El PRD y su enemigo interior
Columna JFM

El PRD y su enemigo interior

La elección de candidatos perredistas del domingo debe dejar, exactamente un año después de los controvertidos comicios para designar a su nueva dirigencia nacional, un pésimo sabor de boca, sobre todo a la corriente mayoritaria, la que encabeza Jesús Ortega. No sólo ni necesariamente porque perdieron la mayoría de las posiciones en el DF, lo que implica que no sólo no tendrán control en la Asamblea Legislativa y en las delegaciones, sino que además queda en entredicho su alianza con Marcelo Ebrard e incluso el equilibrio con los sectores que respaldan a López Obrador.

La elección de candidatos perredistas del domingo debe dejar, exactamente un año después de los controvertidos comicios para designar a su nueva dirigencia nacional, un pésimo sabor de boca, sobre todo a la corriente mayoritaria, la que encabeza Jesús Ortega. No sólo ni necesariamente porque perdieron la mayoría de las posiciones en el DF, lo que implica que no sólo no tendrán control en la Asamblea Legislativa y en las delegaciones, sino que además queda en entredicho su alianza con Marcelo Ebrard e incluso el equilibrio con los sectores que respaldan a López Obrador.

La elección fue un cochinero, como ya es costumbre, pero además en esta ocasión la participación fue más escasa que nunca, y ello favoreció a los grupos bejaranistas que movieron su gente sin molestias, demostrando una vez más que Bejarano podrá tener una pésima imagen en la sociedad pero que sigue siendo el operador privilegiado del lopezobradorismo en la capital. Vaya, por no votar no votaron ni López Obrador (¿cuántos desaires más están esperando en la dirigencia del PRD del ex candidato presidencial?) ni Marcelo Ebrard, lo que debe haber sido más preocupante aún para Ortega y Nueva Izquierda.

El senador Ricardo Monreal decía esta misma semana que esperaba que el PT y Convergencia tuvieran el 5 de julio cerca de un 4 por ciento de votos cada uno de ellos (una cifra que parece, sobre todo en el caso del PT, muy optimista) y que el PRD estuviera entre un 16 y 18 por ciento. Incluso si fuera así y con base en los resultados del DF y el estado de México, nos podríamos encontrar después del 5 de julio que la bancada lopezobradorista, si juntamos los votos de PT y Convergencia con los de esa corriente heterogénea pero que coincide en oponerse frontalmente a los Chuchos, que se denomina Nueva Izquierda, que al final podrían tener la misma cantidad o más diputados que el propio perredismo tradicional: y desde allí tratarán de desfondarlo de cara al 2012. Se trata, por supuesto, de una especulación, pero no está demasiado alejada de la realidad. Mucho de eso es lo que estaba en juego en el DF y el estado de México con las candidaturas.

Es verdad que la dirigencia partidaria podrá tener mucho espacio en la designación de las candidaturas plurinominales, que serán el principal aporte legislativo del PRD fuera del DF, y que con ello podrá equilibrar e incluso volcar a su favor la cuenta, pero la señal no deja de ser preocupante por el peso y la indiferencia a cualquier forma democrática de la mayoría del perredismo capitalino.

El domingo vimos de todo: desde que se cayera el sistema y se negaran los resultados, a pesar de que en la mayoría de los casos apenas se habían realizado unos centenares de votos, hasta el robo de urnas, incluso en un caso con representante incluida (la mujer fue arrojada del carro donde se la llevaron, a ella y la urna, a unas cuadras del lugar donde se perpetró el atraco). Y todavía no llegan los informes de todo lo sucedido. Los resultados dicen, estarán mañana miércoles pero eso nadie tampoco puede darlo por seguro.

En el perredismo hay mucho, demasiado desaseo político y sectores que están especulando con las posiciones de poder, sin apostar por el futuro de ese partido. Ese desaseo, que se reflejó en las elecciones del domingo, vulnera, sobre todo, la imagen que quiere ofrecer Jesús Ortega, de un partido dispuesto al diálogo y alejado de la violencia: abandonar la idea del partido del “no”. Lo pueden hacer en buena parte del país donde conservan la hegemonía interna, pero en la vitrina que es el DF el bejaranismo será una herida constante que no dejará de sangrar y de tratar de reventar los espacios que ganen los de Izquierda Unida.

Habrá que ver en ese sentido qué actitud toma Marcelo Ebrard. El jefe de gobierno comprobó hace tiempo que no tiene fuerza interna como para imponer candidaturas o generar una corriente propia. Y todo indica que había llegado a un acuerdo con Ortega con vista a los comicios internos, las legislativas e incluso mucho más allá. Pero todo indica que ha tenido que rendirse a la evidencia de que el bejaranismo no sólo mantiene sus espacios de poder sino que estarían dispuestos, si se confirmaba públicamente esa alianza, a hacerle la vida imposible en el gobierno capitalino los próximos tres años. Y Ebrard decidió dar un paso atrás y ni siquiera presentarse a votar cuando estaba todo preparado, llamado a medios incluido, para que lo hiciera.

Quizás lo que corona esta desafortunada elección, como decíamos en días pasado, es la participación en las listas, buscando una candidatura a diputado federal, del alcalde con licencia de Ixtapaluca, Mario Moreno Conrado, actualmente arraigado y acusado de ser el líder de la banda de secuestradores Los Tenientes, además de nexos con grupos del narcotráfico donde era conocido como el M-1. La dirigencia partidaria no consideró, siquiera, prohibirle la participación en los comicios internos a pesar de esas acusaciones, con el argumento de que como “sólo” estaba arraigado conservaba todos sus derechos partidarios. Y luego nos quieren convencer de que los partidos tratarán de evitar que el crimen organizado participe o se infiltre en los comicios y las candidaturas.

El mensajero Forbes

Dice el millonario Steve Forbes, dueño de la publicación que lleva su nombre en relación con la inclusión de Joaquín El Chapo Guzmán en la famosa lista de multimillonarios, que “deploraba” la fortuna que éste había acumulado, pero pedía que “no le disparen al mensajero”, que ellos sólo registraron el hecho. No sé de quien ha sido mensajero Forbes, pero lo que está en entredicho no es la publicación del nombre sino la falta de ética y rigurosidad periodística para estimar la fortuna, real o no, de un narcotraficante. La información no se basa en nada, no parte de un solo dato objetivo. eso es lo que se ha criticado y desprestigia a esa publicación.

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