Para el gabinete aún no llega la crisis
Columna JFM

Para el gabinete aún no llega la crisis

Ayer el presidente Calderón anunció una reducción del 75 por ciento en el aumento del diesel como una medida, se dijo, de apoyo al sector pesquero, agrícola y al transporte. El aumento que era ahora de 5 centavos semanales será de cinco centavos mensuales, aunque a diferencia de la gasolina el precio del diesel todavía está por debajo de los costos internacionales de ese combustible. La medida tenía que implementarse más temprano que tarde, sin embargo demoró demasiado. Por lo pronto ya se estableció y será un apoyo para los productores que esperemos no termine siendo utilizado sólo en beneficio, político o económico, de las siempre presentes organizaciones campesinas.

Ayer el presidente Calderón anunció una reducción del 75 por ciento en el aumento del diesel como una medida, se dijo, de apoyo al sector pesquero, agrícola y al transporte. El aumento que era ahora de 5 centavos semanales será de cinco centavos mensuales, aunque a diferencia de la gasolina el precio del diesel todavía está por debajo de los costos internacionales de ese combustible. La medida tenía que implementarse más temprano que tarde, sin embargo demoró demasiado. Por lo pronto ya se estableció y será un apoyo para los productores que esperemos no termine siendo utilizado sólo en beneficio, político o económico, de las siempre presentes organizaciones campesinas.

El punto es otro: la crisis económica comienza a mostrar su verdadero rostro: una fuerte presión contra el peso; unas tasas de interés que algunos supondrán altas (y que probablemente lo sean respecto a las tasas reales que se le cobran a la gente, sobre todo en tarjetas de crédito), pero que en realidad no pueden moverse demasiado más a la baja porque sino no habría margen para que se mantuviera un nivel adecuado de inversiones en dólares (si la tasa actual es de 7.5 y la inflación está entre 5 y 6 por ciento, la diferencia para mantener recursos invertidos en México es muy pequeña) pero que no termina siendo del todo atractiva cuando se debe aterrizar en apoyo, en financiamiento, a inversiones concretas. El desempleo aumenta (el 2008 cerró con una caída de 17 mil puestos de trabajo,  y se estima que en este 2009 se perderán cerca de 300 mil); los salarios se han estancado y la economía, si bien nos va, tendrá un crecimiento cero en el año.

La administración Calderón tuvo un doble mérito: por una parte lanzó el llamado plan anticíclico en octubre pasado y cuando se comprobó que la crisis iba a mucho más de lo esperado se dio a conocer en este enero el programa anticrisis que tiene muchos aspectos positivos y fue bien recibido por la gente. La apuesta a la infraestructura, a tratar de conservar la mayor cantidad de empleos posibles, de mantener el financiamiento a empresas y personas, son todas medidas que no solucionarán ni impedirán las consecuencias más dolorosas de la crisis pero ayudarían a paliarla. El problema es la lentitud y la falta de trabajo político en muchas áreas responsables de aplicar estas medidas.

El ejemplo del diesel es evidente: quizás el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas ha realizado su trabajo, pero no estuvo en la reunión de la CNC en Veracruz al inicio del año, ni ha tenido ningún papel público que jugar en todo el proceso de negociación sobre este tema, que terminó en las manos de la secretaría de Hacienda, en las de Sedesol y en el Trabajo. Pero nadie vio al secretario del sector involucrándose de lleno en la tarea. Y lo mismo sucede en muchos otros ambitos: anunciado el plan el 5 de enero ¿cuántas dependencias federales han dado a conocer, con base en él, sus propios programas, el monto de sus inversiones y ahorros, la forma en que el programa se reflejará en sus sectores?. Los empresarios están proponiendo todo tipo de salidas para mejorar la situación, algunas francamente desacertadas pero otras que resultan muy viables: ¿quién o quiénes están trabajando con ellos para plasmar esas iniciativas en hechos, descartar las que sean poco realizables o adecuarlas a la estrategia global?. Vayamos al plan de infraestructura: quizás, nuevamente, se están realizando muchas obras, pero lo cierto es que las más emblemáticas, las que se verían con mayor claridad y las que generarían mayores recursos y empleos, no se terminan ni siquiera de anunciar, y estamos ante proyectos que no tendrán unos meses sino años de ejecución. Dicen algunos operadores del sector que lo que sucede es que precisamente en este momento hay poco financiamiento exterior porque nadie quiere invertir, puede ser, pero también hay varios proyectos que tendrían fondos públicos para iniciarlos o que se han planteado de tal magnitud que sería muy difícil que las empresas adecuadas, afectadas también por la recesión, no aceptaran invertir.

Lo que no aparece es el trabajo público del gobierno y eso es independiente del grado de aceptación que mantiene el presidente. Quizás muchos funcionarios lo hacen pero no se percibe en la opinión pública. Por el contrario pareciera que se está imponiendo la inercia cuando la instrucción presidencial fue que esas políticas tenían que estarse trabajando desde el primero de enero. Algunos dicen que el echar a andar toda esa maquinaria es complejo, difícil y que habrá que ajustar medidas entre enero y febrero para que en marzo se comiencen a ver resultados. Otra vez puede ser, pero ¿dónde están los hombres y mujeres que, desde el gobierno están orientando, explicando, prometiendo medidas que se podrán verificar en las siguientes semanas?. En el gabinete se sigue habiendo poca política y un porcentaje alto del equipo sigue estando, como hemos dicho en el pasado, en una suerte de espacio de confort del que no sale, o se escuda con la premisa de que no quieren tener un alto perfil para “no opacar” la labor presidencial. No se opaca la labor de un presidente porque sus colaboradores salen a hacer su tarea y se muestran trabajando ante la sociedad. No creo, tampoco, que haya que caer ni en el confort ni en la ingenuidad, como en los casos donde, por la razones que sea, en un estado un gobernador, en un discurso público destroza al gobierno y al día siguiente van funcionarios federales a agradecerle su trabajo, alabarlo y llevarle recursos públicos. Estar informado de ello y encararlo en una lógica estratégica es también responsabilidad del gobierno y de sus colaboradores. Hoy parecen no estar haciéndolo y a partir de mayo no lo podrán hacer por la reglamentación electoral. ¿Cuándo se terminarán de poner de acuerdo, cuándo a hacer política, cuándo a exhibirse fuera de su zona de confort?

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