Drogas: el desafío es el consumo interno
Columna JFM

Drogas: el desafío es el consumo interno

El gobierno federal podría estar cometiendo uno de sus más graves errores en la lucha contra el narcotráfico. Las declaraciones del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, respecto a la iniciativa Mérida, dando a entender que el gobierno mexicano podría rechazarla cuando aún no ha sido siquiera aprobada, seguidas de las declaraciones, más delicadas aún, del propio presidente Calderón en la reunión con gobernadores fronterizos, incluyendo tres de los Estados Unidos, de que la violencia del narcotráfico en México es causada por el consumo de drogas en la Unión Americana.

El gobierno federal podría estar cometiendo uno de sus más graves errores en la lucha contra el narcotráfico. Las declaraciones del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, respecto a la iniciativa Mérida, dando a entender que el gobierno mexicano podría rechazarla cuando aún no ha sido siquiera aprobada, seguidas de las declaraciones, más delicadas aún, del propio presidente Calderón en la reunión con gobernadores fronterizos, incluyendo tres de los Estados Unidos, de que la violencia del narcotráfico en México es causada por el consumo de drogas en la Unión Americana, implican un regreso a las viejas posiciones del gobierno, victimizándose ante la incomprensión externa y ante un fenómeno que está fuera de sus manos controlar, una visión que contradice la propia estrategia y voluntad mostradas por este gobierno desde el inicio de la administración. Y podría ser una señal, paradójicamente, de que podría estar acusando la presión de sectores de la opinión pública y del propio narcotráfico para no seguir adelante con la estrategia actual.

La dos expresiones son desafortunadas sobre todo porque no son ciertas. No es verdad que la Iniciativa Mérida sea injerencista, entre otras razones porque aún no ha sido aprobada como tal. Y rechazarla desde ya quedará como un reconocimiento de que la administración federal no está en condiciones de poder responder, como sí puede hacerlo, respecto a temas como el respeto a los derechos humanos o los avances logrados en ese combate. En otras palabras, se estaría regresando a aquella vieja idea de que podíamos solos con el problema o peor aún, como lo dijo el presidente Calderón, que sufrimos el acoso del narcotráfico por culpa del consumo en Estados Unidos. O dicho de otra forma, la viejísima tesis de que nosotros somos el trampolín de las drogas porque Estados Unidos es la alberca.

Y lamentablemente no es así: nosotros somos tanto el trampolín como la alberca. No es que Estados Unidos y sus altos grados de consumo no influyan. Por supuesto que lo hacen y por supuesto también que ese país tendría que hacer mucho más en el combate a las drogas (son el principal consumidor mundial, aproximadamente la mitad de todo el consumo global), relegado desde el 2001 por la guerra contra el terrorismo. Pero plantearlo de esa manera implica desconocer un punto clave en el proceso que estamos viviendo: el consumo interno, en México, de drogas ha sido y es uno de los detonantes de la violencia que vivimos. Cada día es más importante para el mantenimiento de los grupos del narcotráfico sus redes internas, la venta de producto dentro del país, para poder mantener su capacidad de operación. Contamos con Ana María Salazar buena parte de esa historia en el libro El enemigo en casa, drogas y narcomenudeo en México (Taurus, 2008).

El incremento, casi geométrico del consumo de drogas en nuestro país comenzó desde 1994, cuando los cárteles comenzaron a cobrar por el traslado de la cocaína en México a sus contrapartes colombianos parte en dinero parte en droga y ese pago en especie se desgranó hacia los operadores de base del narcotráfico. En 2002, los índices de consumo se habían disparo desde la encuesta nacional de drogas de 1999. La encuesta del 2005 no sirvió por fallas en su planteamiento e instrumentación. Este año deberá levantarse la nueva encuesta, pero mientras tanto el dato duro es que los Centros de Integración Juvenil han sido rebasados en su capacidad de atención, y han surgido centros privados por todo el país. Es tan obvia esta tendencia que uno de los puntos importantes precisamente de la administración Calderón ha sido el programa encabezado por Margarita Zavala de instalación de centros de rehabilitación en todo el país.

Si la edad de iniciación sexual en México está un poco por encima de los 15 años, la de la iniciación en las drogas, se está ubicando entre los 11 y 12 años. Y los pacientes de nuevo ingreso en los centros de rehabilitación cada vez más tienen como droga de inicio no la marihuana sino la cocaína o el crack. El número de víctimas por el consumo y el de sus efectos derivados en la salud pública, la educación y la seguridad pública, parten de esa base.

El hecho es que en México hay cada vez más drogas y cada vez más los grandes cárteles están dedicados a atender el mercado nacional. El tráfico de drogas, debemos recordarlo, es un negocio transnacional más y uno de los más exitosos: no se pueden desmembrar sus partes y atenderlas exclusivamente por separado porque se deja de comprender cómo funciona y las medidas que se puedan adoptar resultan insuficientes. 

En realidad existen en nuestro país todas las condiciones idóneas para hacer muy lucrativo el negocio del narcomenudeo: existe una oferta muy amplia, precios accesibles (el precio de la cocaína, también su calidad, ha bajado significativamente en las grandes ciudades), la droga está disponible en todo el país y hay un mercado dispuesto a pagar y consumir el producto. Con el agregado de que en el mismo porcentaje en que aumenta el número de consumidores, crece también la posibilidad de hacer crecer las redes. El negocio no es demasiado diferente de aquel de las amas de casa y los Topperwer. Si a eso sumamos jóvenes con escasas posibilidades de estudio y trabajo, el escenario no puede ser más idóneo.

Con un punto adicional. Esta negativa a ver que somos una nación de consumo y que tenemos una generación gravemente amenazada por las drogas, debilita el principal argumento que puede existir para profundizar la lucha contra el narcotráfico. Si la gente cree que ese es un problema de los “gringos”, puede obviarlo como ha hecho durante años. Si comprende que la mayor parte de las víctimas son nuestros jóvenes, nuestros hijos, lo afrontarán con otra determinación. Continuaremos con el tema.

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