Otra víctima de secuestro: el GDF
Columna JFM

Otra víctima de secuestro: el GDF

No cumplió. El jefe de gobierno capitalino había advertido el martes que si a la media noche de ese día no se desmantelaban los campamentos de tabique y madera que bloquean la avenida de la Plaza de la República, ocupados por miembros del CNTE, esos campamentos serían derribados con maquinaria pesada. No sólo no desmantelaron los campamentos sino que trajeron más camiones con material de construcción para seguir levantando sus bardas.

No cumplió. El jefe de gobierno capitalino había advertido el martes que si a la medianoche de ese día no se desmantelaban los campamentos de tabique y madera que bloquean la avenida de la Plaza de la República, ocupados por miembros de la CNTE (en realidad, como lo ha reflejado la prensa, son los mismos grupos que hace casi un año ocuparon durante semanas el Paseo de la Reforma por órdenes de López Obrador y con un módico pago diario), esos campamentos serían derribados con maquinaria pesada. Pasó la medianoche del martes y nada. No sólo no desmantelaron los campamentos sino que trajeron más camiones con material de construcción para seguir levantando sus bardas. Bien entrada la mañana reapareció Marcelo con un discurso que nada tenía que ver con el que había pronunciado el día anterior: dijo que “jamás” reprimiría un movimiento social y que si existía un plantón habría causas legítimas que lo sustentaran y que entonces había que atender esas causas (sic). Sobre el retiro de los ocupantes de la avenida, aseguró que se instalaría una “mesa de diálogo” con ellos.

Ya en la medianoche, el GDF anunció que había llegado a un “acuerdo” para desmantelar las bardas de material. Pero no dijo que todo el resto del campamento se quedaba en el plantón: las mismas carpas, los mismos personajes, los mismos discursos y los mismos daños al patrimonio de la ciudad que vimos desde julio hasta septiembre del año pasado, en un espacio menor (el movimiento tiene cada vez menos peso) repetían el plantón y el GDF se daba, con ello, por bien servido. En realidad, han hecho el ridículo y han demostrado que son rehenes de López Obrador y los grupos más radicales de sus seguidores, lo mismo que le había sucedido a Alejandro Encinas el año pasado. Apoyando el plantón, aún desconociendo hasta en forma soez y agresiva las recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos del DF sobre el tema (ni hablar de la legalidad, que jamás fue tomada en cuenta), Encinas pensó que ganaba popularidad entre el lopezobradorismo apostando a obtener, en agosto próximo, la presidencia del partido. Lo que no entendió que perdió imagen, credibilidad y legitimidad ante la ciudadanía y salió como el jefe de gobierno peor calificado desde que existe un gobierno autónomo en la capital.

Marcelo tiene otras ambiciones, está trabajando para la candidatura presidencial del 2012, y ello es legítimo. Pero se equivoca en los métodos y en las estrategias: sólo logrará ser candidato si logra romper las inercias con las que el propio lopezobradorismo dejó contaminada la ciudad; si demuestra otro estilo, otra forma de hacer las cosas, de comprender la realidad, de relacionarse con la ciudadanía. Está tomando el camino contrario: se ha rendido, nuevamente, al gran tlatoani que está arrastrando en su brutal caída de aceptación y popularidad a todo el perredismo y en este caso a una de sus mayores promesas políticas.

Ebrard no puede hacer nada sin que sus propios aliados (que en realidad no lo son: Ebrard no es un hombre ni remotamente de izquierda, siempre se definió, desde sus épocas del Colegio de México como un liberal, y para esa izquierda que ahora dice representar fue un exponente del mal llamado neoliberalismo, esos grupos aceptarán a Ebrard mientras les convenga, como hizo López Obrador, pero en cuanto ponga distancia con ellos lo declararán su enemigo) terminen reventando sus propias decisiones.

En el plantón de la Plaza de la República hizo el ridículo. Para compensar, ayer a la medianoche, el GDF expropió cuatro predios en la colonia Santa María la Ribera argumentado que en ellos se almacenaba y vendían drogas. Hubo un fuerte operativo y los predios fueron desalojados. Allí no había ninguna “organización social”, aunque dicen los vecinos que se trataba, como en Tepito, de grupos ligados a viejas organizaciones de ambulantes (en donde efectivamente hay una fuerte inserción del narcomenudeo) ligadas a priistas, como Alejandra Barrios. Pero la medida es correcta.

El problema es que al mismo tiempo, el sector más radical del Frente Francisco Villa (con fuertes relaciones con los desprendimientos del EPR), tomaron un predio de 12 hectáreas, con banquetas y calles incluidas, llamado La Montada. Y allí nadie hizo nada porque se trata de aliados o, como los denomina el GDF “movimientos sociales”. La acción en La Montada o en la Plaza de la Revolución, son tanto o más ilegales que la que se estaba combatiendo con la expropiación en Santa María la Ribera. Pero el gobierno capitalino actúa selectivamente, una vez más, en el combate a la ilegalidad y la delincuencia.

La práctica se repite y se busca compensar las deficiencias con medidas efectistas: qué bueno que la esposa del jefe de gobierno Mariagna Prats, suba a saludar y entregarle un premio a Shakira, pero ¿qué hace tomando decisiones de gobierno?. Qué bueno que Marcelo, diga, interrogado por empresarios en Nueva York, que por supuesto que está trabajando junto con la administración federal y que colaboran en todas las gestiones de gobierno. Lástima que no sea verdad y que el propio Ebrard diga que el gobierno que en buena medida financia a la capital que él administra, es ilegítimo. Qué bueno que se expropien terrenos como los de Tepito, Iztapalapa, o Santa María la Ribera si ahí se cometen ilícitos, qué lástima que no se actué cuando se cometen ilícitos graves por parte de aliados del propio gobierno e incluso que éstos ridiculicen al gobierno local cuando no puede hacer cumplir sus ultimátum. Lo cierto es que hoy, esas organizaciones parecen y actúan como si tuvieran al gobierno del DF como rehén. Así jamás Ebrard podrá cambiar la mala imagen que del perredismo ha construido López Obrador. Pero además, si sólo va a seguir las órdenes de su antecesor, ¿para qué querrán esos sectores, en 2012, a un candidato diferente al que ya tuvieron?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil