es el presidente de la república.

El objetivo del calderonismo es tener el apoyo de por lo menos dos tercios del consejo nacional. Si así fuera el panorama para el presidente Calderón podrá despejarse un poco ya que podrá tener mayor confianza en el partido para iniciar una serie de acciones que ahora debe asumir desde otros frentes por la sencilla razón de que no puede encargarle esas tareas al comité ejecutivo de Espino, que instrumenta su propia agenda, independiente y en ocasiones enfrentada a la del presidente Calderón. Si queda claro (como en buena medida sucedió el sábado antepasado, cuando Espino convocó a “su” consejo político y de los 389 convocados llegaron sólo 142) que el control del nuevo consejo lo tiene Felipe Calderón y que el mismo responde a él, el margen para las aventuras políticas de Espino se acotará e incluso se podría arriesgar, si continúa en ellas, a una acción inédita en el panismo: la destitución por el consejo de un presidente nacional.

El tema influye en la agenda política y en sus tiempos porque buena parte de lo que viene se jugará en los acuerdos con el congreso y en las elecciones locales, donde la participación o no del PAN en las negociaciones y la operación es clave. En el congreso, recordemos que los dos coordinadores del blanquiazul, Héctor Larios y Santiago Creel, fueron designados directamente por Espino y ambos, en una actitud que dejó en claro dónde estaban sus lealtades, ante las controvertidas declaraciones de Espino respecto a la “operación” de Los Pinos en Yucatán y en el país, terminaron apoyando abiertamente a su “líder”, como lo hizo Larios, u optaron por un discreto silencio, que también parecía apoyo, en el caso de Creel. Es más, la mañana en la que Espino hizo esas tronantes declaraciones, primero a Francisco Garfías de Excélsior, luego a Milenio y más tarde en una conferencia de prensa, estuvo acompañado, casi todo el tiempo, por Larios y Creel. Ninguno de los dos parece haber hecho algún intento para moderarlo. La pregunta obvia es si el gobierno federal puede confiar en los coordinadores de los diputados y senadores de su propio partido como para enviarles en el corto plazo iniciativas tan importantes como la reforma fiscal. Por lo pronto, la de seguridad y justicia está allí, en algún escritorio y no ha avanzado en el congreso. La iniciativa fiscal se está negociando con los gobernadores (el componente federalista, léase el reparto de mayor dinero a los estados, será clave para llegar a un acuerdo) pero en algún momento tendrá que llegar al congreso: ¿con quién jugarán Larios y Creel?¿con el presidente Calderón o con Espino?. Si el Consejo Nacional es abrumadoramente felipista se verán obligados a seguir la línea del presidente. Ambos ya han pagado costos por no hacerlo: Santiago Creel, ex secretario de gobernación, ex precandidato, senador y líder de la bancada, no pudo ingresar por vía directa al consejo porque no obtuvo los votos necesarios en el DF y tendrá que aceptar una elección abierta en plena asamblea y nadie le asegura que obtenga el apoyo suficiente. Si no logra ingresar al consejo: ¿cómo se mantendrá como líder del senado?

En las 13 elecciones que quedan, el calendario es dispar para el panismo. En Baja California y Michoacán, en las que se elegirá gobernador, el panorama es complejo y se requiere mucha operación política para sacar buenos resultados. En los otros once estados hay de todo, pero prácticamente en ninguno el panismo podrá presumir de amplia ventaja. Y una vez más, de acuerdo con los estatutos partidarios, el presidente del blanquiazul tiene atribuciones para poner, quitar, conformar un partido en cada entidad con candidatos a su imagen y semejanza. Y por lo que hemos visto hasta ahora, a lo largo de toda su trayectoria como presidente del partido, Espino no ha sabido ganar ni una elección, si exceptuamos la presidencial que, como todos sabemos, no estuvo ni remotamente en sus manos.

Con un consejo fuerte y que apoye al presidente, el margen de acción del calderonismo en los estados también podrían ampliarse y cruzarse (o aislarse cuando fuera necesario) las negociaciones entre los gobiernos y las fuerzas políticas. Mucho es lo que está en juego en León, incluso buena parte de lo que pueda platicar y acordar en el largo periplo el presidente con los dirigentes partidarios que lo acompañarán a Europa, dependerá de esos resultados.

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