Y ocho meses después, la reforma energética
Columna JFM

Y ocho meses después, la reforma energética

Esta semana se tiene que definir el futuro de la reforma energética. No cabe duda que la misma no tendrá la profundidad ni llegará a los límites que eran deseables: incluso con las reformas que se prevén, México seguirá teniendo el esquema de producción, refinación y distribución de crudo más cerrado del mundo. Pero será, por lo menos, un paso que permitirá, en los próximos años y cuando no haya tan insensatez política, avanzar en la dirección correcta.

Esta semana se tiene que definir el futuro de la reforma energética. No cabe duda que la misma no tendrá la profundidad ni llegará a los límites que eran deseables: incluso con las reformas que se prevén, México seguirá teniendo el esquema de producción, refinación y distribución de crudo más cerrado del mundo. Pero será, por lo menos, un paso que permitirá, en los próximos años y cuando no haya tan insensatez política, avanzar en la dirección correcta.

Lo que resulta lamentable es que hayamos perdido un año importantísimo en todo esto. La reforma estaba planteada desde fines del año pasado. En febrero, el diagnóstico y los principales puntos de acuerdo ya eran conocidos públicamente. Pero entonces se volvió a pensar que se podía sacar una reforma con el PRD, por lo menos con la mayoría de su bancada parlamentaria. Y todo se deterioró en forma demasiado rápida. En el PRD, López Obrador inventó aquello de la privatización del petróleo y las corrientes moderadas, de cara al proceso de elección interna, se asustaron y se echaron para atrás. En medio de ello, el gobierno no pudo salir del debate sobre los contratos de la familia de Juan Camilo Mouriño, quien entonces acababa de ser designado secretario de Gobernación, con la encomienda explícita de sacar adelante esa reforma: el debate interno lo consumió. El PRI viendo la situación que vivía el PRD y la debilidad en esa área del gobierno, decidió tratar de ir más allá, reduciendo los puntos de acuerdo originales. Primero, demandaron que la propuesta no se presentara antes del cuatro de marzo, día de su aniversario; luego acordaron con Santiago Creel y Carlos Navarrete, no presentar la propuesta antes del 16 de marzo, día de la elección interna perredista. Y tampoco antes del 18 de marzo, día de la expropiación petrolera, para no presionar al sindicato. Acordaron aprobar una propuesta mucho más ligera que la original y cuando el ejecutivo la presentó (la bancada del PAN había aceptado todos esos acuerdos pero no terminaba de sacar adelante la propuesta) y comenzaron a debatirla en comisiones, los lopezobradorista les tomaron, a sus propios compañeros de partido (¿todavía lo son?), las tribunas y reventaron las sesiones. Se llegó a un nuevo acuerdo: habría un “debate”, que finalmente se estableció que duraría hasta fin de julio con el fin de descomprimir el ambiente. No sirvió de nada.

El acuerdo, firmado por lo menos por el PAN, el PRI y el PRD establecía que terminado el debate, en la primera semana de agosto, se dictaminarían las iniciativas (el PRI ya había presentado la suya) y se las votaría en un periodo extraordinario. El PRD, una vez más, dijo que no podía sostener el acuerdo porque no se había resuelto aún su elección interna (por cierto, aún no se resuelve) y que presentaría su propia propuesta energética, que dio a conocer, sin nada nuevo bajo el sol, a fines de agosto.

Llevamos mes y medio de iniciado el periodo ordinario, están pendientes para su resolución urgente, que no sea ha dado, temas de seguridad que desde mucho tiempo atrás estaban paralizados en la agenda legislativa. Estamos ante una crisis financiera internacional que exige que el congreso apruebe medidas que permitan paliarla. Estamos ya oficialmente en el proceso electoral para el 2009. Y apenas esta semana se comenzarán a discutir los dictámenes petroleros: la diferencia es sólo una. Cuando comenzó el proceso, hace ya más de seis meses, el precio de la mezcla mexicana por barril de petróleo estaba en unos 127 dólares por barril, hoy está en 66 dólares, ha perdido 59 dólares y con tendencia a la baja. Hace seis meses había innumerables inversionistas dispuestos a colocar su dinero en la industria y en México; hoy, con la crisis, aunque esos inversionistas tengan recursos, serán mucho más conservadores a la hora de tomar una decisión, sobre todo si la apertura es tan pequeña. Cuando se dice que los rezagos políticos y parlamentarios no necesariamente se reflejan en costos económicos, aquí tenemos una muestra palpable de que no es así.

Al final del camino, lo que tenemos es muy parecido a lo que había: habrá acuerdos para explotación en aguas profundas, para la autonomía de gestión de PEMEX, para absorber o liquidar la deuda en Pidiriegas y así permitirle a Petróleos Mexicanos poder invertir en sí mismo. Y poco más. Las refinerías las tendrá que hacer el Estado, lo mismo que los ductos y los sistemas de transporte. Ya existe, ahora dicen que ya es firme, un acuerdo al respecto con el PRI, como lo había en febrero pasado. Y como entonces, el PRD, por lo menos su ala lopezobradorista, está dispuesto a tratar de reventar la labor del congreso porque no saben qué, pero dicen que todavía la reforma tiene “tintes privatizadores”. Y el ala moderada del PRD parece estar aterrada, como ocurrió en febrero y marzo, de que sus correligionarios-enemigos se enojen.

Si en todo esto hay algo de lógica, finalmente esa reforma se aprobará con el voto del PRI, del PAN y de algunos partidos pequeños, quizás hasta de algunos perredistas. Sin embargo, si se cumplen las amenazas de toma de la tribuna y parálisis del congreso, se perderá con ello otro periodo legislativo, mientras están pendientes las reformas de seguridad, para atenuar la crisis financiera y el presupuesto 2009. ¿Puede el país, la gente, el propio Congreso, la seguridad, la economía, estar supeditados al estado de ánimo y la decisión desestabilizadora de una minoría?¿no se ha aprendido la lección de que se han perdido ocho meses (durante los cuales cambió dramáticamente la coyuntura económica) por tratar de compatibilizar las reformas con los deseos de una corriente que no quiere aprobar nada, que no quiere consensar nada y que sólo desea generar una crisis que le permita llegar al poder sin tener que pasar por el engorroso trámite de las elecciones?. Los legisladores, esta semana, tienen la palabra.

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