Comparecencias y memoria histórica
Columna JFM

Comparecencias y memoria histórica

No me cabe duda que uno de los capítulos que podrían ser muy útiles en la vida política es el de la comparecencia de los secretarios de estado ante el congreso. Lamentablemente no está siendo así. El diseño de las comparecencias, incluyendo el ridículo requisito de que los funcionarios “están obligados a decir la verdad”, como si en lugar de un ejercicio político estuviéramos en una suerte de juicio a la Perry Mason (por cierto, los legisladores no están obligados a ello), las convierten en ejercicios poco útiles o en un mero despliegue de grandielocuencias o regaños públicos con poca sustancia. Es verdad que a veces demuestran, incluso en ese ambiente, qué funcionarios están mejor o peor dispuestos al trabajo político público, pero poco más. Desde el momento en que la comparecencia está diseñada para que hablen mucho más y sin límites (porque los propios legisladores no los respetan) los interrogadores que los comparecientes, algo debe estar muy mal.

No me cabe duda que uno de los capítulos que podrían ser muy útiles en la vida política es el de la comparecencia de los secretarios de estado ante el congreso. Lamentablemente no está siendo así. El diseño de las comparecencias, incluyendo el ridículo requisito de que los funcionarios “están obligados a decir la verdad”, como si en lugar de un ejercicio político estuviéramos en una suerte de juicio a la Perry Mason (por cierto, los legisladores no están obligados a ello), las convierten en ejercicios poco útiles o en un mero despliegue de grandielocuencias o regaños públicos con poca sustancia. Es verdad que a veces demuestran, incluso en ese ambiente, qué funcionarios están mejor o peor dispuestos al trabajo político público, pero poco más. Desde el momento en que la comparecencia está diseñada para que hablen mucho más y sin límites (porque los propios legisladores no los respetan) los interrogadores que los comparecientes, algo debe estar muy mal.

Al momento de escribir estas líneas aún comparecen en la cámara de diputados los secretarios de Gobernación, Juan Camilo Mouriño y de seguridad pública, Genaro García Luna, junto con el procurador Eduardo Medina Mora. Pero el lunes García Luna y Medina Mora estuvieron en la cámara de senadores en una larga comparecencia que demostró las enormes deficiencias del sistema, que se tornan aún mayores en San Lázaro, porque hay más partidos y mucho menor control.

Pero lo más preocupante de esto es que en el senado se puso de manifiesto, una vez más, la falta de seriedad con que son tomadas estas cosas, incluyendo la ausencia de una memoria histórica mínima de los propios protagonistas. Tres ejemplos son notables, porque además se tratan de políticos que están entre los más preparados de sus respectivos partidos. Pedro Joaquín Coldwell es un político serio y experimentado del priismo: lo ha sido casi todo, desde diputado hasta gobernador de Quintana Roo, desde senador hasta secretario de Estado. Su larga intervención me dejó sorprendido por varias razones: además de utilizar el cliché de que las autoridades “están durmiendo con el enemigo” (¿recuerda Pedro Joaquín que el único gobernador en funciones que fue acusado oficialmente de narcotráfico, dentro y fuera del país y que está actualmente detenido es su paisano Mario Villanueva, uno de sus sucesores?¿no dormían los priistas en esa época con el enemigo?¿no es el priismo de esa entidad el que ha iniciado una campaña para evitar la extradición del ex gobernador a Estados Unidos?), el senador basó parte de su intervención en “versiones de la prensa que no han sido desmentidas” por las autoridades. Y una de ellas es la que especula, lo dijo Pedro Joaquín, sobre que la muerte del comisionado de la PFP, Edgar Millán fue fraguada desde esa misma dependencia. Primero es desconcertante que un legislador con tanta experiencia no comprenda que una “versión” de prensa no se puede desmentir, precisamente porque es eso, una versión. Sería el mejor negocio mediático del mundo, para quienes difunden versiones, si cada vez que lo hacieran el personaje en turno se encargara de desmentirla o rectificarla otorgándole certificado de licitud. Pero más grave aún es que se especule sin fundamento en una comparencia en el senado sobre el asesinato de uno de los policías más serios que ha tenido México. Se debe hablar y debatir con datos duros y no con especulaciones. Y en estos casos recordando su propio pasado, lo que permitiría colocar las cosas en una mucha mejor perspectiva, incluso para desde allí evaluar la labor gubernamental.

Me desconcertó que el perredista y ex gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal indagara sobre otra versión periodística: si los asesinados en La Marquesa habían construido o no un narcotúnel. Una vez más una versión, sea confiable o no, en lugar de una serie de datos duros o de un debate de fondo sobre la perspectiva en el combate a la delincuencia, se convierte en tema de la comparencia. Es doblemente absurdo primero, porque una versión no es una información, y Monreal lo ha sufrido en carne propia, pero sobre todo porque se trata de una investigación previa en curso, y Ricardo debería saber que las autoridades no deberían divulgar información sobre la misma: ¿qué hace el procurador, responde la pregunta y viola la confidencialidad de la averiguación previa o no lo hace y viola la exigencia legislativa?. Finalmente, sin dar detalles Medina Mora dijo que los asesinados, según las primeras investigaciones se dedicaban al narcomenudeo en baja escala. No tiene sentido que esos sean los temas que marcan una comparencia con los dos principales encargados de la seguridad pública en el país.

Un tercero fue el senador panista Felipe González, también ex gobernador de Aguascalientes y ex subsecretario de Gobernación, quien lanzó una larga crítica al desempeño gubernamental y a la falta de resultados. Algunas observaciones son compartibles, otras no pero eso no importa. Pero ¿no sacó Felipe González ninguna experiencia para compartir de su paso por el gobierno?¿las cosas se descompusieron en Aguascalientes o en el país sólo después de que dejó el poder el sexenio pasado, no pudo observar o atacar lo que sucedía desde la gubernatura o desde la secretaría de Gobernación? Si lo hizo, ¿no hubo ninguna experiencia para compartir?

No estoy afirmando que alguno de esos senadores estén tergiversando los temas o mucho menos que no deben criticar a los comparecientes. Lo que desconcierta es que haya tan poca memoria histórica y que cada legislador, del partido que sea, que haya pasado por el poder, pareciera olvidarlo desde el momento en que se sienta en su escaño o curul. De esa manera, la experiencia, poca o mucha, acumulada, simplemente es borrada, tanto como la perspectiva histórica de los hechos. Y todos se creen inmaculados cuando nadie pasa por el poder sin mojarse con sus aguas.

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