Más azúcar, más negocios y política
Columna JFM

Más azúcar, más negocios y política

¿Cómo benefició la expropiación azucarera a sectores productivos extranjeros, sobre todo en Estados Unidos y, dentro de la Unión Americana, a los productores cubano americanos, con fuertes intereses en la industria de la fructuosa y con ingenios en la República Dominicana? Según documentación confidencial que le fue entregada al entonces presidente Fox a fines de septiembre de 200, existían ya presiones muy fuertes de esos sectores para evitar que Estados Unidos, pese a lo acordado en el TLC ampliara sus cuotas de importación de excedentes azucareros en México y para quedarse, con un esquema similar al dominicano con el mercado y la producción de nuestro país.

¿Cómo benefició la expropiación azucarera a sectores productivos extranjeros, sobre todo de Estados Unidos y, dentro de la Unión Americana, a los productores cubano-americanos, con fuertes intereses en la industria de la fructosa y con ingenios en la República Dominicana? Según la documentación confidencial que le fue entregada al entonces presidente electo Fox a fines de septiembre del 2000, existían ya presiones muy fuertes de esos sectores para evitar que Estados Unidos, pese a lo acordado en el TLC ampliara sus cuotas de importación de excedentes azucareros a México y para quedarse, con un esquema similar al dominicano con el mercado y la producción de nuestro país.

Dice el documento confidencial (calificado AAA, con fecha 22 de septiembre del 2000 y entregado al presidente electo): “en las argumentaciones en contra de la comisión negociadora estadounidense (que en agosto del 2000 estaba revisando con el gobierno mexicano los convenios de importación de azúcar), encabezada por Greg Frezier, se percibe la defensa a ultranza de grupos de poder específicos como los productores de caña de Florida y los grandes consorcios productores de maíz del medio oeste norteamericano, Michigan y Ohio principalmente, que están integrados a la cadena maíz-fructuosa, con intereses en México” (se consideraba, agreguemos nosotros, a Molina como uno de esos asociados). “Empresarios cañeros cubano-americanos en Miami, sigue el documento confidencial, que cuentan con plantaciones en la república Dominicana, así como la trasnacional Cargill, principal fabricante de fructuosa en el mundo, se han opuesto al cumplimiento de los compromisos establecidos en el TLCAN. La United States Beet Sugar Association amenazó a Washington con solicitar una investigación antidumping contra el azúcar en México, con el argumento de que recibe subsidios gubernamentales”. Y agregaba el documento: “exportadores de maíz estadounidense mantienen proyectos estratégicos en nuestros país y en asociación con industriales mexicanos, tienen inversiones para producir fructuosa y otros insumos para las industrias refresquera y harinera” (lo que colocaba nuevamente en el centro del conflicto a grupo Escorpión).  Y establecía algunas de esas asociaciones: “la empresa Almidones Mexicanos (Almex) que cuenta con instalaciones en Jalisco está asociada con Cargill y Archer Daniels Midland; en tanto que Arancia, con plantas en Guadalajara, Tlanepantla y San Juan del Río, mantiene sociedad con la Corn Producers International”.
Eso no impidió que el presidente electo realizara prácticamente un acto de campaña en Ohio con el entonces aspirante republicano George Bush, durante una visita en el periodo de transición. Esos productores respaldaban a Bush y éste refrendó en aquellos actos los acuerdos con el mandatario entrante en México: no aumentarían las cuotas de importación. Finalmente Bush ganó la elección por esos dos estados, sobre todo Florida. El dato no es menor.

Lo cierto es que el intento en el proceso de expropiación fue quedarse con 18 ingenios que estaban en buena situación financiera y productiva con la intención de realizar una asociación con productores de Florida y la república Dominicana: esa era parte de la operación de Molina Sobrino y de otros empresarios, ahora muy distanciados de Vicente Fox, como Lino Korrodi. La operación fracasó porque sobre todo los ingenios del grupo Machado y del grupo Santos, iniciaron procesos judiciales, de amparo que obligaron a cancelar o postergar la reprivatización, que estaba planeadas para marzo del 2003 y nunca se pudo llevar a cabo. Eso fue lo que reventó el proceso, lo que rompió acuerdos y dejó, por ejemplo, a Molina Sobrino con una fortuna producto de la venta de su refresquera y socios en Florida, viviendo en ese estado, pero con una deuda fiscal de 35 mil millones de pesos en México que no ha sido pagada ni el daño resarcido.

Respecto al grupo Escorpión, aquel documento confidencial decía que la desaparición de Financiera Nacional Azucarera SA “enmarca un endeudamiento sectorial de alrededor de 2 mil millones de dólares, que afecta principalmente a Consorcio Azucarero Escorpión (CAZE), Grupo Azucarero Mexicano y Grupo Santos…CAZE, la empresa líder en el ramo, presidida por el empresario yucateco Enrique Molina Sobrino, sigue el documento, actualmente negocia un préstamo de 75 millones de dólares con Bancomext, al tiempo que continúa con su esquema de reestructuración de deuda por aproximadamente 800 millones de dólares con FINA y la banca comercial, y busca socios inversionistas que podrían ser consorcios azucareros norteamericanos. A finales de 1999, dice, trascendió que grupo Caze era investigado por presunto desvío de subsidios federales para la exportación de excedentes de azúcar”.

Ahí está la historia y gira en torno a esos intereses: la expropiación del 2001 buscó quedarse con los ingenios más productivos para privatizarlos poco después en acuerdos con productores internacionales, sobre todo de la Unión Americana y combinar la producción de fructuosa con la de azúcar. Buscaba librar de deudas a algunos empresarios amigos, sobre todo Molina, al tiempo que, por las características de la operación a largo plazo, les permitía participar en asociaciones altamente ventajosas en parte de la industria y los derivados del dulce, o vender, como lo hizo Molina su empresa en más de mil millones de dólares sin absorber sus deudas fiscales y comerciales en el sector azucarero. La operación tenía el visto bueno del gobierno y se ejecutó a pesar de las advertencias documentales que la administración Zedillo hizo llegar oportunamente al presidente electo Fox. Y los jugadores, directos o indirectos de aquella historia ahora comienzan a aparecer nuevamente: la tortilla fue un aviso, el bolillo es otro, los intentos de regreso de Molina Sobrino, uno más.

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