Michoacán, un triunfo sin mayoría
Columna JFM

Michoacán, un triunfo sin mayoría

Leonel Godoy ganó la candidatura perredista en Michoacán con aproximadamente el 39 por ciento de los votos. Enrique Bautista quedó con 32 y Silvano Aureoles con cerca de 13 puntos. Paradójicamente, éste y Bautista, ambos cardenistas, podrían haber llegado a un acuerdo, que nunca se terminó de dar, que le hubiera permitido un cómo triunfo al ex secretario de gobierno de Lázaro Cárdenas Batel.
El tema es que Godoy ganó la interna perredista, pero es un candidato de minoría, dentro y fuera de su partido.

Leonel Godoy ganó la candidatura perredista en Michoacán con aproximadamente el 39 por ciento de los votos. Enrique Bautista quedó con 32 y Silvano Aureoles con cerca de 13 puntos. Paradójicamente, éste y Bautista, ambos cardenistas, podrían haber llegado a un acuerdo, que nunca se terminó de dar, que le hubiera permitido un cómodo triunfo al ex secretario de gobierno de Lázaro Cárdenas Batel. Dijo Leonel Godoy al confirmarse su victoria que no puede haber cicatrización donde no hubo heridas. La frase es bonita pero la verdad es que las heridas han sido profundas y nada garantiza, siquiera, que de aquí al 11 de noviembre vayan a cicatrizar.

El tema es que Godoy ganó la interna perredista, pero es un candidato de minoría, dentro y fuera de su partido. Cualquier fractura lo llevará a perder los comicios y algunos de los que participantes en el proceso, como Cristóbal Arias, ya adelantaron que el PRD llegará resquebrajado a la elección. Y para ella falta mucho tiempo: los comicios serán el 11 de noviembre y para entonces, el perredismo tendrá que finiquitar algunos de sus conflictos internos más graves. El principal, el congreso partidario de noviembre, que puede debilitar la alianza en torno a Godoy, que este domingo tuvo el respaldo, por igual de los lopezobradoristas duros y Nuevo Sol que de Nueva Izquierda. Pero si esas corrientes se unen contra Jesús Ortega en el congreso del partido, nadie sabe cómo quedarán las cosas.

Las alianzas anticardenistas también tendrán que tener una respuesta interna. Hubo un esfuerzo político manifiesto para tratar de que la corriente que dio origen al PRD no pudiera mantener la candidatura en el estado. Todo el comité ejecutivo nacional trabajó para Godoy en forma abierta pero, incluso así, éste no logró una mayoría absoluta. Paradójicamente, el futuro de su candidatura estará en las manos del propio cardenismo.

Viene, este domingo, la elección en Zacatecas. El fin de semana pasado se realizó el último intento, para compatibilizar las candidaturas perredistas, que responden en su gran mayoría a la corriente que impulsa la gobernadora Amalia García, con varias de las candidaturas del PT, que son respaldadas por Ricardo Monreal. No hubo acuerdo: el centro del debate pasa por Fresnillo, donde compite uno de los hermanos de Monreal por el PT y Amalia sabe que es el corazón económico y en buena medida político de la entidad, con el agravante de que, con la división que ha generado el monrealismo, se pueda perder la capital Zacatecas. Como sucede con Nueva Izquierda en el caso Godoy, también Amalia y la corriente Nuevo Sol apoyaron en Michoacán al senador con licencia contra el cardenismo, pero ahora, los tres: Amalia, Nueva Izquierda y Monreal (que representa a López Obrador) se enfrentarán tanto en Zacatecas como en el congreso del partido.

Viene también la reforma hacendaria. El periódico Milenio reveló un documento aprobado por los legisladores perredistas antes de que López Obrador ordenara desde una extraña gira por El Naranjal en Veracruz, que lo único que tenían que hacer ante la reforma propuesta por el presidente Calderón es decir que no. Marcelo Ebrard se encargó de divulgar la orden y de convocar a una reunión para la siguiente semana para “definir la posición” del partido. El problema es que la posición, según el citado documento, ya se había adoptado en el Congreso: se habían exigido siete condiciones de las cuales ya el gobierno federal les había cumplido cuatro en la iniciativa, y estaba el compromiso de participar en la negociación. Eso fue lo que obligó a Juan Guerra a declarar que, independientemente de lo que dijera López Obrador tendrían que revisar la propuesta y trabajar sobre la misma. Y es que los legisladores perredistas, salvo cobrar su dieta y colocar asesores en la nómina, con la estrategia lopezobradorista quedan totalmente fuera de la jugada legislativa y le otorgan un enorme espacio de maniobra al PRI, al tiempo que se resquebraja su alianza con partido como Convergencia que tiene cartas propias que jugar en el Congreso y en por lo menos un par de las siguientes elecciones estatales. Entonces, diputados y senadores se encuentran con el dilema de cumplir con su compromiso o de ignorarlo para hacerle caso al “líder”. Y hasta agosto, antes del congreso, nadie quiere romper con el ex candidato. Por eso algunos perredistas y el grupo parlamentario de Convergencia quieren enviar la discusión hasta el periodo ordinario en septiembre.

Sin embargo, para el PRD existe un problema adicional: si no hay un cambio en el ordenamiento constitucional, en un periodo extraordinario, el primero de septiembre será el primer informe presidencial de Felipe Calderón en una cámara de diputados presidida por un perredista. Quien sea que asuma esa responsabilidad tendrá la disyuntiva de cumplir con la ley y permitir el informe, y con ello reconocer la “legitimidad” del gobierno, o no hacerlo y exhibirse en cadena nacional como un intolerante que arremete contra las instituciones que preside. Cada vez que el perredismo ha optado por la segunda opción ha perdido puntos y popularidad. Ahora puede ser aún peor.

Y para colmo, la agenda electoral resultará poco halagüeña para el perredismo en las próximas semanas y meses: este domingo habrá elecciones en Zacatecas (donde va dividido) y en Durango y Chihuahua (donde prácticamente no existe); lo mismo sucederá en agosto en Aguascalientes (donde en la última elección quedó en quinto lugar) y en Oaxaca, Convergencia tiene más peso y el PRD está dividido. En Baja California no existe. En Veracruz, para el dos de septiembre, tampoco logró una alianza con Convergencia y lo que ocurra el día primero puede ser decisivo en el resultado. Y nadie puede asegurar un triunfo, en noviembre, en Michoacán o antes en Chiapas o en las municipales de Oaxaca. El PRD no está unido: el lopezobradorismo no lo permite.

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