Ganó el partido del ?No?: adiós a la izquierda
Columna JFM

Ganó el partido del ?No?: adiós a la izquierda

Alguien les tendría que explicar que oponerse a todo y ser intransigentes no es sinónimo de ser de izquierda, probablemente se trata de todo lo contrario. La participación de López Obrador en el inicio del congreso del PRD marcó el sentido del congreso extraordinario que concluyó ayer y condenó al perredismo al ostracismo, a una derrota anunciada de cara a los comicios del 2009. El ex candidato, fiel a su costumbre, no aceptó crítica alguna a su errática campaña electoral del 2006, insistió una vez más en que se le robó la elección y pidió al PRD que se autocriticara, pero dando a entender que la revisión interna debía partir del hecho de no haberlo acompañado suficientemente en su estrategia. Si él no se equivocó no tenía porqué ser criticado. Y así quedó plasmado en los documentos aprobados por el partido.

Alguien les tendría que explicar que oponerse a todo y ser intransigentes no es sinónimo de ser de izquierda, probablemente se trata de todo lo contrario. La participación de López Obrador en el inicio del congreso del PRD marcó el sentido del congreso extraordinario que concluyó ayer y condenó al perredismo al ostracismo, a una derrota anunciada de cara a los comicios del 2009. El ex candidato, fiel a su costumbre, no aceptó crítica alguna a su errática campaña electoral del 2006, insistió una vez más en que se le robó la elección y pidió al PRD que se autocriticara, pero dando a entender que la revisión interna debía partir del hecho de no haberlo acompañado suficientemente en su estrategia. Si él no se equivocó no tenía porqué ser criticado. Y así quedó plasmado en los documentos aprobados por el partido.

El PRD vuelve a convertirse en el partido del No. Es verdad que en muchos aspectos de la vida interna del perredismo ganó Nueva Izquierda, pero ganaron cerrando el partido, colocando mayores controles y alejándolo en su línea política, de los intereses de la gente y de la vida política nacional lo que le importa a la ciudadanía. El costo ya fue advertido por el propio Jesús Ortega en la sesión del viernes: pasarán de la mejor elección de la historia de la izquierda nacional con Cuauhtémoc Cárdenas en 88, a obtener sólo el 9 por ciento de los votos tres años después, como sucedió en 91. Lo resuelto en este congreso es más grave aún y puede llevar, además, a la ruptura definitiva del perredismo.

El PRD dijo No a la autocrítica: nadie en el equipo de campaña de López Obrador se equivocó; tampoco fue un error no ir a reuniones con los empresarios, ni al primer debate ni a los medios de comunicación que no eran adictos. Las redes ciudadanas no fueron un fracaso ni tuvieron malos manejos financieros. No fue un error abandonar el centro, tampoco no buscar alianzas con sectores moderados. El plantón fue un acierto, lo mismo que la presidencia legítima y la campaña para el 2012, iniciada en el 2006. Como reflexión política sólo cabe, para el perredismo, recordar que “le robaron la elección”. Lástima que el electorado no piense igual y su votación se haya derrumbado.

El PRD dijo No a su historia. Nadie recordó siquiera a su fundador y al hombre que le dio sentido y perspectiva histórica: Cuauhtémoc Cárdenas. Incluso en su discurso López Obrador habló como si su liderazgo hubiera sido histórico, cuando en las elecciones del 88 no era, siquiera, miembro del FDN y su carrera política fue lanzada por Cárdenas a mediados de los 90. Dicen que quien no asume su historia está condenado a repetirla. Así será.

El perredismo dijo No a las alianzas. No importan fuera del Frente Amplio o de la Convención Democrática o del gobierno legítimo, que son como la santísima trinidad, tres entidades que son el mismo ente. Pero además, con un advertencia: si se apartan esos aliados de la línea establecida se les dirá adiós. Deberían comenzar a pensarlo: en las elecciones estatales de este año, salvo Oaxaca, que resultó otro fiasco electoral, no pudieron establecer alianzas en ninguna entidad con el PT y Convergencia. Además, los nuevos documentos prohíben alianzas con el PRI y el PAN.

El PRD dijo No a la relación con el ejecutivo. A partir de ahora, toda la relación institucional del partido será exclusivamente, dicen sus documentos, con el poder legislativo. Pero como su margen de alianzas es también muy estrecho, vaya a saber cómo piensan instrumentarla. Por los pronto, también es resolución del congreso no apoyar la reforma fiscal. Entonces ¿para que presentar una propuesta del FAP si la misma no puede servir como parte de una negociación?

El PRD dijo No a la independencia de sus gobernantes: estos ya no gobiernan para la ciudadanía sino para el partido. A partir de ahora todos los gobernadores y legisladores surgidos del PRD deberán responder a sus lineamientos y a las órdenes de sus cuerpos de dirección. Me imagino que si se cumple con esa exigencia, plasmada una vez más en los documentos básicos, el partido se quedará sin gobernadores: no me imagino a Lázaro Cárdenas y a Amalia García, mucho menos a Zeferino Torreblanca o a Juan Sabines acatando órdenes del nuevo consejo político que reemplazará al CEN perredista. La verdad ni a Narciso Agundiz o a Marcelo Ebrard. ¿Se les aplicará además la línea de que sólo pueden tratar con el legislativo?¿cómo harán entonces esos mandatarios para gobernar, cómo se relacionarán con la federación, a qué se dedicarán?

El PRD dijo No a la votación abierta de sus candidatos y dirigentes. Los mismos ya se elegirán con base al padrón de militantes. La medida tiene un doble fondo: por una parte trata de cerrar y blindar al PRD de influencias externas, pero sobre todo trata de evitar que las redes ciudadanas de López Obrador influyan en la elección de su próxima dirigencia, lo que tiene cierta lógica si se asume que existen diferencias entre lo que representa López Obrador respecto al propio perredismo. Lo extraño es que se decide que el PRD y López, con todas su parafernalia y siglas detrás, son incontrovertibles en el partido, pero al mismo tiempo se trata de evitar que influya en él, por lo menos en torno al cambio de dirigencia, para que no vuelva a ocurrir lo de Leonel Cota Montaño, que resultó presidente del partido casi sin haber militado en él.

Este último No, es el que mejor refleja lo sucedido: Nueva Izquierda ganó el congreso, cerrando al partido, teniendo que hacer exactamente lo contrario de lo que proponen en términos políticos a la ciudadanía y a los otros partidos. Quizás es el camino necesario para ganar la dirigencia en el 2008 y tratar de cambiar algo para el 2009. Me temo que ya no van a tener tiempo y quedarán, una vez más, como rehenes, hasta el 2012, de un cada vez más intransigente y sectario López Obrador.

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