Extorsiones, narcocorridos y crimen organizado
Columna JFM

Extorsiones, narcocorridos y crimen organizado

Días atrás hablábamos de que una de las paradojas de la lucha contra el narcotráfico y particularmente de los éxitos parciales que se han obtenido en ésta, reside en el incremento de otras actividades delictivas, que pueden ser incluso más violentas contra ciertos sectores de la población, como el secuestro y la extorsión.
Grupos que se dedican a la extorsión, al secuestro, al robo especializado de autos: utilizan la infraestructura con la que aún cuentan para mantener el flujo de recursos.

Días atrás hablábamos de que una de las paradojas de la lucha contra el narcotráfico y particularmente de los éxitos parciales que se han obtenido en ésta, reside en el incremento de otras actividades delictivas, que pueden ser incluso más violentas contra ciertos sectores de la población, como el secuestro y la extorsión. Ello es causado por la disminución de la “mercancía” que se puede traficar, la reducción de los ingresos de los cárteles y también, en cierto sentido, de la desarticulación y la ausencia, en muchos casos, de mandos unificados que permitan mantener la disciplina y cohesión de sus organizaciones y grupos criminales.
 Entonces, esos grupos se dedican a la extorsión, al secuestro, al robo especializado de autos: utilizan la infraestructura con la que aún cuentan para mantener el flujo de recursos.

No es un caso excepcional: ha ocurrido en otros países que se han enfrentado o se enfrentan al mismo fenómeno, desde Colombia hasta Italia pasando por Estados Unidos. Y lo vivimos con la ola de secuestros que se ha manifestado sobre todo en Baja California y en Tamaulipas pero también con el aumento de las extorsiones, algunas denunciadas, la mayoría no, de la que son objeto desde medios de comunicación hasta artistas, desde empresarios hasta pequeños comerciantes. Los recientes asesinatos de la cantante Zaida Peña en Matamoros e inmediatamente después el de Sergio Gómez, vocalista y líder del grupo K-Paz de la Sierra, tienen relación con esas historias de extorsión pero se catalizan, además, por la relación que han mantenido muchas de estos cantantes de la llamada onda grupera con personajes ligados al narcotráfico, particularmente popularizando narcocorridos o actuando, concientemente o no, en sus fiestas.

Años atrás, fue famosa la predilección de Amado Carrillo por Los Tigres del Norte (incluso se especula que la canción Jefe de Jefes estuvo dedicada a él), de la misma forma que sus rivales, los Arellano Félix eran fanáticos de los Tucanes de Tijuana. Afortunadamente para los integrantes de ambos grupos nunca se supo que ellos o sus representantes sufrieran algún daño. Pero con el paso del tiempo las cosas han cambiado y cada vez parece más evidente que en ciertas plazas no toleran la presencia de algunos intérpretes, en general no demasiado conocidos por el gran público, pero con enorme influencia en los sectores populares de sus localidades, y así se han ido sucediendo asesinatos de otra manera inexplicables, como el de Valentín Elizalde o casos de artistas que han tenido que explicar algunas de sus relaciones o actuaciones como el propio Joan Sebastián (quien había actuado en Morelia con K-Paz la misma noche del secuestro y asesinato de Sergio Gómez). No estoy diciendo que alguno de esos personajes del mundo artístico esté necesariamente relacionado con el narcotráfico, pero son los músicos preferidos de esas organizaciones, algunos han sido directa o indirectamente impulsados por ellas y eso los convierte en objeto de extorsión u objetivos de los adversarios de las mismas.

El representante de K-Paz de la Sierra, dice que su grupo ya había tenido el año pasado amenazas para no presentarse en Morelia, una plaza con fuerte presencia de los Zetas, cuando el grupo era oriundo de Durango y tenía afincada su popularidad en toda la zona del Pacífico y hasta en Chicago, todos territorios controlados por el cártel del Chapo Guzmán y sus aliados. Zaida Peña y su grupo Los Cómplices, actuaba sobre todo en la frontera tamaulipeca: Matamoros, Nuevo Laredo, Reynosa, donde también los Zetas tienen un control casi absoluto, y ella sí, a diferencia de K-Paz, solía interpretar narcocorridos.

El fenómeno de los narcocorridos y de estos fenómenos musicales no son marginales. Nadie vende más discos en el país que estos grupos. Pocos congregan tanta gente. Muy pocos incluyendo los grandes artistas internacionales, generan tantas ganancias como estos grupos y artistas. El narcocorrido, además, es una suerte de construcción cultural muy cercana a nuestra gente, sobre todo a la más humilde, pero no sólo a ella.

El narcotráfico, dice uno de sus estudiosos, Avelino Gómez, ha cumplido en la música popular, la misma función que hizo la Revolución. No olvidemos, dice, que, gracias al impacto social de la lucha armada de 1910, el corrido tomó su forma y sus características propias. El narcotráfico es una realidad que impacta. Por ello, los compositores populares, lo toman como temática: componen canciones que cuentan las historias de estos personajes y en ocasiones suelen utilizarse para mitificarlos. Para ello recrean desde el lenguaje hasta las metáforas para enviar su mensaje y conectarse con su público: la gran mayoría ajeno al narcotráfico pero atraído por éste e involucrado de una u otra manera en la realidad que el mismo determina.

No estamos hablando de una sucesión de hechos menores. No se explicaría el auge de la pintura colombiana, por ejemplo, independientemente de la calidad de sus artistas, sin la inversión que realizaron en ellos los narcotraficantes. Se asegura que la época de oro del cine italiano (y del hollywoodense) fue financiado por el crimen organizado de sus países. El narcocorrido y la buena parte de la onda grupera es consecuencia del gusto popular pero también ha tenido un estímulo muy alto de las organizaciones y líderes criminales que las auspician o patrocinan.

No se trata de juicios morales o estéticos: simplemente es una realidad que no puede soslayarse. De la misma manera que el narcotráfico se ha involucrado en la política, en la económica, también lo ha hecho en el mundo del espectáculo, impulsando intérpretes o amenazándolos y extorsionándolos. De la realidad no podemos escaparnos. No sirve de nada disfrazarla.

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