Censura para la gente, espectáculo para los precandidatos
Columna JFM

Censura para la gente, espectáculo para los precandidatos

Los partidos aprobaron una controvertida reforma electoral, que viola derechos fundamentales de la ciudadanía, entre ellos el de la libre expresión de las ideas, simplemente para después violarla con impunidad. Pese a que entre sus argumentos para sacar adelante dicha ley se dice que se quiere dignificar la lucha política, lo que han hecho es trivializarla hasta un nivel que raya en lo ridículo.

Los partidos aprobaron una controvertida reforma electoral, que viola derechos fundamentales de la ciudadanía, entre ellos el de la libre expresión de las ideas, simplemente para después violarla con impunidad. Pese a que entre sus argumentos para sacar adelante dicha ley se dice que se quiere dignificar la lucha política, lo que han hecho es trivializarla hasta un nivel que raya en lo ridículo.

Hace unos días en una decisión incomprensible, destinada a tratar de quedar bien con los partidos, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decidió que los anuncios que había difundido el Consejo Coordinador Empresarial durante la campaña electoral del 2006 que llamaban a defender la democracia y no se expresaban a favor o en contra de ningún candidato, habían sido ilegales y le ordenó al IFE que sancionara económicamente al PRI, al PAN y al Partido Verde por supuestamente beneficiarse de esos spots en detrimento de la coalición lopezobradorista. Es absurdo por varias razones: primero porque el Trife no tiene forma alguna de demostrar que ese anuncio benefició o dañó a algún candidato porque no se refería a ninguno de ellos en particular, en todo caso, el ofendido podría haber sido el viejo PRI, por algunas de las imágenes divulgadas. Segundo, aunque lo hubiera hecho, en 2006 ese anuncio no era ilegal (como no tendría que serlo ahora) y existe un principio básico que cualquier tribunal, electoral o no, tendría que comprender: no se pueden aplicar las leyes en forma retroactiva. Tercero, como efectivamente no se podía castigar al CCE por algo que no era ilegal, el Tribunal decidió castigar a tres partidos suponiendo que se afectó a un tercero. El absurdo se completa con la pregunta de porqué sólo tres partidos (PRI, PAN y Verde) y no los otros dos, Alternativa y Nueva Alianza. No hay racionalidad como no la habrá en todo este tema en el 2009. La única salida lógica es que, como lo está analizando el IFE, se establezca que una cosa es la publicidad, positiva o negativa, en el terreno estrictamente electoral, y otra el derecho de opinión sobre cualquier tema de la vida nacional. Y éste debe ser defendido y respaldado.

Porque como vamos las cosas serán imposibles de controlar. Veamos lo que están haciendo dos de los principales actores de cara a las elecciones del 2012. El jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard ha decidido que lo suyo no serán los programas políticos o su propia fuente del DF, sino la de espectáculos, quizás con el argumento de que es vista por lo que muchos califican como el círculo verde (para diferenciarlo del círculo rojo donde estaría los sectores que generan o consumen opinión política y toman decisiones, una visión maniqueísta de la realidad) y de que, además, por el contenido de esos programas no podría ser castigado por las nuevas disposiciones electorales. Lo cierto es que días atrás, todo mundo habló de Marcelo conduciendo el programa Hoy, hablando de los chismes del mundo del espectáculo y hasta cocinando galletas, con una nueva imagen física y de vestuario. Ha estado en otros espacios similares y no fue, por ejemplo, al informe de la Comisión de Derechos Humanos del DF, pero sí, el mismo día, a la inauguración de la pista de hielo en el Zócalo que gozó de un programa de una hora en horario nocturno por Televisa con la presencia del jefe de gobierno y numerosos artistas que actuaron para la ocasión. Apenas el martes inauguró la línea dos del metro y no hubo declaraciones para la fuente. Pero cuando apareció el personaje del espectáculo Tere la Secretaria, le concedió una larga entrevista, por supuesto en pleno plan de cotorreo y para asombro de muchos la información de la inauguración de esa importante línea de metro no se colocó en las secciones de información general de los noticieros sino en la de espectáculos (sic).

Enrique Peña Nieto, que goza de los más altos índices de popularidad de cara al 2012 (aunque debería insistirse en un punto: falta aún mucho para esa fecha, pese a que muchos la ven casi a la vuelta de la esquina), también ha estado en programas de espectáculos y su nueva relación de pareja empapeló, desde la portada de la revista Quién, durante semanas buena parte de los parabuses del país,  pero en las últimas semanas su foco ha estado puesto en los deportes y en los Diablos Rojos del Toluca, que acaban de ser campeones en el fútbol local. No dejaba de ser sorprendente que ante el triunfo del equipo toluqueño el entrevistado no fuera Hernán Cristante, el héroe de esa jornada, o los directivos del club sino el gobernador del estado. Que la nota predominante de la información deportiva fuera que el gobernador había desayunado con los jugadores antes del partido; que lo había visto desde el palco con Angélica Rivera, o que nuevamente había desayunado con ellos al día siguiente del juego y que concediera una larga entrevista sobre el tema.

Nadie debería asustarse: cada día más la política se transforma en un espectáculo y la información en lo que algunos llaman infoespectáculo. Es una realidad, lo hacen Ebrard y Peña Nieto y sus pasos lo seguirán muchos otros que prefieren, como dice un especialista en ese tema como Alberto Tavira, difundir desde esa plataforma (que entremezcla las sociales, el espectáculo y el poder económico) la información que antes proporcionaban al periodismo político. Debemos acostumbrarnos a ello. Lo que no deja de ser lamentable es que los partidos impulsen una ley restrictiva, controvertida, que afecta los derechos ciudadanos, que no permite a la gente y a las organizaciones sociales expresar sin censura sus opiniones, para luego violarla o por lo menos sacarle la vuelta y obtener difusión por métodos “no convencionales”. Pareciera que nuestros políticos quieren limitar la libertad de la gente sólo para tener, ellos mismos, mayores e indisputables espacios. Ese es el problema.

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