Cinco apuntes sobre el EPR, los Zetas, el ?ilegítimo?
Columna JFM

Cinco apuntes sobre el EPR, los Zetas, el ?ilegítimo?

Primero. Todos sabemos quiénes son los Zetas y se ha dicho una y otra vez que surgieron de un grupo de militares de elite que habían sido enviados a Tamaulipas a combatir a Osiel Cárdenas y el cártel del Golfo y terminaron convirtiéndose primero en protectores, luego en sicarios y ahora en los principales operadores y sucesores al mando de ese cártel. La historia que no suele conocerse al detalle es que ese grupo de militares (actualmente diezmado respecto a sus integrantes originales) antes de Tamaulipas estuvo destinado a Oaxaca. Su formación no era en lucha antinarcóticos sino en contrainsurgencia y fueron a combatir al EPR luego de los ataques a La Crucecita y Tlaxiaco en 1996. Allí penetraron las estructuras del EPR y terminaron conociendo como pocos la forma de operar de esa organización: se especializaron, en los hechos en insurgencia y contrainsurgencia.

Primero. Todos sabemos quiénes son los Zetas y se ha dicho una y otra vez que surgieron de un grupo de militares de elite que habían sido enviados a Tamaulipas a combatir a Osiel Cárdenas y el cártel del Golfo y terminaron convirtiéndose primero en protectores, luego en sicarios y ahora en los principales operadores y sucesores al mando de ese cártel. La historia que no suele conocerse al detalle es que ese grupo de militares (actualmente diezmado respecto a sus integrantes originales) antes de Tamaulipas estuvo destinado a Oaxaca. Su formación no era en lucha antinarcóticos sino en contrainsurgencia y fueron a combatir al EPR luego de los ataques a La Crucecita y Tlaxiaco en 1996. Allí penetraron las estructuras del EPR y terminaron conociendo como pocos la forma de operar de esa organización: se especializaron, en los hechos en insurgencia y contrainsurgencia. Desde que comenzaron a operar como los Zetas, una de las características del grupo fue que actuaron, en muchas ocasiones, con un sentido casi de guerrilla: suyos fueron desde los movimientos de “derechos humanos” organizados en torno a presos como Osiel Cárdenas, hasta los videos, copiados de los grupos terroristas en Irak, incluyendo las decapitaciones como método de terror. Hoy los Zetas han sido duramente golpeados pero su lógica de operación sigue siendo la misma.

Segundo. Los ataques a ductos de petróleo tienen dos antecedentes claros. Uno, como los videos y las decapitaciones, está relacionado con la llamada insurgencia iraquí. Los grupos sunitas, sobre todo, se han especializado en atacar instalaciones y ductos petroleros en Irak: según los libros de Bob Woodward sobre el tema, los informes clasificados de EU sobre esos ataques indicarían que se estarían produciendo hasta 800 a la semana y son la razón central de que Irak no haya podido recuperar su producción petrolera. El otro antecedente son las FARC en Colombia, que han hecho de los ataques a las instalaciones petroleras una de sus principales acciones de “hostigamiento” (la misma palabra que aparece en tres oportunidades en el comunicado del EPR dado a conocer después de los atentados en Guanajuato y Querétaro).

Tercero. Las FARC se han convertido, además de un grupo guerrillero, en el principal productor de cocaína en Colombia y probablemente en el mundo. Desde tiempo atrás, habían mantenido sus contactos, en México, sobre todo con el cártel de los Arellano Félix. Incluso en el pasado se divulgaron videos en los cuales uno de los principales mandos de las FARC operaba el intercambio de drogas por armas con el cártel de Tijuana. En los hechos, las FARC siempre han tenido una fuerte operación en el Pacífico y todo indica que mantuvieron los vínculos con los Arellano Félix y sus sucesores. Otra organización que en el pasado hizo de los ataques a instalaciones estratégicas uno de sus principales métodos de operación fue Sendero Luminoso, actualmente en etapa de recuperación luego de que fuera prácticamente desarticulado durante el gobierno de Fujimori. En Perú, los contactos con esos grupos, también involucrados en la protección y producción de cultivos de coca, también fueron de los Arellano Félix, incluso hace unos pocos meses se detuvo a numerosos miembros de esa organización en Perú. Tanto las FARC como Sendero Luminoso han sido ejemplos a seguir por el EPR.

Cuarto. Desde las detenciones, casi simultáneas de Benjamín Arellano Félix y Osiel Cárdenas, ambos cárteles, el de Tijuana y el Tamualipas, en el pasado adversarios, terminaron con una suerte de alianza forzada para enfrentarse a la poderosa organización que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán, que amenazaba con quedarse con el control de los territorios de operación de sus enemigos en el Golfo y el Pacífico. La alianza se ha profundizado con el paso del tiempo y la agudización del enfrentamiento entre cárteles y hoy la presencia de Zetas en Tijuana, por ejemplo, es casi una norma.  Los vínculos de ambas organizaciones con Sudamérica se mantienen.        

Quinto. En la pasada campaña electoral se aseguró que los Zetas intervinieron en forma muy intensa respaldando candidatos, sobre todo, de la Coalición por el Bien de Todos. Particularmente en la zona fronteriza de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo ello fue evidente y los dirigentes locales de la coalición nunca se deslindaron de aquellos apoyos explícitos. Algo similar ocurrió en algunos municipios de Michoacán y Guerrero y en el poniente de la ciudad de México. En su reciente comunicado, el EPR habla de la campaña de hostigamiento contra el “gobierno ilegítimo”. Nunca hasta después de las elecciones del año pasado, el EPR había utilizado ese lenguaje: no porque reconociera al gobierno, sino porque su objetivo programático consideraba ilegítimo a cualquiera de los gobiernos surgidos del actual sistema político. Por eso mismo, esa organización, producto de la fusión de dos viejas agrupaciones armadas, el PROCUP y el Partido de los Pobres, mantuvo la lucha armada y nunca quiso participar en procesos electorales. Sus documentos internos en la etapa electoral del 2006 hablaban de privilegiar los movimientos insurreccionales tipo APPO y combinarlos con los de “propaganda revolucionaria”, en lugar de regresar a operaciones armadas (atentados en Plaza Universidad, ataques en Oaxaca) como las que los habían llevado casi a su desaparición en la segunda mitad de los 90. Pero hacia fin del año pasado, comenzaron a hacer suyo el discurso del “gobierno ilegítimo”, la “resistencia civil” e incluso la utilización de términos anacrónicos como “la oligarquía” que no aparecían en sus documentos anteriores.

Los intereses, los móviles, los enemigos comunes, coinciden entre ciertos grupos armados, del narcotráfico y de poder político. Ahí están las piezas de rompecabezas político y de seguridad.

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