De Pemex a Encinas: la ausencia de la verdad
Columna JFM

De Pemex a Encinas: la ausencia de la verdad

Esta semana Federico Reyes Heroles escribió un magnífico artículo titulado “mentiras” donde analizaba varios de los capítulos de la vida nacional donde el debate, o mejor dicho los monólogos compartidos de varios de nuestros actores, están basados sencillamente en falsedades, en mentiras que nadie se encarga de desenmascarar como tales.

Esta semana Federico Reyes Heroles escribió un magnífico artículo titulado “mentiras” donde analizaba varios de los capítulos de la vida nacional donde el debate, o mejor dicho los monólogos compartidos de varios de nuestros actores, están basados sencillamente en falsedades, en mentiras que nadie se encarga de desenmascarar como tales.

Pero hay un paso más allá de las mentiras: cuando se miente, se sabe que se está tergiversando la realidad. Es más grave cuando, como dice Harry Frankfurt en On Bullshit, se recurre a la “charlatanería”, cuando se crea una realidad propia, alterna, y se construye sobre ellas un discurso, cuando se confunde la realidad con las declaraciones o los mitos que el charlatán cree ciertos. Eso sucede, ya lo hemos dicho en muchas oportunidades, por ejemplo, con López Obrador y sus diferentes campañas: el complot, la encuesta con los diez puntos de ventaja, el fraude electoral, la crisis inminente en enero pasado o, ahora, la privatización de Pemex. No se trata ya de mentiras, sino, simplemente, de crear una realidad alterna, de la que viven él y un grupo de sus seguidores, cada vez más escasos pero también más convencidos de esa verdad basada, sólo, en la palabra y la fe del líder.

Como ha insistido sobre todo Cuauhtémoc Cárdenas, nadie, en ningún ámbito político, ha hablado de privatizar Pemex. Hay diferentes visiones sobre el tema, distintas posibilidades y existen, obviamente, grupos, sobre todo empresariales que sí plantean avanzar en esquemas de privatización. Y podrán tener o no razón, pero lo cierto es nadie en el mundo de la política está proponiendo públicamente esa opción: ni el gobierno federal, ni Felipe Calderón, ni el PRI, ni el PAN y tampoco el PRD. Simplemente la supuesta privatización de la paraestatal es un mito, una mentira. Por eso López Obrador o su gente no han podido mostrar un solo documento, una sola declaración que avale sus dichos.

En todo caso, el punto es otro: ¿se debe dejar a Petróleos Mexicanos como está?¿no debe haber reformas profundas en la empresa y el sector que lo pongan a tono con las nuevas exigencias del país y de la economía nacional y global? Esa es la pregunta que, con el espantajo de la privatización, no se quiere responder. Ese es el desafío que deberán afrontar los legisladores en el futuro inmediato: cómo cambiar Pemex, y el sector energético en su conjunto, utilizando los instrumentos constitucionales actuales y adecuando las leyes a éstos. Y ese proceso, todos lo han dicho con diferentes palabras, incluso pensando en distintos esquemas productivos, no pasará por la privatización: el tema no es la propiedad de los recursos, sino su explotación y procesamiento.

En el fondo, cuando se utiliza una mentira, o se crea una realidad alterna como argumento político, lo que se pone de manifiesto, en política, es el desprecio de las reglas elementales del juego. Y lo mismo se aplica a Pemex que a la elección interna de la dirigencia perredista. En el tema energético, López Obrador llama a una cruzada contra algo que no existe y lo hace desde una institución también imaginaria: la presidencia legítima. En la elección interna del PRD, se da el lujo de enviar millones de cartas apoyando a su candidato, Alejandro Encinas, violando las normas internas de la propia elección, despreciando a los órganos de control de su partido y en última instancia a los militantes que participan en el proceso. Más grave aún: hace algunos días nos preguntábamos de qué vivía López Obrador, cuáles eran sus ingresos, si pagaba o no impuestos. Nadie los sabe con certidumbre. Ahora debemos preguntarnos, también, quién financia estas operaciones electorales: porque si se enviaron entre cinco y seis millones de cartas personalizadas, quedan dos opciones: López Obrador (si actuó como él dice, simplemente como un militante más) dispone de tal cantidad de recursos o se utilizaron los del partido o de alguna entidad afín.

La respuesta la proporcionó Alfonso Ramírez Cuellar en el debate entre los candidatos perredistas del miércoles: en ese partido se ha extendido la práctica de descontarle a fuerza entre un diez y un quince por ciento de su salario a los trabajadores de dependencias bajo control perredista, para financiar actividades partidarias. Un acto doblemente grave porque por una parte se vulnera el ingresos de los trabajadores y, por la otra, lleva a preguntarnos qué hace ese partido o en este caso López Obrador, con los cientos de millones de pesos que termina recibiendo como prerrogativas electorales, o sea de recursos públicos.

El camino de las mentiras o el de la charlatanería, con sus realidades alternas, siembra la destrucción de los actores que las impulsan pero también de los sistemas políticos democráticos, que por esa razón, cuando funcionan realmente como tales, castigan tan duramente esos comportamientos. El perredismo debería comprender que no puede continuar un camino que desde dentro, ha sido minado de tal manera.

Octavio Paz, sin merecimientos

La comisión de Prácticas Parlamentarias de la cámara de diputados ha decidido que Octavio Paz no tiene merecimientos suficientes como para que su nombre esté inscrito en letras de oro en el recinto parlamentario de San Lázaro. Para ellos, en un dictamen que no tiene desperdicio, el Nobel de literatura es simplemente la expresión de un fenómeno cultural. Sin demérito de muchos, la pregunta es obvia: ¿son mayores los merecimientos de, por ejemplo, Isidro Fabela, Alfonso García Robles, Vicente Lombardo Toledano o Sor Juana, todos respetados y respetables, que los de Paz? Es lamentable. De lo único que no me cabe duda es que Paz no quisiera compartir, ni simbólicamente, el recinto parlamentario con varios de sus actuales inquilinos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil