Los Beltrán Leyva y el poder político
Columna JFM

Los Beltrán Leyva y el poder político

La historia de los hermanos Beltrán Leyva en el narcotráfico es antigua: se trata de uno de los grupos del crimen organizado con una inserción más firme y que durante años se manejó con bajo perfil y controlando no sólo con la violencia y la coerción, sino también a través de la corrupción, muchos de los principales resortes del poder, varios de ellos ligados a autoridades de origen panista, y del ala más dura de ese partido, la que acaba de dejar la dirección del mismo y que tuvo su control durante el foxismo.

La historia de los hermanos Beltrán Leyva en el narcotráfico es antigua: se trata de uno de los grupos del crimen organizado con una inserción más firme y que durante años se manejó con bajo perfil y controlando no sólo con la violencia y la coerción, sino también a través de la corrupción, muchos de los principales resortes del poder, varios de ellos ligados a autoridades de origen panista, y del ala más dura de ese partido, la que acaba de dejar la dirección del mismo y que tuvo su control durante el foxismo

Datos al respecto hay muchos. Poco después de que asumiera el poder Ignacio Loyola, se realizó, en 1997, un amplio operativo en la ciudad de Querétaro, donde se catearon diez domicilios pertenecientes a los hermanos Beltrán Leyva, particularmente de Arturo, el mayor de ellos y el más importante en la estructura de la organización. Poco antes se había realizado en una de esas residencias una fastuosa fiesta con la participación de numerosos narcotraficantes, de la llamada organización de Sinaloa, que en realidad es mucho más amplia y cubre buena parte del territorio del país: allí estuvieron Ismael elMayo Zambada, el Juan José el Azul Esparragoza y fue una de las últimas apariciones de Amado Carrillo Fuentes, asesinado poco después por una fracción de esa misma organización durante una operación de cirugía estética en el Distrito Federal (para ver toda la información de esta historia consultar el libro De los maras a los Zetas, escrito por este autor y Víctor Ronquillo y publicado en 2006 por Grijalvo). Del operativo quedaron innumerables fotos que demostraban la penetración en la sociedad queretana de la familia Beltrán Leyva y sus contactos con personajes importantes en ese y otros estados. Desde entonces, quedó en claro que los Beltrán Leyva habían trascendido los límites de su zona de influencia, la frontera sonorense y tenían capacidad de operación en el resto del país.

Tuvieron que pasar muchos años, hasta 2005, cuando se dio un nuevo golpe contra los Beltrán Leyva. Ese año con información proporcionada por la inteligencia estadounidense, que le sigue los pasos desde hace años a ese grupo, se ubicó una enorme mansión en el estado de México, en Huixquilucan, donde vivían Clara Laborín y su compañero, Héctor Beltrán. Allí se encontraron muchas fotos, incluyendo varias de aquella fiesta en Querétaro, pero también innumerables cintas de grabaciones telefónicas realizadas por el propio Beltrán Leyva con muchos interlocutores (una costumbre que en su momento había iniciado el propio Amado Carrillo, como una forma de control y también de presión  contra colaboradores olvidadizos de su organización). Durante ese cateo llamó la atención un nombre manuscrito en una agenda de Beltrán Leyva (que logró huir) donde se consignaba el nombre de Nahum Acosta, su teléfono particular y su número de celular. También había una tarjeta de presentación de éste como director de giras de la presidencia de la república. Cuando se analizaron las cintas se comprobó que en varias de ellas había pláticas de Acosta con Héctor Beltrán (apodado El Ingeniero) donde se hablaba de las giras presidenciales e incluso de entrega de dinero de El Ingeniero a Acosta. Además en el cateo se encuentran los planos de un spa que se estaba construyendo en Acapulco llamado Debanhy. En las llamadas Acosta insiste en preguntarle a su interlocutor sobre cuándo se terminaría el negocio en Acapulco.

Había muchos más datos duros de esa relación, incluyendo el descubrimiento de que la visa de Estados Unidos le había sido retirada desde diez años atrás a Acosta por su presunta relación con el cártel de Amado Carrillo y los propios Beltrán Leyva,  y como se sabe Acosta fue detenido y el propio presidente Fox reconoció públicamente que el narcotráfico había logrado penetrar Los Pinos. Pero algo sucedió y la detención del director de giras se dio al mismo tiempo que el proceso de elección del candidato presidencial del PAN y de la elección de quien lo había llevado a trabajar a la presidencia, Manuel Espino, al liderazgo del PAN. Repentinamente un juez decidió que las pruebas no eran admisibles, porque se trataba de grabaciones privadas (aunque incluso las voces de Acosta y de Beltrán fueron autentificadas por agencias estadounidenses) y el ex funcionario quedó en libertad. Incluso así, a su salida de prisión, Espino le volvió a conseguir un puesto en PEMEX y lo llevó, como invitado, a un acto con Felipe Calderón, lo que provocó uno de los mayores distanciamientos entre éste y el entonces dirigente panista.

Todo esto viene a cuento por la detención de Alfredo Beltrán Leyva, junto con Héctor, y bajo el mando de Arturo, uno de los tres líderes de esa organización que nominalmente se dice que encabeza Joaquín El Chapo Guzmán, pero que en términos de operación cotidiana, lideran los propios Beltrán Leyva e Ismael el mayo Zambada. Se ha informado, luego del operativo del ejército que permitió detener a Alfredo junto con su guardia de seguridad en Culiacán, que éste era el jefe de la operación en casi todo el Pacífico, de los grupos de sicarios que operaban en Guerrero y Sinaloa, pero también de las relaciones políticas que mantiene este grupo en varios estados del país. Los operativos realizados la mañana de ayer en San Angel Inn y Coyoacán, en el DF, permitieron detener a once sicarios y decomisar un amplio arsenal. Pero además pone de manifiesto lazos con grupos de poder en la capital: no fue una casualidad que se impidió acceder en esos operativos a agentes locales y sobre todo a la judicial capitalina.

No es, por supuesto, un tema partidario: los Beltrán Leyva crecieron con el cobijo priista, penetraron profundamente en sectores panistas y ahora también se comprueba que perredistas. El narcotráfico no tiene ideología: tiene intereses y hay grupos políticos y de poder que tienen sed de recursos. Eso los termina uniendo.

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