Las armas las carga el diablo…y se compran en Texas
Columna JFM

Las armas las carga el diablo…y se compran en Texas

No son sólo las armas las que alimentan o dan poder al narcotráfico o al crimen organizado en general: el verdadero poder está en su capacidad de penetración en los distintos estratos sociales, en su capacidad de cooptación e intimidación, está en el dinero que el negocio genera y la posibilidad de corromper con él.

No son sólo las armas las que alimentan o dan poder al narcotráfico o al crimen organizado en general: el verdadero poder está en su capacidad de penetración en los distintos estratos sociales, en su capacidad de cooptación e intimidación, está en el dinero que el negocio genera y la posibilidad de corromper con él. Pero tampoco nos engañemos, uno de los principales instrumentos que le permiten ejercer ese poder es el de las armas. Con las armas se intimida y asesina, con las armas se toma el control de algunas zonas, con las armas se genera incluso una cultura del miedo y la imitación que le da a los delincuentes la posibilidad de mimetizarse, intimidar, establecer sus zonas de poder.

Que las armas no son todo lo demuestran los propios datos de las áreas de seguridad del gobierno federal: desde diciembre del 2006 hasta hoy, los grupos del Golfo con sus sicarios denominados los Zetas, han sido la organización criminal a la que más armas se le han incautado. Son también las armas de mayor potencia de fuego y más letales: a ellos se les han incautado cohetes antitanques M72 y AT4, lanza cohetes RPG7, lanzagranadas MGL de 37 mm, aditamentos para lanzagranadas de 37 y 40 mm, granadas de ese calibre, granadas de fragmentación, fusiles Barret de calibre 50, pistolas y ametralladoras de nueva generación como las armas belgas Herstal, conocida como la Five Seven, cuyas municiones pueden atravesar blindajes y que son conocidas en Estados Unidos como matapolicías. Menos armamento tienen los grupos de los Arellano Félix, actualmente en una cierta decadencia por la detención de sus líderes y la ocupación de algunos de sus territorios por grupos del Golfo, a los que se les ha decomisado fusiles Barret, lanza cohetes y subametralladoras Herstal. Paradójicamente, el que aparece como el grupo más poderoso del narcotráfico en México, el llamado cártel de Sinaloa, que es el que tiene mayor control sobre distintas zonas, resulta el que utiliza armas más convencionales: normalmente se le han incautado armas cortas y fusiles de asalto del tipo Ak47 y ocasionalmente lanzagranadas y granadas de 37 mm.

El poder real de los grupos no lo determina su armamento pero ese volumen y calidad de armas habla de la capacidad de generar violencia de cada una de las organizaciones y de su capacidad desestabilizadora.

No estamos hablando de cosas menores: en el 2007 se incautaron 4 mil 333 armas cortas, 4 mil 205 armas largas; una cantidad impresionante de municiones: 706 mil 170 y el dato más sugestivo es el número de granadas: 518, cuando en los seis años anteriores nunca se habían incautado más de 60. Tampoco es una distribución generalizada: la gran mayoría de las armas y municiones se han encontrado, con un margen muy amplio respecto a los otros estados, en Tamaulipas y Michoacán (un porcentaje que se acrecienta en forma notable con los decomisos de armas de la semana pasada en el primer estado) y también ha habido decomisos altos en Sonora, Chihuahua, Jalisco, Veracruz y Guerrero. En cantidad de armas, el mayor número se ha encontrado en Tamaulipas, de municiones en Michoacán.

El control del armamento de los grupos del crimen organizado es esencial para mantener la estabilidad y el control de las distintas zonas del país. Como señalábamos, no hay una relación directa entre el poder real de una organización y su poder de fuego, pero sí de su capacidad e intención de generar violencia y desestabilizar a la sociedad.

Por eso, como señalábamos desde principio de año, es tan importante el operativo que se realiza desde enero en Tamaulipas, en tres zonas del estado: uno en Nuevo Laredo y su zona de influencia, otro en Tampico y Altamira y un tercero, el más amplio que abarca el triángulo Reynosa-Matamoros-San Fernando, buscando ahogar las actividades de los grupos ligados a los Zetas. Los decomisos de la semana pasada, pero sobre todo el del arsenal de Miguel Alemán es clave en ese sentido: no sólo por ser el mayor arsenal incautado en los últimos 20 años (sólo comparable al que se encontró en el rancho El Búfalo, de Caro Quintero, en los años 80) sino por la enorme capacidad de fuego de las armas incautadas. Pero también porque el lugar donde se encontraron esas armas, es considerado por las autoridades uno de los principales centros operativos de esa organización y allí había desde armas hasta drogas, desde un lugar de refugio hasta un centro de entrenamiento.

Hay distintos métodos de medir la lucha contra el crimen organizado: uno es el número de víctimas, el de muertos o atentados; otro es el de la detención de capos o los decomisos de drogas. Todos son importantes y deben ir mostrando algo, pero el de las armas, que no hemos utilizado casi nunca, resulta clave sobre todo en términos de la tranquilidad de la ciudadanía, de generación de violencia, capacidad de intimidación y desestabilización. Y es más importante aún, porque la mayor parte de estas casi diez mil armas decomisadas el año pasado, ese medio centenar de granadas, esas más de 700 mil municiones, en su mayor parte no vienen de México: son importadas, legal o ilegalmente de los Estados Unidos, que se ha convertido en el principal proveedor de armas para el crimen organizado. Y el principal centro de introducción de esas armas se da en la frontera entre Texas y Tamaulipas donde, del otro lado de la frontera hay centenares de centros de venta de armas de todo tipo. Y se podrá argumentar que algunas de esas armas son originalmente para autodefensa, pero la falta de control del otro lado se demuestra, por ejemplo, con la entrada de armamento que incluso en Estados Unidos está prohibido. En torno a las armas se da una de las batallas claves contra el narcotráfico y demanda acuerdos realmente de fondo con la Unión Americana.

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