Calderón en España
Columna JFM

Calderón en España

MADRID.- Por encima del protocolo, del impresionante operativo de seguridad, de los discursos, de la solemnidad, al mismo tiempo cálida, del Palacio Real o del tono abierto y directo del congreso, esta visita de Estado del presidente Calderón a España está marcada por un elemento que constituye la mejor oferta posible del gobierno mexicano: la de mirar hacia el futuro.

Madrid, 11 de junio.- Por encima del protocolo, del impresionante operativo de seguridad, de los discursos, de la solemnidad, al mismo tiempo cálida, del Palacio Real o del tono abierto y directo del congreso, esta visita de Estado del presidente Calderón a España, está marcada por un elemento que constituye la mejor oferta posible del gobierno mexicano: la de mirar hacia el futuro.
En esta primera jornada en España, esa fue la apuesta en el encuentro, en términos políticos el  más importante que ha mantenido con el gobierno ibérico, y que este miércoles tuvo dos momentos especiales: la participación en una sesión solemne de las Cortes españolas, la primera que ofrecen a un mandatario extranjero en los últimos tres años y la primera de un mexicano desde los tiempos de López Portillo y la cena de Estado que ofreció en el Palacio Real el rey Juan Carlos I.

En las Cortes, en ese mismo espacio en el que un lejano 23 de febrero se intentó acabar con la transición democrática española, el presidente de la cámara de los diputados, José Bono, uno de los hombres de peso en el PSOE (y quien disputó en su momento el liderazgo del partido a José Luis Rodríguez Zapatero), ofreció un discurso marcado por el agradecimiento y el recuento de los capítulos que hermanan a México con España: fue un discurso cálido y político, que pasó desde el recuerdo de la reanudación de las relaciones diplomáticas en 1977, hasta el pasado lejano; desde el recuerdo de los inquisidores que persiguieron a ambos pueblos hasta el de Lázaro Cárdenas del Río, un nombre indefectiblemente ligado a la historia española contemporánea. Un juego en el cual el partido en el poder, el PSOE, hizo un reconocimiento explícito a México en su papel en la lucha contra el franquismo y en el cobijo al exilio español (en una etapa, a 30 años de la caída de ese régimen, en la cual ese partido quiere colocar sobre la mesa la discusión sobre el franquismo) y fue, en su calidez, una explicación del presente acudiendo al pasado. La historia, diría Milán Kundera, es la lucha de la memoria contra el olvido.

Felipe Calderón planteó un buen discurso, y no habló del pasado sino del futuro: insistió en un principio en el que quizás se tendría que hablar mucho más en México: la lucha política actual, en nuestro país y en América latina, no es entre la izquierda y la derecha: se trata de una lucha entre el pasado y el futuro, en el conflicto que se genera entre regímenes autoritarios y personalistas, y democracias abiertas y participativas, con todas las imperfecciones que el sistema ha mostrado para afianzarse en nuestro país y en la región. En ese sentido, y en la noche insistió en ello el rey Juan Carlos en la cena en Palacio Real, para el presidente Calderón, España es una relación estratégica (lo repitió cuatro veces en una intervención de quince minutos) y un punto clave para la diversificación de las relaciones comerciales del país y, obviamente, la puerta de entrada para la Europa comunitaria.

Esa historia tiene dos ámbitos casi naturales: la seguridad y la economía. En la lucha contra el narcotráfico, el gobierno español, en el sentido más amplio del término, le brindó todo el respaldo a la administración Calderón. El gobierno mexicano, por su parte, destacó el apoyo en la lucha contra las organizaciones terroristas, y la llevó a un doble terreno: el europeo, en obvia referencia a la ETA, pero también al latinoamericano, en lo que todo indicaba que era un mensaje para las FARC pro también para nuestros propios grupos armados. El tema se relaciona en muchos sentidos: por el involucramiento de las FARC y la ETA; por la presencia de la organización vasca, y de la colombiana, en México. Pero también por el creciente flujo de cocaína hacia España, que ha convertido a este país en el del mayor consumo per cápita de esa droga. El tema, en la sociedad política española, sin duda, tiene eco.

El otro capítulo, en el que se centrará esta visita es el de la diversificación comercial. Existe un interés público del gobierno mexicano de fortalecer los lazos con España que ya es nuestro segundo socio comercial y, por esa vía la Unión Europea, por primera vez, en el 2007 tuvo mayor inversión extranjera directa en México que los Estados Unidos, con un incremento también muy importante del intercambio comercial. La administración Calderón quiere reducir la dependencia de la economía estadounidense con la que se realiza hasta el 80 por ciento de nuestro intercambio comercial y el objetivo es la Unión Europea y el puente es España. Y en este país está apostando seriamente a consolidar esa relación: lo expresó José Bono, lo puso de manifiesto la organización de la visita e incluso el discurso, explícito del rey Juan Carlos. Y mañana jueves será el día del primero de los encuentros importantes con empresarios y con el ejecutivo español, en la figura de José Luis Rodríguez Zapatero.

Eso en el ámbito de la política internacional y la diplomacia. En el de la política interna, no participaron finalmente en la gira los coordinadores parlamentarios, como se había comentado, pero han estado presentes, y continuarán en la misma, Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, y junto con Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa y Beatriz Paredes, una de las figuras de mayor peso del priismo y en el concierto de gobernadores; el gobernador de Chiapas, Juan Sabines cuya relación política con Calderón es particularmente fluida (el presidente Calderón ha ido 10 veces a su estado); y el gobernador panista de Baja California, José Guadalupe Osuna, un mandatario con el sello del calderonismo. Los tres, con sus diferencias, apuestan a su vez, por un sistema político abierto y una reforma real en el terreno energético. Y sobre ese tema, flotaba la remoción de Santiago Creel al frente del grupo parlamentario del PAN en el senado.

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