La educación: Calderón, Elba…y Josefina
Columna JFM

La educación: Calderón, Elba…y Josefina

Mientras continúa el doble secuestro del perredismo, el de las cámaras del congreso y el del propio partido, de cuya elección interna hoy se cumple un mes, aún no hay resultados y ayer confirmó su renuncia el comité electoral encabezado por Arturo Nuñez (independientemente de que ya sabemos que no habrá un resultado aceptado por todos, tampoco la construcción de una dirigencia nacional que incluya a todos los grupos en disputa), apareció en el horizonte otra propuesta que, en medio del escándalo producido por el secuestro de las tribunas, ha pasado, como ocurrió con el anuncio del programa social días atrás en Chiapas, prácticamente desapercibido.

Mientras continúa el doble secuestro del perredismo, el de las cámaras del congreso y el del propio partido, de cuya elección interna hoy se cumple un mes, aún no hay resultados y ayer confirmó su renuncia el comité electoral encabezado por Arturo Nuñez (independientemente de que ya sabemos que no habrá un resultado aceptado por todos, tampoco la construcción de una dirigencia nacional que incluya a todos los grupos en disputa), apareció en el horizonte otra propuesta que, en medio del escándalo producido por el secuestro de las tribunas, ha pasado, como ocurrió con el anuncio del programa social días atrás en Chiapas, prácticamente desapercibido.

El lunes en el inicio de la prueba Enlace, el presidente Calderón y Elba Esther Gordillo, lideresa del SNTE, anunciaron, ambos, que se comprometían a una “profunda reforma educativa” que incluyera, desde preprimaria hasta secundaria y en la cual el sindicato aceptaba que los ingresos y prestaciones fueran mejorando en el mismo porcentaje que la calidad de la educación. Para algunos puede resultar una declaración más, pero en el contexto en el que se produjo y por la forma en que fue presentada, deberíamos tomarle la palabra tanto al presidente Calderón como a Elba Esther.

Si se piensa en establecer una estrategia social globalizadora, que abarque todos los aspectos de la vida del país, un requisito imprescindible es comenzar por una profunda reforma educativa. Estamos muy preocupados, con razón, por la reforma energética (apenas ayer Rusia anunció que se están secando los yacimientos en Siberia, que no podrá mantener su producción de 10 millones de barriles diarios y que su situación se asemeja “a la de México, donde la producción está cayendo también dramáticamente”), pero olvidamos que la siguiente será la generación del conocimiento y que tenemos un bono demográfico para aprovechar en estos momentos (bono que se convertirá en un costo muy alto en el futuro), periodo en el cual debemos aprovechar al máximo las posibilidades de formación de nuestros jóvenes. Lo sabemos hace años, todo mundo habla de ello pero no se avanza en forma consistente hacia ese objetivo. Al contrario, como no existe una estrategia clara, en muchas ocasiones simplemente se retrocede (una forma de retroceder es quedarse en el mismo lugar mientras otras naciones nos rebasan). Se suele utilizar el ejemplo de China e India para demostrar cómo esos dos países están generando cambios estructurales, infraestructura y conocimiento, con profesionales y trabajadores altamente preparados, pero lo cierto es que estamos lejos de ellos, pero también de las ex naciones de Europa del Este, integradas ya a la Comunidad Europea, de varios países de América Latina, incluyendo Chile, Costa Rica y en buena medida Brasil y Argentina, e incluso de algunas naciones africanas, por lo menos en los cambios que ellas han realizado y nosotros no.

Sin reforma educativa no habrá futuro, haya o no cambios en Pemex o en el terreno fiscal. En todo caso, esos cambios son importantes porque permitirán tener recursos para atacar de lleno el desafío educativo. Y el mismo tendría que estar ya definido, con objetivos y metas. Y en él, aunque para muchos suene políticamente incorrecto, tendrá que participar el sindicato: primero porque sin el sindicato no habrá reforma educativa alguna que se pueda implementar. Ese es un dato duro que no puede modificarse, nos guste o no. Y segundo porque la reforma educativa, con la participación del sindicato, será la única opción para reformar al propio sindicato. Lo mismo puede pensarse de PEMEX si es que hay una estrategia consistente para ello: ocurrió, por ejemplo, en Brasil con Petrobras y su propio sindicato. Es la reforma de las instituciones, de las empresas productivas o educativas las que proporcionan el terreno básico para poder emprender la reforma de los sindicatos o grupos de poder enquistados en ellas.

Se dirá también que el presidente Calderón reafirma su alianza, así sea coyuntural, con Elba Esther Gordillo. Y probablemente es verdad, pero yo me preguntaría con quién, si no, puede realizar esa alianza. Le cuesta cara, como le cuesta cara la alianza con el PRI para sacar la agenda legislativa. Con el PRD no puede haber alianzas porque ese partido no quiere, porque está dividido, porque su principal dirigente no quiere competir por el poder, sino, como lo ha dicho, derrocar al gobierno, y eso incluye a todos sus aliados potenciales y circunstanciales. Tiene que mantener ese acuerdo Calderón con Gordillo porque lo necesita y, al mismo tiempo debe colocar las reglas del juego en esa relación, que hoy (en el futuro quizás ello cambie) deben pasar por una profunda reforma educativa. ¿Lo debe hacer con el SNTE? Sí, porque así lo marca la realidad y porque los opositores a la izquierda de Elba Esther están en la coordinadora, que se ubica, a su vez, más allá de los sectores radicales del perredismo. Con ellos no puede haber reforma alguna: vamos, el magisterio oaxaqueño no acepta ni siquiera utilizar el horario de verano ¿qué le pueden enseñar a sus estudiantes?

¿Qué sucede entonces con Josefina Vázquez Mota?¿por qué no tuvo un papel más protagónico el lunes pasado?. No tiene porqué pasar nada. Primero, porque cuando participa el presidente en un acto, la norma, por lo menos en este sexenio, es que nadie del gabinete participe para darle un solo sentido al mensaje. Segundo, porque es verdad que Josefina tiene contradicciones fuertes con Elba Esther. Pero precisamente por eso está allí. Y una tendrá que aprender a trabajar con la otra y viceversa. Siendo ambos concientes, por otra parte, de que el tono de la reforma lo tendrá que poner el Estado.

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