El difícil oficio de la mentira
Columna JFM

El difícil oficio de la mentira

No se puede mentir a todo el mundo todo el tiempo. La táctica que se ha establecido para impedir cualquier reforma en Petróleos Mexicanos, adopta dos vertientes: por una parte la de López Obrador y su gente, que no dudan en mentir y engañar en forma tan descarada que para algunos puede ser convincente.

No se puede mentir a todo el mundo todo el tiempo. La táctica que se ha establecido para impedir cualquier reforma en Petróleos Mexicanos, adopta dos vertientes: por una parte la de López Obrador y su gente, que no dudan en mentir y engañar en forma tan descarada que para algunos puede ser convincente. La de los otros es postergar todo lo posible la discusión para poder salir delante de sus propios problemas: ello es notable sobre todo en la corriente de Nueva Izquierda y en el perredismo moderado, que ante el increíble y vergonzoso retraso de los cómputos en sus comicios internos, ante la imposibilidad de establecer un ganador en sus propias elecciones, están optando por tratar de congelar todo, para evitar que cualquier toma de posición  sirva para que López los acuse de traidores.

Unas palabras sobre la elección interna del PRD confirman la doble moral de que hacen gala ciertos sectores de ese partido: ¿cómo puede ser que a dos semanas y media de los comicios no se haya podido computar poco más de un millón de votos?¿cómo puede ser que no hayan coincidido, ni remotamente, las encuestas de salida con los conteos rápidos y éstos con el PREP (que repentinamente desapareció de escena) y el PREP con los cómputos hasta ahora conocidos?. Recordemos que en la elección del 2006, las encuestas de salida, los conteos rápidos, los resultados del PREP y los resultados finales conocidos después de la revisión voto por voto de un tercio de las casillas fue exactamente el mismo, con una diferencia de un par de centésimos de punto. Y para ese sector del perredismo la elección, sin embargo, resultó fraudulenta. Ahora han pasado casi 20 días y ni siquiera se puede concluir el cómputo. Las diferencias con las empresas encuestadoras se explica en forma sencilla: los perredistas se hicieron trampa a sí mismos. Les dieron una lista de casillas que se instalarían y otras que no debían encuestar porque supuestamente no se habían instalado. Pero resultó que esas casillas sí existían y sí se votó en las mismas. La idea era que en la misma noche del domingo se diera el albazo que dejara a Alejandro Encinas como presidente del partido no con base en el cómputo sino en esos resultados de encuestas falseadas. Como no tuvieron éxito, ahora no quieren completar el cómputo con todas las casillas porque resultará que el ganador será Jesús Ortega y para el lopezobradorismo, ellos mismo lo han dicho, eso es inaceptable: los inefables Gerardo Fernández Noroña y Dolores Padierna (¿no le da pena a un hombre con una larga militancia de izquierda real como Alejandro Encinas que esos personajes sean sus patrocinadores?, parece que no) han declarado en todos los tonos posibles que la única salida posible para la crisis es que Encinas sea presidente del partido. Si se hace trampa y se falsean las cifras internas ¿cómo creer en las declaraciones y las acusaciones públicas?

En este sentido, López Obrador quedó muy mal parado en sus últimas apariciones públicas. En una entrevista con Carlos Loret de Mola le mostraron su propio programa de campaña donde dice con todas las palabras que se debe aceptar la inversión privada en PEMEX hasta donde la ley lo permita, en una abierta contradicción con su posición actual. López contestó que en el párrafo posterior se decía que ello no debería implicar la privatización de PEMEX. Lo cierto es que no hay ninguna propuesta de privatizar PEMEX. Ayer mismo insistió el presidnte Calderón en que la propuesta lejos de privatizar es fortalecer a la paraestatal. El problema de López es que como no hubo privatización (y esa estratagema tenía como objetivo ocultar el cochinero de la elección interna para hacerse del poder del partido a través de una elección fraudulenta) se ha quedado sin discurso.

Y por eso sacó otro conejo del sombrero: un supuesto contrato ilegítimo con Repson-YPF para construir una planta gas para la CFE en Manzanillo. Pero en esta ocasión le salió mal, porque se trató de un proceso de licitación abierto, en el que originalmente participaron varias empresas internacionales y que fue supervisado nada menos que por la Fundación Heberto Castillo A.C. que dirigía la esposa del fallecido dirigente perredista. La licitación y la construcción de la planta ha significado un ahorro de más de mil 500 millones de dólares y es una demostración de cómo se podría operar en un  nuevo marco de la política energética. Y todo eso fue avalado por la Fundación Heberto Castillo. Uno no sabe qué es más vergonzoso: que López Obrador quiera mostrar como un acto de corrupción un acto legítimo y basado en una licitación internacional o que Laura Itzel Castillo sin hacer honor a su padre y la fundación que lleva su nombre diga ahora que el aval lo dio quien hizo el estudio, no la fundación, aunque haya sido ella la contratada, la que cobró por ese servicio y avaló con su nombre el estudio, que además, si la información es fidedigna fue realizado por David Shield, un analista serio, de los que más y mejor conocen de temas energéticos y que nadie podrá calificar como oficialista.

En su Testimonio Público sobre este proceso, la Fundación que actuó como testigo social de la licitación que no fue impugnada por ninguna de las empresas participantes, resaltó que la CFE tuvo en todo momento la disposición y la intención de fomentar la competencia y atraer a un mayor número de participantes, para lo cual se modificaron las bases de licitación en la última fase de aclaraciones, a fin de hacerlas más competitivas. La Fundación en el documento público concluyó que la licitación se realizó con profesionalismo y apego a lo establecido en las bases y en la legislación y reglamentación vigentes y que durante su desarrollo no se presentaron situaciones de inequidad.

El hecho es que López Obrador quedó mal con una denuncia falsa y Laura Itzel para condescender con su jefe humilló a la institución que lleva el nombre de su padre. Son demasiadas vergüenzas acumuladas.

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