Narcotráfico: el escenario global, la tragedia local
Columna JFM

Narcotráfico: el escenario global, la tragedia local

En las historias relacionadas a la lucha contra el narcotráfico hay varios capítulos que no están siendo contados. En realidad, no tenemos la historia completa de cómo fueron detenidos los autores del atentados en Morelia el 15 de septiembre pasado; ni la detención de una célula clave para la importación de cocaína de grupos colombianos en el Desierto de los Leones; ni un día después la de un hermano de El Mayo Zambada en Lindavista, junto con un comando de diez personas; ni de la detención de Eduardo Arellano Félix uno de los jefe del cártel de Tijuna; tampoco cómo se dio la detención de El Hummer, el peligrosísimo miembro de los Zetas que se produjo al mismo tiempo que se decomisaba el arsenal más grande de la historia en el país, todo en Reynosa, en Tamaulipas. Y esta misma semana se detuvo a más de 20 agentes, incluyendo mandos, de la policía municipal de Tijuana involucrados con el narcotráfico.

En las historias relacionadas a la lucha contra el narcotráfico hay varios capítulos que no están siendo contados. En realidad, no tenemos la historia completa de cómo fueron detenidos los autores del atentados en Morelia el 15 de septiembre pasado; ni la detención de una célula clave para la importación de cocaína de grupos colombianos en el Desierto de los Leones; ni un día después la de un hermano de El Mayo Zambada en Lindavista, junto con un comando de diez personas; ni de la detención de Eduardo Arellano Félix uno de los jefe del cártel de Tijuna; tampoco cómo se dio la detención de El Hummer, el peligrosísimo miembro de los Zetas que se produjo al mismo tiempo que se decomisaba el arsenal más grande de la historia en el país, todo en Reynosa, en Tamaulipas. Y esta misma semana se detuvo a más de 20 agentes, incluyendo mandos, de la policía municipal de Tijuana involucrados con el narcotráfico.

Todos sabemos de la fuerza corruptora y desestabilizadora del narcotráfico, de su capacidad de generar violencia: en estos días Chihuahua parece vivir una vorágine de violencia de todo tipo, que va desde los asesinatos diarios hasta el incendio de negocios y la advertencia de algunas empresas de dejar la entidad si las cosas continúan de esta manera; hemos visto como 21 jornaleros eran “levantados” en Sinaloa; que los ajustes de cuentas siguen dándose en distintos puntos del territorio nacional. En todo el país, aprovechando el momento de incertidumbre y temor que se vive, se dan, cotidianamente, extorsiones para tratar de que quien la sufre pague un dinero para evitar una represalia real o ficticia.  Incluso para algunos, en el terreno de la especulación, la muerte de José Luis Santiago Vasconcelos podría ser producto de un atentado del narcotráfico, aunque no se tenga una sola prueba en ese sentido más que la labor del propio José Luis a lo largo de muchos años en la lucha contra el crimen organizado.

Todo eso es verdad, pero se debe colocar en un mismo mapa para tratar de darle una interpretación correcta. Si nos basamos en lo que tenemos y aunque no se haya proporcionado información completa sobre ninguno de estos casos, lo cierto es que la alianza que conforman los Beltrán Leyva, con el cártel de Juárez, los Zetas y los Arellano Félix, están sufriendo golpes durísimos en su estructura y en su logística: la célula colombiana proveedora del poderoso cártel de Sonora y su detención fue precedida de otras que podrían haber dañado seriamente el suministro de droga de Colombia a México para esa organización. Más grave aún, durante los últimos años los Beltrán Leyva habían construido una eficiente red de información y corrupción en las áreas federales de lucha contra el narcotráfico que logró ponerlos en aviso en muchas ocasiones de los operativos en su contra. Esa red, por lo menos en sus elementos centrales ha quedado desarticulada. Los Zetas sufren la captura de uno de sus principales operadores y fundadores y al mismo tiempo pierden un arsenal con centenares de armas y medio millón de cartuchos. El cártel de los Arellano Félix, como hemos comentado en otra oportunidad, como tal ya no existe, está dividido en varios grupos enfrentados entre sí y la detención de Eduardo acentúa ese proceso. En Tijuana, quizás como en pocos lugares, existían pruebas desde tiempo atrás de que mandos y elementos policiacos no estaban coludidos con el narcotráfico, sino que eran parte integral del propio narcotráfico, y la detención ahora de esa veintena de policías y mandos lo confirma pero también le rompe la estructura de operación a parte de esos grupos.

Al mismo tiempo, sus adversarios, el cártel del Pacífico, o de Sinaloa, el del Chapo Guzmán y el Mayo Zambada, ha recibido un duro golpe con la detención del hermano del último y la desarticulación de buena parte de la operación que mantenían para el control del aeropuerto capitalino como puerta de entrada y salida de drogas y dinero. Algunos de los golpes proporcionados a la organización de la Familia, aliada con éste grupo también han mermado su capacidad de operación en el Valle de México (aunque no parecen ser demasiado molestados en Michoacán).

Todo ello no aminora la violencia pero permite explicarla. Por ejemplo, es terrible que así sea, pero el centro del combate entre los propios grupos del narcotráfico se está dando en estos momentos en Chihuahua. Allí, en ese estado, se concentran las fuerzas del viejo cártel de Juárez y de sus ex aliados de Sinaloa para disputarse una plaza central para el tránsito de drogas, dinero y armas. Pero como se trata de grupos que durante muchos años trabajaron juntos, y como saben casi con exactitud hasta donde y quiénes participaban con sus repentinos enemigos, la violencia es mucho mayor a la que se ha dado en otros estados. Lamentablemente, algo similar ocurrió antes en Guerrero, luego en Michoacán, en Tabasco, en Nuevo León, en Sinaloa, en Tamaulipas, en Tijuana y ahora se da sobre todo en Chihuahua. Es una paradoja lamentable pero cada vez que se reducen los espacios de operación de los distintos cárteles en diferentes lugares del país, otros, que son neurálgicos por su ubicación o por la coyuntura que se vive, terminan convirtiéndose en el epicentro de la violencia, por lo menos hasta que una de las organizaciones en pugna se siente tan debilitada que debe abandonar total o parcialmente esa plaza.

Todo ello no sirve, por supuesto, de consuelo para quien debe sufrir esa situación como sucede hoy, sobre todo en Chihuahua y Ciudad Juárez, pero también en otros puntos del país. Pero no se debe perder de vista, aunque sea con ese peso a cuestas, la perspectiva global. Y en ella hay golpes que han sufrido los grupos del crimen organizado en las últimas semanas que deterioran seriamente su capacidad de operación. Y que los torna más violentos aún.

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