Obama vs. McCain, en México, imposible
Columna JFM

Obama vs. McCain, en México, imposible

Seguramente desde hay un nuevo presidente electo en los Estados Unidos y si las encuestas que se siguen produciendo una vez iniciados los comicios no mienten, será Barack Hussein Obama el nuevo inquilino de la Casa Blanca por lo menos durante los próximos cuatro años, después de que asuma el poder el 20 de enero próximo. Sin duda, haya ganado Obama o John Mc Cain, se trata de la elección más interesante y de mayor relevancia +histórica en Estados Unidos en décadas.

Seguramente desde hay un nuevo presidente electo en los Estados Unidos y si las encuestas que se siguen produciendo una vez iniciados los comicios no mienten, será Barack Hussein Obama el nuevo inquilino de la Casa Blanca por lo menos durante los próximos cuatro años, después de que asuma el poder el 20 de enero próximo. Sin duda, haya ganado Obama o John Mc Cain, se trata de la elección más interesante y de mayor relevacia histórica en Estados Unidos en décadas.

Por eso hoy es oportuno hacer precisiones y recordar cómo se llegó a este cuatro de noviembre. Hace un año ni Obama ni Mc Cain existían electoralmente, menos aún el segundo que el primero. Entre los Demócratas, con todo el apoyo de la estructura del partido, con recursos y con un reconocimiento ganado a lo largo de muchos años de labor política, para esas fechas casi nadie dudaba de que Hillary Clinton sería la candidata y casi con seguridad la primera mujer en ocupar la Casa Blanca. Entre los republicanos, la caída en la popularidad de George Bush impedía que cualquiera de sus más cercanos colaboradores (se habló de Condolezza Rice pero ésta se apresuró a desmentirlo) fuera candidato: los favoritos eran el muy mediático Rudy Guliani, que tuvo un extraordinario papel como alcalde de Nueva York el 11-S, pero era demasiado liberal para la derecha republicana y Mitt Rommey, un ex gobernador, conservador con dinero pero sin ningún carisma. Obama era visto como una joven promesa para el futuro. Mc Cain quien había sido un férreo opositor de Bush, se acercó a sus posiciones sobre todo en el tema Irak, pero estaba tan fuera de las consideraciones electorales republicanas, que para las primarias tuvo que recurrir al financiamiento público, que impone límites estrictos para su utilización, porque no tenía forma de recaudar lo mínimo necesario entre los contribuyentes privados.

¿Cómo lograron dos personajes que estaban prácticamente fuera de la contienda hace un año, sin apoyo de sus dirigencias, terminar como candidatos de sus partidos?. Seguramente intervinieron las circunstancias, los movimientos generacionales, sobre todo en el caso de Obama, o el glorioso pasado militar en el de Mc Cain. Pero pudieron hacerlo porque realizaron campañas magníficas a contracorriente de la estructura de sus respectivos partidos y los dos lograron imponer una candidatura que los líderes históricos hubieran preferido que recayera en otros. Y lo pudieron hacer porque tuvieron recursos materiales y legales para hacerlo. Simplemente: si hubieran tenido que competir con las reglas que ha impuesto el congreso mexicano al sistema electoral, a los partidos y los ciudadanos, Obama y Mc Cain jamás hubieran sido candidatos.

Si hubiera tenido que competir utilizando nuestras leyes, Obama no hubiera podido construir la impresionante red de recaudación de recursos por internet y la utilización intensiva, a partir de ella, de la publicidad en medios que logró plasmar a lo largo de toda la campaña. Cuando comenzaron las primarias, Obama ni se acercaba al financiamiento que había logrado Hillary y al apoyo que ésta tenía en la estructura del partido. Obama no hubiera recaudar fondos privados para lograr convencer de su candidatura: pudo hacerlo y ya después de las primarias de enero, Obama comenzó, con su red de recaudación, a tener más recursos que Hillary. Para Obama, ganar la primaria probablemente fue más difícil, más complejo, implicó comenzar de mucho más abajo que competir en la carrera presidencial. En México no hubiera podido: no hubiera tenido anuncios, más que los que la propia dirección de su partido (que no apoyaba su candidatura) decidiera; la sociedad, sobre todo la afroamericana, tampoco hubiera podido acceder a medios porque lo tendría prohibido; los propios medios y comunicadores hubiéramos tenidos que estar midiendo opiniones porque con la nueva ley pende siempre la posibilidad de la censura; y Obama (no todo fue mensaje de esperanza) no hubiera podido lanzar campañas muy agresivas contra sus adversarios internos y externos, casi tan duras como las que él mismo tuvo que soportar (recordemos por ejemplo las acusaciones de fraude contra Mc Cain o las del gasto en el vestuario de Sarah Palin, contra las que lo ubicaban como un musulmán cercano a terroristas).

El caso de Mc Cain es similar: en la Casa Blanca no querían al senador por Arizona y la derecha republicana lo aprecia aún menos. Mc Cain no tenía dinero, tuvo que recurrir al financiamiento público y comenzó de muy lejos la carrera y a estar presente con una campaña que fue diseñada, en sus inicios, ajena a las estructuras de poder. Nunca recaudó tanto como Obama pero lanzó una campaña de medios muy agresiva que le permitió darse a conocer y atacar lo que consideraba puntos débiles de sus adversarios. Cuando inició una campaña racista contra Obama, no se lo prohibió nadie: la tuvo que sacar del aire porque la opinión pública la rechazó. Eligió a Sarah Palin como candidata a vicepresidenta y buena parte de la campaña negativa la canalizó la gobernadora de Alaska. Mc Cain podrá haber perdido o ganado las elecciones la noche de ayer, pero su campaña fue notable: logró la candidatura sin apoyos de peso en el poder; logró enfrentarse a sus 72 años a un joven de 47 años; y logró mantenerse en la pelea pese a que es el candidato oficialista de una administración que tiene el menor índice de aceptación en décadas, apenas poco más del 20 por ciento. ¿Cómo lo hizo?, con publicidad propia y de las organizaciones civiles que lo apoyaron, con la utilización masiva (no tanto como Obama) de medios y en muchos casos con publicidad negativa contra su adversario (la utilizó más que su rival). Hicieron Obama y Mc Cain una campaña fascinante en una elección histórica. Qué bueno por ellos y por su país. Nosotros, con las leyes electorales actuales, jamás podremos aspirar a algo similar.

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