El calderonismo asume su propia personalidad
Columna JFM

El calderonismo asume su propia personalidad

Hace varios meses decíamos en este espacio que uno de los principales problemas de diseño estructural del gobierno de Felipe Calderón era que, bien cubiertas, las áreas de seguridad, hacienda y política exterior, toda administración debía basarse en tres pilares: el propio partido en el poder, la gobernabilidad y la política social. Y que por diferentes razones, ninguna de esas tres áreas estaba funcionando adecuadamente o se mantenían bajo el control del propio presidente Calderón.
Ya no es así: hoy esos tres pilares están cubiertos por quienes son tres de los hombres de mayor confianza del presidente Calderón, quienes han trabajado con él no desde su llegada a Los Pinos sino desde muchos años atrás.

Hace varios meses decíamos en este espacio que uno de los principales problemas de diseño estructural del gobierno de Felipe Calderón era que, bien cubiertas, las áreas de seguridad, hacienda y política exterior, toda administración debía basarse en tres pilares: el propio partido en el poder, la gobernabilidad y la política social. Y que por diferentes razones, ninguna de esas tres áreas estaban funcionando adecuadamente o se mantenían bajo el control del propio presidente Calderón.

Ya no es así: hoy esos tres pilares están cubiertos por quienes son tres de los hombres de mayor confianza del presidente Calderón, quienes han trabajado con él no desde su llegada a Los Pinos sino desde muchos años atrás. En diciembre Germán Martínez se convirtió en presidente nacional del PAN y esta misma semana designó una comisión política de buen nivel que buscará, luego del oscuro periodo de Manuel Espino, tratar de que el panismo recupere su nivel. A Sedesol llegó otro hombre cercanísimo desde hace años a Calderón: Ernesto Cordero. Y se confirmó ayer el reemplazo de Francisco Javier Ramírez Acuña y la llegada de quien ha sido, hasta ahora, el principal operador del presidente, Juan Camilo Mouriño, a la secretaría de Gobernación.

Mouriño ha demostrado un nivel de eficiencia desde la campaña y sobre todo después de la llegada a Los Pinos, que ha sorprendido a muchos. No sólo se convirtió en el jefe de las oficinas presidenciales sino que se transformó en el virtual coordinador de los gabinetes y en un secretario de Gobernación de facto. La duda que permanecía en Los Pinos era si Mouriño se mantendría en esa posición, donde podría operar con mayor discreción, o si asumía plenamente las funciones que ya estaba desempeñando y lo hacía desde la secretaría de Gobernación. El presidente Calderón decidió llevar de la relativa sombra al primer plano, a los reflectores públicos, a su equipo de confianza: Juan Camilo se encargará así de la gobernabilidad y Cordero de la política social. En los discursos en los que se dio posesión a uno y otro, el presidente Calderón destacó que ambos encabezarán no sólo sus dependencias sino también todos los sectores involucrados en ellas. Otros movimientos, como la designación de Dionisio Pérez Jácome como subsecretario de egresos, la posibilidad de que César Nava pase a encargarse de la oficina de Los Pinos, y las designaciones que vendrán sobre todo en las áreas de gobernación (sin descartar la posibilidad de otros cambios en el gabinete, sobre todo en áreas que no han funcionado eficientemente en el pasado pero sobre todo desde el inicio de este 2008), reconfiguran por completo el equipo presidencial.

Se podrá argumentar que no son cambios tan trascendentes porque, en última instancia es el mismo equipo pero distribuido y con responsabilidades parcialmente diferentes. En realidad es un cambio tan profundo como aquel que generó Calderón para estas mismas fechas, hace dos años, cuando reconoció que había cosas que no funcionaban y ajustó su equipo de campaña. En esta oportunidad, el presidente contará por primera vez con un gabinete casi completamente suyo, y tendrá funcionarios que dejarán el bajo perfil y tendrán que asumir su responsabilidad con el protagonismo bien entendido que ello requiere. Hasta ahora, sin esos tres pilares, el presidente Calderón obtenía beneficios pero también asumía, sin intermediarios, todos los costos: desde las derrotas electorales panistas hasta una política social en la que salían más beneficiados los gobernadores y alcaldes que el gobierno federal, desde una secretaría de Gobernación por donde no pasaban ni las negociaciones ni la interlocución hasta una oficina en Los Pinos que comenzaba a recibir golpes de los que no podía defenderse. Ese ciclo se ha cerrado. El presidente Calderón tiene cubiertas ya las áreas de seguridad, las financieras y hacendarias, la política social, la exterior, la educación, el trabajo, la gobernabilidad y su partido. Es verdad que quedan huecos o posiciones que no terminan de funcionar adecuadamente o que trabajan con una agenda más personal que de gobierno, pero los capítulos centrales de la administración ya están cubiertos por hombres y mujeres que son parte del equipo real de Calderón y que entienden y asumen su forma de ejercer el poder.

Ello provoca otro efecto que no es menor: abre la baraja de posibilidades políticas. Se dirá que ello es futurismo y es verdad, pero también lo es que la política y el poder se basan en buena medida en la generación de expectativas. Un presidente, por lo menos en nuestro sistema político, puede ejercer mejor el poder cuando tiene verdadero control, pero también cuando tiene en su equipo más cercano y en el gabinete a personajes que se perciben con futuro político real. Hoy, Felipe Calderón tiene varias opciones que mostrar en ese sentido: Mouriño, Cordero, Germán, Cartens, Josefina, Lozano y otros que están allí y que pueden crecer en el futuro. Eso le permite distribuir responsabilidades, contar literalmente con fusibles que sean a su vez interlocutores y responsables ante y del presidente, con distintos sectores, y consolidar su propio ejercicio del poder.

El diseño institucional es el correcto, lo que viene ahora será probar la capacidad política en ámbitos mucho más públicos, abiertos y por lo tanto llenos de posibilidades y desafíos, de estos hombres y mujeres. El periodo de aprendizaje ya lo tuvieron en el 2007. Este año es decisivo para esta administración y de él, lisa y llanamente, dependerá su futuro.

Por cierto, y hablando de cambios pendientes: ¿por qué habría que designar en la procuraduría del medio ambiente (un área que al presidente Calderón le interesa genuinamente) a un ex gobernador que no tiene la menor idea del tema, que perdió sus elecciones y que en su estado terminó con muy mala imagen pública?

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