El narcotráfico y el dinero electoral
Columna JFM

El narcotráfico y el dinero electoral

Resulta poco menos que ridícula la forma en la cual los partidos políticos quieren desatenderse de la responsabilidad de evitar que el narcotráfico penetre en las campañas electorales. Primero, porque el narcotráfico ya ha penetrado de tiempo atrás en ellas y, segundo, porque tienen que ser los partidos los que deben conocer a sus candidatos y establecer mecanismos de control con el fin de evitar que el dinero financie esas campañas.

Resulta poco menos que ridícula la forma en la cual los partidos políticos quieren desatenderse de la responsabilidad de evitar que el narcotráfico penetre en las campañas electorales. Primero, porque el narcotráfico ya ha penetrado de tiempo atrás en ellas, y segundo porque deben ser los propios partidos los que deben conocer a sus candidatos y establecer mecanismos de control para evitar que el dinero financie campañas electorales.

Es evidente que en 2006 hubo campañas donde el narcotráfico hizo mucho más que guiños para apoyar a ciertos candidatos y ya había ocurrido desde tiempo atrás. Muchos de los ajustes de cuentas y asesinatos de policías o funcionarios locales que comete el narcotráfico se relacionan con esos fenómenos: financian campañas, exigen las designaciones claves en las áreas de seguridad y cada vez más, por ejemplo, en Michoacán, también las de obras públicas. Cuando no se cumplen los compromisos o cuando se cumplen con el grupo “equivocado”, el dinero suele dar paso a las armas.

Lamentablemente, el diseño bajo el que fue creada la nueva ley electoral propiciará una presencia mayor del dinero sucio, del narcotráfico y de otros orígenes, en las campañas y hará más difícil su detección. Al centralizar toda la operación y al darle un poder aún mayor sobre las campañas a las dirigencias nacionales, los candidatos en los municipios y distritos deberán tratar de mantener su presencia en campañas crudamente centralizadas y legalmente no podrán recurrir siquiera a incrementar su publicidad si sienten que están abajo o que no tienen suficiente presencia. Ahí es donde entrará el dinero sucio que no ingresará formalmente a la campaña pero financiará los capítulos subterráneo de la misma. Los partidos o el IFE nos quieren tomar el pelo cuando dicen que se debe controlar las campañas a partir de las aportaciones o de los spots registrados. No llegará ningún cheque firmado por El Chapo Guzmán o por Heriberto Lazcano. Llegará el dinero por los distritos, por los municipios y desde allí se financiará todo lo que la ley no cubre.

En este sentido la petición realizada por los partidos, aceptada verbalmente por el IFE y rechazada por el Tribunal Electoral de que el CISEN se encargara de otorgar una suerte de certificado de buena conducta a los futuros candidatos cae en el ridículo. Primero porque no es tarea del Cisen, no debería serlo, andar investigando la vida privada de un candidato: estamos hablando del que debe ser el centro de información (de inteligencia) para la seguridad nacional: sus temas y objetivos son y deben ser otros. Segundo, porque si lo hiciera los primeros que pondrían el grito en el cielo serían los propios partidos. Si se diera luz verde al Cisen para realizar esas investigaciones y encontrara algún indicio de relación con el narcotráfico de algún candidato ¿quién lo aceptaría sobre todo si se tratara de candidatos de peso?. Y finalmente habría que recordar que si se encontraran esos indicios no habría que advertirle al partido, sino iniciar una averiguación previa contra el presunto delincuente. ¿Se imagina la reacción partidaria?

Fuera de ello, como sostuvieron los miembros del Tribunal Electoral, si se creó toda una estructura nacional para sacar al gobierno de las elecciones, ¿cómo otorgarle ahora la enorme potestad de investigar oficialmente a los candidatos para decidir si pueden participar o no?. El tema lleva a otra reflexión sobre la fallida reforma electoral aprobada el año pasado por el congreso: se prohíbe, supuestamente, la publicidad negativa sobre los candidatos. Supongamos que uno de éstos, pese a sus relaciones con el narcotráfico, se lanza a la campaña ¿quién podrá denunciar públicamente esas relaciones?¿el propio partido que lo lanzó como candidato?. Los otros partidos lo tendrán prohibido y a la sociedad ni siquiera se le permite acceder a esos espacios publicitarios, y si de alguna manera lo hicieran, esa denuncia estaría prohibida salvo, obviamente, que el asunto terminara en el ministerio público. ¿Cómo se canalizará entonces la publicidad negativa? Como ha ocurrido ya en varias elecciones locales (Nayarit fue paradigmática en ese sentido): con campañas negativas realizadas desde los subterráneos. Y ahí entrará, nuevamente el dinero del narcotráfico.

El control debe venir de los partidos, y la responsabilidad también. Hoy si algún partido termina lanzando a un candidato a algún puesto de elección popular y resulta estar ligado al narcotráfico o si su campaña recibió campaña de éste, la responsabilidad nunca es del partido en cuestión. Si tuvieran no sólo enormes atribuciones, sino responsabilidades que fueran más allá de lo político, invertirían, algo de su dinero y esfuerzo en tratar de evitar que se les “pasaran” candidatos u operadores del narcotráfico en sus campañas.

La Belisario Domínguez para Granados Chapa

Mi candidato, y el de otros, para la medalla Belisario Domínguez este año era Gilberto Rincón Gallardo. Sigo pensando que era el mejor candidato para ella. El senado decidió otorgarla al periodista Miguel Angel Granados Chapa. Como en alguna otra oportunidad lo habíamos escrito en este espacio, en muchas oportunidades hemos estado de acuerdo o en desacuerdo con Granados Chapa, pero no podemos olvidar que cuando comenzamos a hacer periodismo queríamos hacer una columna que fuera como Plaza Pública, una columna bien escrita, que se olvidara de los subterfugios, que expresara las opiniones del autor. Lo importante en esta profesión no es sólo la persistencia sino la coherencia. Granados ha sido persistente y ha sido coherente con su forma de ver las cosas y de llevarlas cotidianamente al papel, coincidamos o no con sus opiniones, eso es lo menos importante. Y merece el reconocimiento sincero de quienes nos dedicamos, desde distintas ópticas, a contar las historias del poder y la sociedad. Felicidades y enhorabuena.

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