Secuestro legislativo y síndrome de Estocolmo
Columna JFM

Secuestro legislativo y síndrome de Estocolmo

Las bandas profesionales de secuestradores suelen realizar estos por pares: dos secuestros simultáneos, de forma tal que en las negociaciones utilizan uno para presionar sobre el otro y distraer a las fuerzas de seguridad. Para poder concretar el secuestro de las dos cámaras del congreso por parte de un grupo de legisladores, López Obrador realizó antes otro secuestro, que sigue también su curso: el de su propio partido.

Las bandas profesionales de secuestradores suelen realizar estos por pares: dos secuestros simultáneos, de forma tal que en las negociaciones utilizan uno para presionar sobre el otro y distraer a las fuerzas de seguridad. Para poder concretar el secuestro de las dos cámaras del congreso por parte de un grupo de legisladores, López Obrador realizó antes otro secuestro, que sigue también su curso: el de su propio partido.

Toda la operación partidaria tiene ese objetivo: concretar el secuestro del PRD impidiendo que exista, a un mes de los comicios internos, un ganador, de forma tal de tener controlados a todos los sectores porque nadie quiere ser acusado de “traidor” al “legítimo”, y al mismo tiempo, tomar las tribunas legislativas y obligar a los que discrepan con ello a apoyarlo aunque sea en contra de sus intereses. Por eso, las elecciones no pueden destrabarse y el cómputo, a un mes del proceso no pasa del 34 por ciento de las casillas. Por eso, no hay dirigencia, en ningún nivel, en el PRD, que pueda ser legitimada por los votos.

En el PRD las cosas han llegado ya al ridículo: desde hace más de una semana, el comité electoral dice que no continuará con el cómputo porque no hay condiciones para hacerlo y envía la responsabilidad sobre el mismo a la comisión de vigilancia. Esta no acepta hacerse cargo del cómputo y se los vuelve a enviar al comité, que tampoco lo acepta y se lo regresa, otra vez, a la comisión. Y así han transcurrido los días sin que haya una decisión, sin que el PRD pueda tener órganos de dirección propios y manteniendo sobre todo a la corriente de Nueva Izquierda de Jesús Ortega, haciendo exactamente lo que está en contra de sus propósitos y visiones políticas.

La mejor demostración de lo ocurrido sucedió entre miércoles y jueves pasado. El miércoles se reunieron los grupos parlamentarios del PRD y decidieron que irían al debate de la reforma petrolera, entre otras razones porque era evidente que la misma no tiene nada que ver con una privatización. Esa tarde se reunieron con López Obrador, y anunciaron que no habría medidas de “resistencia” hasta que no concluyera el debate. Mientras se realizaba esa reunión la comisión de vigilancia en lugar de terminar los cómputos internos los regresaba al comité electoral. No habría decisión, por lo tanto en varios días. López Obrador se comprometió con los legisladores a aceptar el debate y suspender acciones. Carlos Navarrete salió a declarar a los medios la decisión e incluso increpó públicamente a quienes le decían que con ello abandonarían la resistencia.

Ese mismo miércoles, Manuel Camacho le “propuso” a la presidenta de la mesa directiva Ruth Zavaleta que “renunciara” a ese cargo para no verse involucrada en los hechos que se producirían, sin especificar cuáles. Zavaleta rechazó la propuesta del asesor de López Obrador. A la una de la tarde del jueves, estaban reunidas las juntas de coordinación política en la cámara de diputados y en la de senadores. En la primera participaba Javier González Garza y en la segunda Carlos Navarrete. Este estaba estudiando el documento mediante el cual se establecían los tiempos y la metodología del llamado debate sobre la reforma petrolera. Mientras Navarrete estaba reunido, le informaron que la tribuna había sido tomada por Ricardo Monreal y un grupo de senadores. No sabía, dicen los testigos, ni de qué le hablaban. Lo mismo sucedía en la cámara de diputados con legisladores “dirigidos” por Raymundo Cárdenas. Por más que el discurso de Monreal para tomar la tribuna llegó al paroxismo provocador, en la cámara de diputados fue peor: como los integrantes de la mesa directiva no aceptaron desalojar sus lugares les arrojaron encima una pesada lona de casi 50 metros de largo que dejaba en claro las intenciones de los golpistas: “clausurado” proclamaba la manta. Y con ello clausuraban también la aprobación de unas 40 leyes que están listas para salir adelante antes de que concluya el periodo ordinario el 30 de abril.

Hasta allí, engaño incluido a sus propios líderes legislativos, todo era previsible: así actúa López Obrador. Lo vergonzoso vino después: mientras en privado la mayoría de esos mismos dirigentes engañados argumentaban que todo era una locura y que lo realizado derrumbaría al perredismo aún más, en público avalaban la medida y se sumaban a las mentiras que ellos habían descalificado. Se llama síndrome de Estocolmo, a la identificación que terminan teniendo, como un efecto de sometimiento y deseo de sobrevivencia, las víctimas de un secuestro con sus victimarios, con los secuestradores. Y eso es lo que le está pasando a Nueva Izquierda y otros sectores del PRD que ven cómo un personaje puede mentirles en la cara y hacer exactamente lo contrario de lo que prometió doce horas antes, les roba la elección del partido y su posibilidad de operación política, y ellos lo apoyan aunque a pesar de todo.

El hecho es que las 100 mil mujeres que prometieron que participarían en la “resistencia civil” se han reducido a unas 500; que en las encuestas, el secuestro del congreso tiene un rechazo superior al 80 por ciento; que en la manifestación de ayer, no se juntaron, más que unos pocos miles de personas; que las tribunas legislativas, como los campamentos frente al ISSSTE, están ocupadas por carteles porque los ocupantes son cada vez menos. Para el PRD es un desastre. Pero a quién le importa si el interés del lopzobradorismo, como lo dijo con claridad Dolores Padierna no es un futuro triunfo electoral, sino “derrocar” al gobierno. Lo dijimos desde la campaña electoral: se trata de una estrategia fascista. Hoy se lo comienza a ver con mayor claridad.

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