El periodismo chatarra o las revelaciones de Ye Gon
Columna JFM

El periodismo chatarra o las revelaciones de Ye Gon

Parecía que los tiempos de las ?revelaciones? inverosímiles e inescrupulosas habían quedado atrás. Que no olvidaríamos que, como parte de una estrategia desestabilizadora deliberada que duró varios años, esa ?información? fue el pan cotidiano de todos los días en el mundo político y los medios tuvimos mucha responsabilidad en consumir y difundir esos insumos informativos sin checar fuentes, sin investigar sin cotejar.

Parecía que los tiempos de las “revelaciones” inverosímiles e inescrupulosas había quedado atrás. Que no olvidaríamos que, como parte de una estrategia desestabilizadora deliberada que duró varios años, esa “información” fue el pan cotidiano de todos los días en el mundo político y los medios tuvimos mucha responsabilidad en consumir y difundir esos insumos informativos sin checar fuentes, sin investigar, sin cotejar. Sin definir siquiera la verosimilitud o no de ciertas informaciones. Así se publicó que el entonces presidente Salinas recogía dinero del narcotráfico en una limusina blanca en Matamoros. Que había dos, tres, muchos Aburtos. Que una bruja había encontrado el cadáver de Muñoz Rocha en un jardín de la casa de Raúl Salinas. Que a principios de los 90, el gabinete se había juntado en un rancho de Puebla con todos los narcotraficantes del país para departir alegremente y repartirse los territorios de operación. O más recientemente que Zedillo arregló con el PAN los resultados electorales del 2000 y el 2006 desde el lejano 1994. Son los grandes mitos de la política nacional, muchos de ellos impulsados, avalados, por algunos de los mismos grupos de poder que están divulgando, ahora, historias inverosímiles, que se repiten sin más, sin un trabajo periodístico serio.

Así algunos medios publican, que hubo un cónclave de los principales narcotraficantes del país, acompañados por funcionarios gubernamentales, para repartirse el territorio y eso es lo que “explica” la reducción en el último mes de la violencia. O sea, igual que en los años 90. No hay fuente alguna, pero no importa. Nadie se ha preguntado, por ejemplo, si la reducción de la violencia se pudo haber debido a los éxitos de la estrategia de seguridad, o si los propios cárteles han decidido frenar una sangría que les había costado mil 500 muertos en seis meses y que les ha colapsado parte del negocio, aunque fuera firmando una paz relativa entre ellos. Sería mucho más verosímil pero entonces perdería el encanto de la conspiración.

Un empresario metido al narcotráfico, Zhen Ye Gon, siete meses después de su fuga dice ahora que un personaje de la campaña de Calderón, apareció un día de mayo en su casa y así, de la nada, comenzó a llevarle millones y millones de dólares. Y él los aceptó sin saber siquiera quién era esa persona. Es más, asegura que, además, le llevaron varios misiles tierra aire pero que esos ya no quiso quedárselos. ¿Por qué?¿cómo?¿acaso no hay cajas de seguridad o bóvedas?. Dice que nunca en sus barcos se encontraron precursores para drogas sintéticas pero el hecho es que, en diciembre pasado se hallaron nada menos que 19 toneladas de pseudoefedrina en un cargamento destinado a la empresa de este personaje, luego de una investigación en la que intervinieron agencias de varios países. Ye Gon escapó de México hacia Estados Unidos, donde las autoridades de ese país no lo han detenido (¿recuerda la declaración de Medina Mora sobre el “cinismo” de ciertas políticas estadounidenses?) y en junio contrató un despacho de abogados vía los cuáles primero presionó por carta a la embajada de México en Washington para que se le retiraran los cargos a cambio de no hacer “revelaciones” y, como no obtuvo respuesta positiva dio una entrevista, en el despacho de sus abogados, a AP, que repitieron varios medios mexicanos, entre ellos Excélsior y El Universal. Pero incluso así, la repitieron mal: la primera versión de la información de AP señala que el nombre que daba Ye Gon “no correspondía a nadie del equipo de Calderón”, pero un día después alguien (¿quién?) “aclaró” que el nombre era el de Javier Lozano (el presunto narcotraficante habría dicho Javier Alarcón). Y la pobre labor reporteril, como en el pasado, se limitó a buscar “repercusiones” sobre las “revelaciones” del personaje.

Se podría haber colocado la información en contexto: por ejemplo, que resulta inverosímil la entrega de los más de 200 millones de dólares para una campaña y que éstos no sólo no hayan sido utilizados en la misma sino que, además, nadie se hubieran acordado de ir a recogerlos. Que en la casa de Ye Gon esos millones no se encontraron en un cuarto, sino guardados en una serie de escondites secretos, detrás de paredes, closets, construidos en forma sofisticada. O sea que el propio Ye Gon no sólo recibió el dinero sino que construyó toda la infraestructura para esconderlo. O recordar que el personaje de marras es un apostador profesional que no podía mantener con los ingresos de sus empresas legales, según sus propias declaraciones, el ritmo de vida que llevaba: no sólo se solía pasear en un Lamborghini por Las Vegas, sino que incluso, en cada visita, el hotel Venetian le “prestaba” un Rolls Royce para sus traslados. Era comprensible: reconoce haber perdido en una sola mano de bacarat 150 mil dólares. Y entre 1997 y el 2006 perdió, también en Las Vegas, 41 millones de dólares. Dice que desde 2004 no importaba pseudoefedrina, pero resulta que su empresa era la principal importadora de México, y que a pesar de las “pérdidas” ocasionadas por el juego, había construido un laboratorio de 14 mil metros cuadrados para procesarla.

Resulta triste cuando, en el periodismo, las “revelaciones” y las grandes conspiraciones se contradicen con los datos duros. Y peor aún cuando son utilizadas por ciertos grupos con objetivos políticos específicos: ¿o es una casualidad que una entrevista realizada en junio se publicara precisamente el dos de julio o que ese mismo día se descubriera que el funcionario “cuyo nombre no cuadra con nadie en el personal de la campaña de Calderón” (según publicó con seriedad El Nuevo Herald) se convirtiera milagrosamente en Javier Lozano?. Ya sólo falta que una bruja “revele” que los famosos misiles de Ye Gon están enterrados en los jardines de Los Pinos. Y que a la entrevista de Ye Gon le otorguen el Pulitzer.

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