La estrategia electoral del PAN
Columna JFM

La estrategia electoral del PAN

El presidente Calderón ha asegurado que no participará en el proceso electoral del 2009 “aunque no le falten ganas”, como le dijo a Ciro Gómez Leyva. Los resultados de la intervención legítima pero no menos fallida de Vicente Fox en las elecciones intermedias del 2003, no pueden repetirse: los costos fueron demasiado altos, porque a los resultados siempre plebiscitarios en este tipo de comicios intermedios, se sumó el que la intervención directa del entonces presidente agudizó la sensación de derrota y creó fricciones, algunas insuperables, con sus adversarios en la segunda mitad de su sexenio.

El presidente Calderón ha asegurado que no participará en el proceso electoral del 2009 “aunque no le falten ganas”, como le dijo a Ciro Gómez Leyva. Los resultados de la intervención legítima pero no menos fallida de Vicente Fox en las elecciones intermedias del 2003, no pueden repetirse: los costos fueron demasiado altos, porque a los resultados siempre plebiscitarios en este tipo de comicios intermedios, se sumó el que la intervención directa del entonces presidente agudizó la sensación de derrota y creó fricciones, algunas insuperables, con sus adversarios en la segunda mitad de su sexenio.

Ello no implica que el gobierno tome con indiferencia los comicios, pero se concentrará en la operación no en la declamación.

En este sentido, el gobierno y el PAN han definido una estrategia electoral que ha implicado cambios incluso en Los Pinos y que habrá que ver si realmente funciona en forma adecuada. De la misma forma que en los últimos nombramientos (Fernando Gómez Mont a Gobernación, Luis Felipe Bravo Mena a la secretaría particular) se está planteando un regreso, una generación política después, al exitoso PAN de fines de los 80 y principios de los 90, la llegada de César Nava al CEN panista busca que el ex secretario particular pueda establecer los lazos con los sectores “conservadores-populistas” del panismo que estaban ya por lo menos alejados del calderonismo.

En este sentido, mientras Germán Martínez representa la corriente más cercana al propio presidente, Fernando Gómez Mont, uno de los políticos genéticamente más talentosos del panismo durante muchos años, aderezados con la experiencia de una década en el sector privado, es quien puede representar y atraer a un panismo peculiar, pero muy extendido, que oscila entre el doctrinario y el pragmático, que podríamos calificar como la corriente que encarnó alguna vez Diego Fernández de Cevallos, una corriente poderosa y que había sido relativamente marginada. Luis Felipe Bravo Mena es un hombre ordenado y eficiente sobre todo para las tareas que se le han encomendado, pero es también quien puede establecer los lazos con el PAN tradicionalista y con los sectores cercanos a la iglesia católica. Una labor que, cuando se hace con inteligencia, independientemente de convicciones personales, puede dar altos réditos, como se demostró con los reconocimientos que recibió Carlos Abascal luego de su fallecimiento.

En este sentido, que Fernando Gómez Mont ocupe en el Consejo Nacional del PAN el lugar de Juan Camilo Mouriño, es algo más que una mero casualidad. Como que se incorpore al mismo el ex presidente Fox o la reincorporación de Manuel Espino, muy probablemente producto de las gestiones que realizó, en sus nuevas responsabilidades, Nava. Una búsqueda de acuerdos que se frustró una y otra vez y que probablemente ha llevado a la conclusión de que, en las actuales circunstancias, el calderonismo y esa corriente “conservadora-populista”, que gira en torno al foxismo, se necesitan mutuamente por lo menos para el 2009, incluso porque a pesar de todos los esfuerzos realizados por ambas partes no se han podido eliminar mutuamente. Por lo pronto, el sábado se cumplió con todas las reglas de cortesía: el presidente Calderón estrechó la mano de Manuel Espino; éste no recibió abucheos y declaró que esperaba que “a partir de ahora” la unidad se hiciera realidad; el ex presidente Fox no hizo declaraciones ni cuando se le preguntó del golpe bajo respecto a su “estado mental” y todo flujo como si de verdad fueran verdaderos camaradas. El tema Fox, en campaña, no es menor: se podrá o no estar de acuerdo con el ex presidente y sin duda cometió muchos errores, pero es un instrumento que, en campaña, sobre todo para el panismo menos tradicional, funciona muy bien: es lo que Fox sabe hacer. Queda pendiente, sin embargo, una pregunta: ¿podrá el PAN, como quería originalmente Felipe Calderón, incorporar a personajes y sectores de la sociedad civil no panista en este esquema?. Se ve difícil.

Lo cierto es que habrá que ver si logran mantener hasta julio del 2009 ese acuerdo y en qué condiciones: el desafío estará en la distribución de las candidaturas. Y las tensiones se ponen de manifiesto en hechos tan puntuales como el golpeteo, en San Luis Potosí, de Eugenio Govea, con apoyo del gobierno estatal, contra Alejandro Zapata Perogordo en la búsqueda de la candidatura estatal. Otro capítulo se vivirá en las próximas semanas cuando en Nuevo León se tendrá que decidir entre Fernando Elizondo (o Fernando Margain) y Adalberto Madero, quizás la versión más pura y controvertida del “conservadurismo-populismo” panista. La decisión sobre esas y otras candidaturas determinará muchos resultados electorales en el 2009 y el propio futuro del gobierno de Felipe Calderón. Mientras tanto éste se concentrará en gobernar, en tratar de capear los resultados de la crisis económica y en restablecer las estrategias de seguridad en medio de los desechos de la iniciativa que le regresaron los legisladores (pero sigamos recordando algo que a veces se olvida: la economía y la seguridad son por esencia y definición en un gobierno, tareas políticas, con técnicas específicas que se aplican buscando resultados sociales a corto o largo plazo, pero también políticos, es una cuestión de gobernabilidad). Y con esa labor buscar votos legítimos.

Es verdad que es una estrategia que se basa de un equilibrio inestable. Pero también es verdad que en el priismo, por alguna razón, quizás porque los principales operadores son los mismos de entonces, existe un exceso de confianza que me recuerda a los días de la campaña de Francisco Labastida en el año 2000 que partió con una ventaja de 20 puntos que ese exceso de confianza dilapidó. Veremos mucho de aquí a julio del 2009.

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