PEMEX: los verdaderos conservadores
Columna JFM

PEMEX: los verdaderos conservadores

Concluida la primera semana del llamado debate petrolero, no hubo nada que destacar, salvo la confirmación de que el rollo mató las propuestas. Suena absurdo pensar que frases como que se debe defender el petróleo, la soberanía, el patrimonio de los mexicanos, tengan algún sustento si no se ponen en contexto, si no se asume que, en realidad, cuando se habla de la industria petrolera, como de cualquier otra administrada por el Estado, lo que se debe analizar son los resultados. Y éstos indican que no sólo no se ha avanzado sino que estamos en un constante retroceso.

Concluida la primera semana del llamado debate petrolero, no hubo nada que destacar, salvo la confirmación de que el rollo mató las propuestas. Suena absurdo pensar que frases como que se debe defender el petróleo, la soberanía, el patrimonio de los mexicanos, tengan algún sustento si no se ponen en contexto, si no se asume que, en realidad, cuando se habla de la industria petrolera, como de cualquier otra administrada por el Estado, lo que se debe analizar son los resultados. Y éstos indican que no sólo no se ha avanzado sino que estamos en un constante retroceso.

Se debe insistir en un tema: el intento de singularidad que se quiere dar a México en este sector. Ningún país del mundo tiene una legislación petrolera tan restrictiva. Es más, aunque se aprueben las reformas propuestas presentadas por el presidente Calderón seguiremos siendo la nación del mundo con la legislación más retrógrada. Hace algunos meses, nuestro único equivalente que era Corea del Norte, hizo una serie de reformas que lo han colocado, con todas las limitaciones que puede tener el sistema político más cerrado del planeta, por encima de nosotros en este ámbito. Se podría comprender el intento de singularidad, si los resultados nos demostraran que es así como se debe proceder, si Pemex estuviera por encima de las demás petroleras del mundo. Pero el hecho es que nos estamos rezagando constantemente y si en alguna época fue la cuarta o quinta empresa del ramo a nivel mundial, hoy es la undécima o duodécima. Nada confirma que el modelo seguido es el mejor, y por el contrario los datos duros demuestran que todas las empresas públicas que han reformado seriamente su esquema de producción y trabajo, que han permitido asociaciones y alianzas, nos han terminado superando. El mejor ejemplo, una vez más, es Petrobras, la empresa del Brasil y las petroleras de Venezuela o Noruega.

Ninguno de los datos aportados por los defensores de la soberanía ideal, se sustenta en los hechos. Es verdad que PEMEX podría financiar sus nuevas refinerías, sus nuevos ductos, su desarrollo futuro, utilizando todos los recursos con los que cuenta. Nadie dice que esa empresa no pueda generar recursos. Pero la pregunta sigue siendo sencilla: ¿preferimos que PEMEX invierta en ductos o que esos recursos vayan a programas sociales o de infraestructura?. Es verdad que existen fuertes excedentes petroleros, pero lo que no se dice es que esos excedentes se terminan esfumando entre otras cosas por las importaciones que debemos hacer de petroquímicos y gasolina del exterior. O que una parte de ellos ayuda a financiar a los estados y el Distrito Federal. Es verdad que podrían recortarse esos recursos para realizar las obras que PEMEX requiere pero la pregunta es si, por ejemplo, el estado de México o el Distrito Federal estarían dispuestos a recibir mil 500 y mil 400 millones de dólares menos al año en sus partidas presupuestales, para que PEMEX pueda invertir en esas obras que comenzarán a rendir frutos en unos años.

Se dice que el Estado mexicano tiene un fondo de contingencia de cinco mil millones de dólares que se podrían utilizar en esas obras: es verdad. Pero lo que no se dice es que la normas para utilizar ese fondo de contingencia son muy estrictas y que está destinado a ello: a contingencias en el sector, no a inversiones. Pero, además, ¿qué son cinco mil millones de dólares comparados con los 300 mil millones que tiene Noruega para desarrollar la industria energética alterna?. Y dudo que los noruegos sean menos nacionalistas o ingeniosos que nosotros. Simplemente han aplicado un esquema competitivo en su principal empresa pública y realizan todo tipo de asociaciones para potenciar esa competitividad.

Se dice que el problema es el sindicato. Y por supuesto que es un problema. Lo que no se dice es que resulta ser el actual esquema el que permite los abusos sindicales. En una empresa monopólica, cerrada, sin posibilidades de competencia, sin posibilidad siquiera de asociación con otras empresas del sector, el poder sindical crece y se potencia de la mano con la burocracia: si no hay posibilidad de competencia no hay, tampoco, posibilidad de reforma al burocratismo sindical. Los ejemplos cunden por doquier: uno es PEMEX; el otro la compañía de Luz y Fuerza del Centro; otro es la simple comparación, con todo el peso que tiene la empresa de Carlos Slim, entre el servicio y el poder sindical de los telefonistas antes y después de la privatización de Telemex. ¿A poco no se recuerda cuando para poder recibir una línea de teléfono había que esperar meses, cuando el servicio era catastrófico y el sindicato tenía en sus manos, el funcionamiento de la empresa?. Teléfonos de México podrá tener muchas insuficiencias y se podrán generar distintas quejas, pero la diferencia entre lo que teníamos entonces y lo que tenemos ahora es abismal, incluyendo el poder real de la burocracia sindical dentro y fuera de la empresa. Mientras tanto, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, tiene una pérdida de 30 mil millones de pesos al año y el servicio es calamitoso. Por cierto, el 50 por ciento de los usuarios de ese servicio no lo pagan y no se les cobra por consideraciones políticas.

Allí está la verdadera raíz del problema. Los términos del debate petrolero, como dijo con acierto Carlos Elizondo en la primera jornada del mismo, deben invertirse: se debe analizar qué necesita el país y qué requiere PEMEX, para luego hablar de patrimonio, soberanía y privatizaciones. Hoy sucede exactamente lo contrario y los costos que paga el país se han disparado es forma irracional. En realidad quienes se están escudando en el status quo terminan siendo profundamente conservadores y atentan contra el interés y la soberanía nacional que dicen defender. Entre otras razones porque se quiere conservar a PEMEX como un apetecible botín.

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