Elecciones 09: el dilema de Nuevo León
Columna JFM

Elecciones 09: el dilema de Nuevo León

Pasada la toma de posesión de Barack Obama y mientras la crisis económica comienza a sentirse, en la vida política de México, los tiempos son ya electorales. Habrá elecciones federales para diputados, mucha de la atención estará puesta en los estados donde habrá elecciones en seis de ellos para gobernador, además de otras autoridades locales, también habrá comicios en el Estado de México y el Distrito Federal.

Pasada la toma de posesión de Barack Obama y mientras la crisis económica comienza a hacerse sentir (y lo continuará haciendo durante prácticamente todo el primer semestre del año, por lo menos), en la vida política de México, los tiempos son ya electorales. Y aunque habrá elecciones federales para diputados (¿porqué en la reforma electoral no se ha establecido, como hubo en el pasado, una cambio aunque sea gradual, de un tercio o la mitad de los senadores? Es ridículo y alejado de la realidad política tener una cámara que se elige al mismo tiempo que el presidente y que no puede tener modificaciones a todo lo largo del sexenio, ni como premio ni como castigo, así sea parcial, al desempeño de las autoridades ejecutivas), mucha de la atención estará puesta en los estados donde habrá elecciones en seis de ellos para gobernador, además de otras autoridades locales, pero también se darán comicios en el estado de México y el Distrito Federal, donde muchos municipios y delegaciones tienen más recursos que algunos estados. Y la atención se concentra en esos comicios porque aunque podrá haber modificaciones en San Lázaro, éstas no serán demasiado dramáticas, ni tampoco afectarán en forma radical la gobernabilidad. El punto fino son los estados, particularmente donde se elige gobernador.

Y allí los partidos tienen problemas. Ninguna de las gobernaturas es tan importante como Nuevo León y allí todo parece pender de decisiones de dirigentes que no están, en ninguno de los casos, bien amarradas. En el caso del PRI, la candidatura parece estar mucho más cerca de Rodrigo Medina, el joven secretario de gobierno de Natividad González Parás que contaría con el respaldo en el ámbito nacional de Enrique Peña Nieto y se dice que de la propia Beatriz Paredes, con el compromiso de que Natividad pudiera apoyar otras candidaturas priistas ya en campaña. En los hechos, la que parece ser la única oposición todavía visible para Rodrigo Medina sería Abel Guerra, también miembro del gabinete de Natividad pero con un perfil más tradicional que Medina y con mayor distancia personal con el gobernador. Se dice que Guerra tendría el respaldo de Manlio Fabio Beltrones, lo que no queda claro, pero lo cierto es que Nuevo León es uno de los estados en los que el priismo no ha terminado de procesar su decisión. Si fuera como lo ha dicho la propia Beatriz y si el gobernador es quien tendrá en sus manos la decisión será Rodrigo Medina el candidato. Hay quienes apuestan a que Medina y Guerra se desgasten y pueda surgir en el proceso un tercer candidato, en este caso candidata, que estaría entre una actual diputada y una presidenta municipal.

Pero, pese a que esas diferencias son públicas, todo parece indicar que en el PAN el proceso será aún más complejo, aunque se ha dicho una y otra vez que ya habría candidato y sería el ex gobernador interino Fernando Elizondo, quien tendría la simpatía del presidente Calderón, de la dirección del partido y de buena parte de la cúpula empresarial del estado. Pero Elizondo no tiene trabajo en las bases panistas: ello tendría que construirse después de que se decidiera la candidatura. Hay quienes piensan que la coalición estatal con Nueva Alianza podría servir para afianzar esa posibilidad y permitir la designación directa sin tantos conflictos. Pero lo cierto es que hay por lo menos otros tres candidatos que no parecen querer resignar sus candidaturas, sobre todo dos de ellos. Uno es el alcalde Monterrey, Adalberto Madero, el mismo que fue acusado de corrupción por la iniciativa privada del estado y que, en términos políticos, sorteó el temporal sin que la dirigencia partidaria hiciera nada. Madero, un hombre muy alejado de los círculos de poder del PAN, incluso de sus prácticas y formas de ver la política, tiene altos índices de popularidad en la ciudad y un estilo evidentemente populista. Dicen en el PAN que no puede ser candidato, pero también se asegura que el propio Madero está en pláticas con un viejo amigo, el presidente del PT, Alberto Anaya, al que le urgen votos luego de que dos terceras partes de su partido lo abandonaron para ingresar al PRD. Madero, amenazaría con ser candidato del PT si el Pan lo rechaza y eso modificaría todo el panorama electoral.

Pero el problema no es sólo Madero. La estructura del partido está también en parte en manos de otro hombre alejado del panismo tradicional, Fernando Larrazábal. Tanto Madero como Larrazábal demandan una elección abierta o de militantes y simpatizantes porque allí tienen mayores posibilidades. Larrazábal (un “priista azul”, dicen en Nuevo León, como en el caso de Madero), asegura que él puede ser “el Felipe Calderón del estado”, el que gane su candidatura pese al presidente, al favorito y en este caso también al gobernador. El punto es que ni Larrazábal ni Madero concitan simpatías del empresariado regiomontano. Y eso en Nuevo León es algo más que un problema. Por eso, a pesar de que se decía que el tema estaba superado con su próxima designación en una embajada, sigue estando presente la posibilidad de Fernando Margain, como una suerte de cuarto en discordia.

Se podrá decir que el tema se puede superar, como en el caso del PRI, con trabajo político. Pero lo cierto es que precisamente ese trabajo político es el que por lo menos no se percibe y si finalmente Madero y Larrazaábal aceptan la candidatura de Elizondo (o incluso la de Margain) lo harán exigiendo un pago político muy alto.

Y la historia se repite en varios estados. Lo cierto es que en las seis gubernaturas en disputa nada está decidido y todo dependerá de cómo trabajen el PRI y el PAN (en estos seis estados ni el PRD ni la alianza Convergencia-PT tienen influencia real, salvo que se diera, en Nuevo León, la hipotética adhesión de Madero al PT). Hoy, cualquiera de ellos podría ganar cinco de las seis gubernaturas en disputa…o podría perder todas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil