Lo que viene
Columna JFM

Lo que viene

Los cambios en el gabinete anunciados esta semana por el presidente Calderón no son la conclusión de un proceso sino el inicio de una nueva etapa política, o mejor dicho la preparación para la misma, del gobierno federal. En los próximos días y semanas la administración Calderón tendrá que enfrentar una serie de retos a los que deberá darle respuesta: algunos de ellos son de índole interno, otros devienen, necesariamente, de encontrarle una salida a los principales temas de la agenda nacional.

Los cambios en el gabinete anunciados esta semana por el presidente Calderón no son la conclusión de un proceso sino el inicio de una nueva etapa política, o mejor dicho la preparación para la misma, del gobierno federal. En los próximos días y semanas la administración Calderón tendrá que enfrentar una serie de retos a los que deberá darle respuesta: algunos de ellos son de índole interno, otros devienen, necesariamente, de encontrarle una salida a los principales temas de la agenda nacional.

En primer lugar, el presidente Calderón tendrá que definir que hará con su equipo de Los Pinos. Hasta ahora se había establecido un mecanismo centralizado que hacía pasar por las oficinas presidenciales casi todos los temas centrales de la administración. Ahora tendrá que definir si “institucionaliza” esa relación, realizando un más intenso trabajo de gabinete, lo que se esperaría con las designaciones de Juan Camilo Mouriño y Ernesto Cordero, o si se vuelve a estructurar un nuevo equipo en la casa presidencial con un control de ciertas áreas del gabinete que hasta esta semana dependían tácitamente de ella. Lo más probable es que exista un nuevo equilibrio en la organización del poder: no tendrían demasiado sentido las designaciones de esta semana si no ocurriera así. De todas formas, la reestructuración en el equipo de Los Pinos tendrá que darse. No sólo por las atribuciones que por ley se le han dado a esas oficinas sino también porque al presidente Calderón, un hombre que prefiere tener un control personal y directo de la operación, ese esquema es el que le resulta más útil y eficiente. Pero el cambio tendrá que darse en un sentido diferente al que ha funcionado hasta ahora, incluyendo el hecho de que Mouriño no sólo se lleva la responsabilidad al viejo palacio de Covián, sino también a una parte del equipo. Su primera designación, acertada por cierto, lo demuestra: Miguel Monterrubio, pasó de Los Pinos a director de comunicación social de Gobernación.

De la mano con ello, otro desafío es la reconfiguración de la secretaría de Gobernación. Mouriño deberá cambiar a casi todo el equipo de la secretaría. Salvo unos pocos casos, éste se había conformado por antiguos colaboradores de Francisco Ramírez Acuña: con la salida del ex gobernador, no tiene demasiado sentido que ese mismo equipo siga en sus actuales responsabilidades, más aún cuando, si nos basamos en el discurso del propio Ramírez Acuña del miércoles pasado, se puede detectar que la salida no fue tan tersa como se ha dicho: no dejó de llamar la atención, por ejemplo, la alta autocalificación que se otorgó Ramírez Acuña en su discurso, misma que no coincide con el tono ni el mensaje que envió el propio presidente. Lo cierto es que independientemente de todo ello, Mouriño necesitará designar un equipo de mucho peso y capacidad de operación en Gobernación para llenar las expectativas y las atribuciones que le otorgó el presidente el miércoles al darle posesión del cargo.

Un tercer punto es el de la negociación legislativa. Vienen momentos importantes en algunos capítulos claves para el futuro, como la reforma energética, que serán precedidos por la designación de los consejeros del IFE y, muy probablemente, por las demandas, sobre todo del priismo, de comenzar a concretar otros aspectos de la llamada reforma del Estado. En ese ciclo de reformas, tendrá que abordarse, de alguna manera, el quid pro quo de la negociación política, y si se avanza en la reforma energética, no deberíamos descartar algunas modificaciones importantes en áreas como la operación de algunos capítulos de la política social. No creo que se llegue al punto de la transformación de la Sedesol en una suerte de instituto estatal autónomo, como se ha planteado, pero esa operación tendrá, de alguna manera, que “institucionalizarse” para darle paso a los acuerdos energéticos con el PRI y, quizás, con una parte del perredismo.

Un punto que estará en el centro del debate es el de la seguridad. Las reformas sobre seguridad y justicia seguramente serán aprobadas en la cámara de diputados con los cambios que realizaron en diciembre los senadores. Pero el mayor desafío será operar esas reformas y lograr golpes certeros ante el narcotráfico. Paradójicamente, la violencia que estamos viendo en estos días en lugares como Tijuana, confirman que el rumbo adoptado es el correcto, pero la distancia que se debe recorrer aún es larga y los resultados tardarán en ser perceptibles por la población. Pero ese casi 75 por ciento que acepta la determinación con que el gobierno ha encarado la lucha contra la delincuencia, deberá reflejarse en resultados. Y ello no será sencillo en el corto plazo.

Relacionado con ello, y coincidiendo también con la reunión de procuradores de México y Estados Unidos del miércoles pasado, deberían esperarse algunos avances en el frente externo, sobre todo en la relación con Washington, avances que deberán pasar, sobre todo, por el tema de la colaboración en seguridad. No sólo en torno a lo que pueda suceder respecto a la iniciativa Mérida, cuyo destino puede aún estar por definirse, sino también por la colaboración en lo que se dijo respecto al tráfico de armas y lo que no se dijo en relación con la cooperación real, efectiva, para sellar la frontera a los grupos del crimen organizado e impedir así que los operativos de este lado se transformen en ejercicios inocuos si no existe un ejercicio similar del otro lado de la frontera. Por lo pronto, habrá que recordar que, aunque no se espera que haya reuniones oficiales, de gobierno a gobierno, alrededor del 15 de febrero, Felipe Calderón realizará su primera gira como presidente a los Estados Unidos, a sólo una semana del supermartes que definirá las candidaturas presidenciales en la Unión Americana.

Lo que viene determinará entonces no sólo el futuro inmediato, sino también, en buena medida, el propio destino de la administración Calderón.

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